Llora Arlequín, llora Brighella: adiós a Darío Fo
Fo era el mejor representante del hermanamiento de las tradiciones teatrales clásicas dentro de las problemáticas de la modernidad. Fue también uno de los principales representantes del teatro colectivo de los 70 que, junto al Teatro de la Candelaria colombiano, dirigido por Enrique Buenaventura, tanto influiría en la conformación de grupos teatrales hoy ya clásicos como Els Joglars o La Fura del Baus.
Foto: EFE
Hoy es un día triste para el mundo del teatro. Hoy, precisamente hoy, en el día que han hecho oficial el premio Nobel de literatura a Bob Dylan (con Murakami y Rushdie mordiéndose las uñas probablemente), ha muerto el último premio Nobel entregado a un hombre de teatro: Darío Fo. Y no era cualquiera... Fo era (ya es, en cuanto ha entrado en lo universal) el mejor representante del hermanamiento de las tradiciones teatrales clásicas dentro de las problemáticas de la modernidad.
Junto a su esposa, Francesca (Franca) Rame, Fo inició una amplia labor investigadora y divulgadora de los secretos que escondían los personajes de la comedia popular italiana: la commedia dell´arte. Evolucionó rápidamente hacia un compromiso, verdadero en cuanto era tanto estético como ideológico, hacia posiciones peligrosas en la aburguesada Italia de los años 70. Esto le llevó a ser censurado en varias ocasiones.
Fue también uno de los principales representantes del teatro colectivo de los 70 que, junto al Teatro de la Candelaria colombiano, dirigido por Enrique Buenaventura, tanto influiría en la conformación de grupos teatrales hoy ya clásicos como Els Joglars o La Fura del Baus. Sus obras mayores, Misterio bufo y Aquí no paga nadie, se representan todavía en los más variados ámbitos.
El avezado lector puede comprobar su estética satírica, mordaz, arlequinada en el siguiente vídeo:
Esta obra, Misterio bufo, representa una evolución al respecto de la primera estética y posterior redefinición de teatro de agitación y propaganda, hacia una visión mística del misterio teatral que une las generaciones a partir de la palabra revelada en forma de cuerpo.
En España, todavía nos queda algún Darío Fo. Hace unas semanas pusieron en escena los teatros del canal dos obras del brujo Rafael Álvarez, una versión del Quijote (Misterios del Quijote) y una versión de los raptos místicos Santa Teresa de Jesús. Tanto una como la otra parten de los postulados de Fo, y el actor-ministrel se presenta como continuador de un modelo teatral unipersonal que va desde los juglares medievales a los bululús renacentistas y a la comedia contemporánea. El objetivo es siempre recuperar lo oral dentro de la tradición literaria universal.
Hoy llora Arlequín, llora Brighella.