Las nuevas mujeres de la antigua farsa
Más allá del divismo, y rompiendo con la armazón de los roles teatrales tradicionales, insuflan vida a las tablas del teatro clásico en una serie de producciones que abundan en las temáticas de la guerra, la lucha de sexos, la violencia en general, y la de género en particular.
La mujer contemporánea ha hecho suyas las tablas del Teatro Clásico. No es que esto sea una absoluta novedad, la verdad. Ya en los siglos XVI y XVII tenían un papel preponderante actrices como Jerónima de Burgos o María Inés Calderón, la Calderona, y dramaturgas como Feliciana Enríquez de Guzmán o sor Marcela de san Félix, de quienes, si se me permite la cuña publicitaria, acabamos de realizar una edición en línea Gemma Rodríguez y este su seguro servidor. Lo que pasa es que, hoy día, la escena clásica no se puede entender sin la aportación de las mujeres.
Para muestra, unas divas...
En el María Guerrero se puede ver hasta el 15 de junio Los Mácbez, dirigida por Andrés Lima, y coprotagonizada por Carmen Machi, en el papel de una Lady Macbeth que disfruta de los entresijos de la política gallega. Su interacción con Javier Gutiérrez es, sin duda, lo mejor de una producción algo desigual.
En el Teatro Pavón tenemos hasta el 8 de junio Las dos bandoleras de Lope de Vega, una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (dirigida por la gran Helena Pimenta) y la Factoría Escénica Internacional con dirección de Carme Portaceli y dramaturgia de la misma con Marc Rosich. En la producción se combina el texto lopesco con muchos fragmentos de La serrana de la Vera de Luis Vélez de Guevara y alguno de El Asalto de Mastrique, quizá algo innecesarios. Por supuesto, los papeles de mujeres dominan la función y contamos con unas correctas Carmen Ruiz en el papel de Inés, y Gabriela Flores en el de Leonarda (la serrana) y con la discontinua Macarena Gómez en el papel de Teresa.
En el Teatro de la Abadía tenemos prorrogada hasta el 12 de junio la reposición de esa maravilla de la parateatralidad que es La violación de Lucrecia, con dirección de Miguel del Arco y con una magnífica Nuria Espert, la cual a partir de tres haces de luz y tres signos escénicos (una cama, una mesilla y una sábana) nos transporta a uno de los textos de Shakespeare más interesantes y reflexivos, y, por lo no dramático, menos entendido, estudiado y representado. Memorables son su descripción de Hécuba, las dudas de Tarquino y la conversación de Lucrecia con su brazo suicida y asesino.
Algo distinto es el caso de Penal de Ocaña, otro tour de force que dramatiza en un emocionante monólogo el diario de la filóloga y maestra de filólogos, María Josefa Canellada a lo largo de su experiencia como enfermera de campaña en el hospital de Izquierda Republicana en Madrid, y luego en lo que fuera la antigua sede del penal de Ocaña, transformado en aquel momento en hospital de sangre.
Esta obra, pese a tratarse de una producción no clásica, es fruto de la colaboración de dos mujeres jóvenes marcadas por su participación en lo mejor que ha tenido el Teatro Clásico en los últimos tiempos. Por un lado está Ana Zamora, cuya labor ha sido ampliamente reconocida y premiada, fundadora de Nao d'amores -la mejor compañía de teatro prebarroco español con profesionales procedentes del teatro clásico, los títeres y la música antigua- quien está empeñada en recuperar los textos de nuestro Primer Teatro Clásico. En el papel de la Canellada -a la sazón la abuela de Ana Zamora- actúa desde abril de 2013 (en sustitución de Helena Rayos), Eva Rufo, una actriz marcada por su omnipresencia en el Teatro Clásico pues entró a formar parte de aquella magnífica primera promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, fundada en los tiempos de Eduardo Vasco, en la que protagonizó Las Bizarrías de Belisa, La Noche de San Juan, ¿De cuándo acá nos vino?, El Alcalde de Zalamea y El Perro del Hortelano. Asimismo, se prepara para protagonizar el monólogo Entre cenizas, a partir de personajes femeninos de Ibsen, con dramaturgia y dirección de Ignacio García May y a estrenar Kathie y el hipopótamo de Mario Vargas Llosa, con dirección de Magüi Mira, en el Teatro Español.
Por su parte, la gira del Penal de Ocaña les llevará a ciudades como Oporto (1 de junio), Puertollano (Ciudad Real) (7 de junio), Baeza (Jaen) (17 de julio), o Sorihuela (Salamanca) (25 de julio). Como vemos, la escena del último Teatro Clásico no se puede entender sin la aportación de estas mujeres. Más allá del divismo, y rompiendo con la armazón de los roles teatrales tradicionales, insuflan vida a las tablas del teatro clásico en una serie de producciones que abundan en las temáticas de la guerra (Penal de Ocaña), la lucha de sexos (Las dos bandoleras), la violencia en general (Los Mácbez), y la de género en particular (La violación de Lucrecia). Con el dúctil material del "tinglado de la antigua farsa" se moldean respuestas femeninas para un mundo en crisis.