No investidura de Rajoy, ¿y ahora qué?

No investidura de Rajoy, ¿y ahora qué?

Rajoy ha obtenido mayoría absoluta de votos en contra en la primera votación. Estaba previsto, al igual que está previsto que ocurra en la segunda votación que se celebrará mañana viernes. A partir de aquí se abren interrogantes sobre la evolución del problema de la formación de gobierno en España.

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Rajoy ha obtenido mayoría absoluta de votos en contra en la primera votación. Estaba previsto, al igual que está previsto que ocurra en la segunda votación que se celebrará mañana viernes. A partir de aquí se abren interrogantes sobre la evolución del problema de la formación de gobierno en España. Podemos hacer algunos comentarios:

1. La defensa del acuerdo PP-Ciudadanos no la realizó Rajoy, como hubiera sido su obligación, sino Rivera. Posiblemente es la última manifestación del desdén con el que el PP ha tratado a Ciudadanos, pensando que con sus votos, que en el fondo considera suyos aunque sean solo de cada votante, tendría mayoría absoluta. De momento, Rivera sigue aguantando, aunque en un mar de contradicciones.

2. Rajoy ha confundido la sesión de investidura con un debate sobre el estado de la nación en el que se analice su gestión. No se entiende su aburrimiento existencial, ni la ausencia de programa, ni de propuestas para ampliar su base, ni la chuleria, ni su tono en ocasiones de tertulia de bar con la que ha tratado a los restantes líderes políticos. Una falta de respeto a la cámara y, al mismo tiempo, a la ciudadanía.

Creo que existe un problema de incompatibilidad de caracteres entre los máximos dirigentes de los cuatro partidos que les impide mantener una negociación serena.

3. El PP tiene líneas rojas que le impiden formar una mayoría de gobierno con partidos con los que puede encontrar afinidad ideológica: los nacionalistas catalanes y vascos. El PSOE tiene líneas rojas: el PP de la corrupción y los recortes y el referéndum catalán. Podemos tiene líneas rojas: el PP, y Ciudadanos tiene, a su vez, líneas rojas: Podemos y los nacionalistas. La conjunción de todas las líneas rojas hace inviable un gobierno para España con la actual configuración del Parlamento.

No obstante, parece que el único que las tiene es el PSOE, sobre el que recae la presión mediática para que cambie el voto, con un argumento falaz: solo para la investidura. Es falaz por cuanto que sin el apoyo del PSOE no se aprobarán los presupuestos, que serán los del los recortes de 10.000 millones.

Dado que hay que eliminar alguna de ellas, la que me me resulta más plausible es la fórmula de gobierno de izquierda más la complicidad en la investidura de Ciudadanos, ya que, hasta ahora, Ciudadanos ha manifestado su voluntad de facilitar la gobernabilidad. Eso sí, conllevaría alguna fórmula para reconfigurar el referéndum catalán, ya que si no fuera así, aparecería la otra línea roja de Ciudadanos.

4. Creo que existe también un problema de incompatibilidad de caracteres entre los máximos dirigentes de los cuatro partidos que les impide mantener una negociación serena. Posiblemente haya un sentimiento de competición entre ambos para haber quien tiene la defensa más dura que desde luego no es la vía adecuada para solucionar la cuestión de la formación de gobierno.

5. Dos elecciones después, creo que Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera debieran ceder el testigo a otros dirigentes de sus partidos. No solo por ofrecer un candidato nuevo, sino porque han demostrado una gran dificultad para la negociación, algo que resultara muy necesario después de las elecciones de diciembre, caso de celebrarse por no haber encontrado una fórmula de gobierno.

El partido que lo haga, el que presente un candidato diferente al de las otras dos citas electorales, dispondrá de una ventaja comparativa considerable con respecto a los otros. Esto sí que sería un gesto de responsabilidad por parte del que esté dispuesto a hacerlo.

Por muy importante que sea la formación de gobierno, no podemos obviar que seguiremos los próximos meses sin él. Tensar la cuerda puede ser contraproducente.

Especialmente, una vez consumado el no a Rajoy, que es innegociable para el Partido, tal como se vio en la intervención de ayer, cambiar de candidato para las próximas elecciones sería muy positivo para el PSOE, debido a la mala percepción social de Sánchez, aunque haya mejorado en los últimos meses. La celebración de unas primarias abiertas, sin demasiados avales, sería la mejor forma de impulsar al partido en los próximos meses, antes de la consulta electoral. Recordemos que además, el Congreso que refrende la secretaría general elegida en primarias debe celebrarse cuanto antes, tal como señalan los Estatutos.

No parece, además, que los resultados en las próximas elecciones del 25 de septiembre en el País Vasco (donde podría quedar relegado a la cuarta posición, tras PNV, Bildu y Podemos) y Galicia (con el partido dividido y enfrentado) vayan a ser muy halagüeños.

Me resulta muy complicado ver a Iglesias, Rajoy o Rivera haciéndolo, en particular de estos dos últimos: el primero porque abriría una caja de los truenos que podría desembocar en una apertura de ventanas en el partido, que es la única vía para la regeneración. En el caso del segundo porque Rivera personifica al partido.

6. En todo caso, por muy importante que sea la formación de gobierno, no podemos obviar que seguiremos los próximos meses sin él. Seguro que hasta después de las elecciones vascas y gallegas; previsiblemente hasta al menos un mes después de las elecciones de diciembre. No por mucho criticar esta situación se va a solucionar. Tensar la cuerda puede ser contraproducente, incluso. Y tampoco podemos descartar que se inicien unas negociaciones pronto. Lo que es seguro es que tenemos que dar al tiempo su papel.