Ni es un acuerdo, ni estamos de acuerdo
El pasado 28 de abril participé en el debate sobre el mal llamado "Acuerdo UE-Turquía" en el Pleno del Parlamento Europeo sostenido en Bruselas. Leí en la pantalla el título de este debate:" Aspectos jurídicos y control democrático del acuerdo de la Unión Europea con Turquía" ¡La misión distintiva del Parlamento Europeo no es "controlar a Turquía"! Sí es, en cambio, contrastar y criticar lo que hacen y dicen la Comisión y el Consejo.
El pasado 28 de abril participé en el debate sobre el mal llamado "Acuerdo UE-Turquía" en el Pleno del Parlamento Europeo sostenido en Bruselas. Leí en la pantalla el título de este debate:" Aspectos jurídicos y control democrático del acuerdo de la Unión Europea con Turquía".
Un buen número de intervenciones se concentraron con dureza en la fácil crítica a Turquía y al gobierno islamista de Erdogan ¡Pero la misión distintiva del Parlamento Europeo no es "controlar a Turquía"! Sí es, en cambio, contrastar y criticar lo que hacen y dicen la Comisión y el Consejo. Y lo primero que sabemos de lo que Comisión y Consejo han apalabrado con Turquía es que no es un acuerdo, sino un mero trato, un mercadeo, -o deal- y un comunicado de prensa.
¿Se pretende con ello sustraerlo a las reglas del Derecho internacional? Porque no llamarlo acuerdo puede evitar el cumplimiento del procedimiento reglado para la adopción de convenios que es propio del Derecho internacional de Tratados (Convención de Viena de 1969), pero no lo sustrae a las reglas del Derecho internacional humanitario, ni tampoco al control y escrutinio de este Parlamento Europeo.
Como inmediata consecuencia de la súbita conversión de este falso "acuerdo" en "trato", puede que en el Parlamento Europeo no tengamos el poder de decidir su consentimiento o su rechazo en una votación final (art. 218 TFUE). Pero sí que tenemos el derecho y el deber de debatirlo y de criticarlo. Porque, en primer lugar, contiene cláusulas absurdas y de imposible cumplimiento, como esa del "uno por uno" -"un inmigrante irregular retornado a Siria por cada refugiado realojado en la UE" ¡Como si los inmigrantes irregulares y los refugiados fueran categorías indistinguibles, cuando no lo son!-, o como esa otra cláusula que no garantiza el principio de no devolución de los refugiados que no son sirios ―iraquíes y afganos, cientos de miles―, que están excepcionados por Turquía del Derecho internacional humanitario por medio de una reserva en su participación en la Convención de Ginebra de 1951.
Por tanto, este "acuerdo" no es tal cosa, es simplemente una chapuza; no me reconozco en este "trato". Y si tuviera el poder de decidirlo con el botón rojo de mi escaño, lo rechazaría ¡Votaría no! Porque degrada los estándares de la Unión Europea. Y porque supone un golpe irreparable al prestigio de la Unión en materia de asilo y Derecho humanitario.
Debemos alzar la voz en este Parlamento Europeo para decirles a los jefes de Estado y de Gobierno que las personas que deambulan en el invierno europeo tienen la misma dignidad que aquellos europeos que escapaban de los conflictos del siglo XX, los mismos que dieron origen al Derecho humanitario de la Convención de Ginebra.
Digámosles alto y claro a estos gobernantes acobardados que no deben caer más bajo en la tentación del populismo y del nacionalismo reaccionario. Que defiendan ante sus opiniones públicas los valores y leyes fundamentales de la UE. Y que en todo acuerdo con terceros países es preciso respetar los principios de la acción humanitaria y el Derecho internacional. Y que ni tampoco es una opción mantenerse callados ante esta epidemia de insolidaridad y de simple y llana inhumanidad que estamos observando en tantos países de la Unión.
El mal llamado "acuerdo" con Turquía vulnera los derechos humanos tal como los consigna el Derecho Internacional Humanitario y el propio Derecho de la UE. Ningún trato de este género puede convertirse sin más en una cortina de humo sobre el verdadero problema que entraña la mal llamada "crisis de refugiados". Los derechos fundamentales en la relación UE-Turquía no son negociables.
Cualquier solución debe estar basada en el respeto y garantía de los derechos fundamentales, el Derecho internacional y la Convención de Ginebra, sin ninguna concesión a la adhesión "por vía rápida" o a "la facilitación de visados a Turquía" vinculada al subarriendo en territorio turco de los refugiados sirios. Y debe discutirse la búsqueda de soluciones de medio y de largo plazo al problema migratorio. El PE no puede aceptar que se asuma ninguna eventual consecuencia legislativa de este trato que modifique el acervo humanitario de la UE. No en nuestro nombre.
Ni es un acuerdo, ni estamos de acuerdo.