Oportunidades y renuncias
Nunca se sabrá si Carmona hubiera acertado más si en lugar de seguir su propio camino, hubiera unido al beso, al abrazo y a las lágrimas su dimisión como candidato a la alcaldía de Madrid por solidaridad con su amigo y compañero Tomás Gómez, al que se le desposeyó de su cargo orgánico en una decisión que nadie esperaba y casi inédita en el seno del PSOE.
No siempre se tiene la oportunidad de haber podido elegir entre un camino u otro, entre una posibilidad y otra. Hay personas que o aceptan el trabajo que se les ofrece o se quedan en paro. En ese caso, no existe una oportunidad perdida, porque quedarse en paro no es ninguna oportunidad. Pero algunas veces sí se presenta la ocasión de poder decidir sin que nunca lleguemos a estar absolutamente seguros de que elegimos la mejor o la menos mala. En esto, como en la educación de los hijos, no venimos al mundo con un manual de instrucciones que nos saque del atolladero y nos avise de qué hacer cuando se trata de optar.
No se puede, pues, juzgar severamente el comportamiento que tuvo Antonio Miguel Carmona, que echó lágrimas por la suerte que corrió su amigo y compañero Tomás Gómez cuando fue desposeído de su condición de secretario general del Partido Socialista de Madrid, por decisión de la entonces recién estrenada dirección federal del PSOE. Besos, largo abrazo y lágrimas junto a Tomás Gómez, prometiendo fidelidad y solidaridad plena fue la primera reacción del candidato socialista a la alcaldía de la capital de España, para, sin solución de continuidad, prometer fidelidad a la nueva dirección, mantener su candidatura e, incluso, afirmar su sueño, su disposición para ocupar la Secretaría General del Partido Socialista de Madrid por el cese de su anterior titular.
No han pasado ni tres meses y a Antonio Miguel Carmona se le ha invitado a seguir los mismos pasos que siguió Tomás Gómez, ofreciéndosele, al parecer, un puesto en el Senado que compensara su salida de la concejalía madrileña que ganó en las pasadas elecciones municipales de mayo. En esta ocasión, el cese no proviene de la dirección federal socialista, sino de la nueva Comisión Ejecutiva Regional del PSOE de Madrid. Y tampoco la actitud de los cesados ha sido exactamente igual. Tomás Gómez no tuvo otra alternativa, mientras que Antonio Miguel Carmona asegura que tratará de que su cese se dirima en un Comité Regional, donde seguramente el equilibrio de fuerzas le sea más favorable y, en cualquier caso, afirma que no se irá de concejal, lo que pone en cuestión su continuidad en el grupo municipal socialista del Ayuntamiento de Madrid e, incluso, su permanencia en la filas del PSOE.
Tres meses y una derrota electoral es lo que ha ocurrido entre el cese de Gómez y el cese de Carmona. Nunca se puede estar absolutamente seguro de cuál es la decisión acertada cuando tenemos la oportunidad de decidir entre una cosa u otra porque no podemos vivir ambas opciones al mismo tiempo. Nunca se sabrá si Carmona hubiera acertado más si en lugar de seguir su camino, hubiera unido al beso, al abrazo y a las lágrimas su dimisión como candidato a la alcaldía de Madrid por solidaridad con su amigo y compañero Tomás Gómez, al que se le desposeyó de su cargo orgánico en una decisión que nadie esperaba y casi inédita en el seno del PSOE.
En ese caso, Carmona no hubiera podido llegar a ser alcalde porque no hubiera sido candidato. Ahora tampoco es alcalde y, además, perdió la oportunidad de su vida de haber quedado niquelado en su perfil político y personal.
Se dice que a Carmona lo sustituirá su número dos, que se supone era persona de la máxima confianza del recién destituido. Y vuelta a empezar. No estaría mal traer a colación la frase que dijo Benjamin Disraeli en cierta ocasión: "Después de saber cuándo debemos aprovechar una oportunidad, lo más importante es saber cuándo debemos renunciar a una ventaja".