Día Internacional contra el Uso de Niños soldado: Obedi ha llegado lejos
Por Joseph Tongo, para UNICEF en República Democrática del Congo
"Me salió un suspiro de alivio cuando por fin pude dejar las armas. No quería que me obligaran a acompañar a los soldados o congelarme por las noches. A veces escapé de la muerte por los pelos, porque a menudo estuve en primera línea, transportando a muertos o heridos...".
Esta es la historia de Obedi, un ex niño soldado.
Tenía 11 años cuando empezó a acompañar a los soldados del ejército que operaba en su aldea, en Nyamilima, provincia de Kivu Norte.
Rememora en tono calmado. "Ahora tengo 21 años". Vuelve en el tiempo para contar su historia. Muy pronto fue obligado a dejar la escuela, tras la muerte de sus padres debido a la rebelión del Congreso Nacional por la Defensa del Pueblo que comenzó en 2007 en República Democrática del Congo (RDC).
Normalmente vagaba sin rumbo por las calles de Nyamilima, y allí fue reclutado por los militares para transportar equipamiento como cajas de munición o bolsas. A partir de ahí llegaron días difíciles: "Me levantaba al alba, comía poco y pasaba las noches al raso, pasando frío".
Obedi recuerda cómo, durante los primeros años del conflicto, también ingresó en las filas del grupo rebelde Mai-Mai, del guerrero Shetani, un hombre joven de su aldea. "Luché en muchos lugares: primero en mi pueblo, luego en Ishasha, en la frontera con Uganda y en Kisharo, cuando ganamos mucho dinero levantando una barrera para vehículos", explica.
Un día, tras una llamada de alerta, decidió escapar. "Necesitaba dejar la rebelión, incluso aunque ya había llegado al rango de sargento mayor. Ya no quería seguir luchando".
A finales de 2013, cuando terminó la guerra contra la rebelión, el programa nacional para la desmovilización, desarme y reinserción trasladó a los niños soldados a Kamina, ex provincia de Katanga.
"Éramos más de 200, si no recuerdo mal", nos cuenta Obedi. Este programa es para todos los niños soldado que forman parte de un grupo o fuerza armada, incluidos los porteadores o los mensajeros.
Obedi era uno de los niños a los que este programa del gobierno congoleño quería reinsertar en la vida civil. Él, que había luchado en RDC y a veces en Uganda, sería empleado por las fuerzas gubernamentales y por la oposición.
Este adolescente vivió escenas espantosas de guerra, que le han causado secuelas psicológicas. "A veces, durante los ataques rebeldes en mi pueblo, me obligaban a quedarme con los soldados. Temblaba de miedo con el sonido de las balas pasando encima de nuestras cabezas, por no mencionar la explosión de granadas o los gritos de los rebeldes. Era terrorífico, tanto que a veces tengo pesadillas".
Nos confiesa que solo quería olvidar todo para poder volver a la vida civil. Después de la desmovilización de niños soldado, siguen un programa de reintegración social. Según Katembo Malekani, jefe del proyecto para la desmovilización, reintegración y prevención de reclutamiento de niños soldado, "la educación es clave para la reintegración social. Pero hay otras maneras de formación para que quienes no quieren seguir el currículo tradicional puedan recibir una formación técnica".
Obedi admite que, debido a su edad, él no quería volver a la escuela y seguir un programa educativo tradicional. "Solo quería abrir una peluquería o sacarme el carné de conducir", explica con una amplia sonrisa.
Optimista y joven, está saliendo adelante. Gracias al proyecto de desmovilización y reintegración social, Obedi pudo acceder a ayuda, que le permitió construirse una casa. "También recibí ayuda en efectivo, una cortadora de césped ¡y accesorios para mi peluquería!".
Así ha logrado ganar algo de dinero con su propio negocio. Sigue reconstruyendo la casa de sus padres. "Está hecha de ladrillos quemados, solo falta el tejado", asegura un vecino que aprecia el trabajo de este joven para honrar a sus padres.
Más de 20.000 niños soldado de RDC han sido liberados de grupos y fuerzas armadas en los últimos 10 años, según datos de UNICEF.