'Esta es tu vida'
Ingredientes como el morbo, a veces el voyeurismo, la apariencia de realidad, la competencia a ultranza entre los concursantes y la capacidad de interacción del espectador a través de las redes sociales y los mensajes de los móviles, son imprescindibles para captar el interés de la audiencia.
Quizá nuestra vida no es la que creemos haber vivido.
Imaginemos que queremos averiguar la verdad sobre nuestra propia vida: conocer de primera mano cómo es la pareja con la que convivimos, cuál es su verdadero pasado y cuáles son sus auténticos pensamientos y actuaciones en relación a nosotros; cómo y por qué se tomó la decisión de ascendernos o despedirnos de nuestro trabajo; qué opina de nosotros el que creemos que es nuestro mejor amigo o amiga, por qué nuestro hermano siempre fue el favorito de nuestro padre, qué es lo que dicen y cómo se comportan a nuestras espaldas nuestros compañeros de trabajo..., todo, nuestro pasado y nuestro presente se va a investigar a través de infinitos medios. Solo tenemos que firmar un contrato en el que renunciamos a nuestra intimidad: les daremos nuestras cuentas bancarias, las llaves de casa, las claves secretas de nuestro ordenador, las de las cuentas de mail, de facebook, twitter, nuestro teléfono móvil, el libro de familia, la declaración de la renta...., todo.
Se trata de un reality televisivo inventando, Esta es tu vida, que da título a mi última novela. En ese programa de telerrealidad ganará aquel que haya llevado una vida más ilusa, engañosa e irreal. El público en sus casas y el jurado en el plató no deben votar a aquel cuya vida es tal cual la ha vivido y contado en el programa.
El reality bate todas las audiencias hasta que Lucía, una de las concursantes, aparece colgada del campanario de una iglesia y los directivos de televisión deciden aprovechar esa circunstancia para mezclar a los periodistas de los servicios informativos de la cadena con los de la productora de Esta es tu vida en un macroespacio televisivo ¿Todo vale para conseguir la máxima audiencia?
Los espacios de telerrealidad tienen millones de seguidores en todo el mundo, suelen ser líderes en el prime time de la cadena que los emite. Algunos creen que forman parte de la llamada telebasura, pero resulta complejo aplicar esta definición a unos formatos que tienen tras de sí a decenas de guionistas, realizadores y técnicos que se esmeran en que la hiperrealidad y la hiperficción estén bien armonizadas para levantar las pasiones y sentimientos más profundos de los telespectadores.
Ingredientes como el morbo, a veces el voyeurismo, la apariencia de realidad, la competencia a ultranza entre los concursantes y la capacidad de interacción del espectador a través de las redes sociales y los mensajes de los móviles, son imprescindibles para captar el interés de la audiencia.
Me da la sensación de que algunos de los componentes de esta fórmula mágica se están empleando en los informativos de televisión y, por descontado, en las tertulias de carácter político-social, donde se exageran las posturas y opiniones y se buscan las empatías y aversiones con los tertulianos, que suelen sobreactuar al dictado de los guionistas. Todo por la audiencia.
Es preocupante que la información y la opinión televisiva esté salpicada por los realities. Con la que está cayendo debería bastar con contar la verdad o las verdades de las noticias, sin subjetividades ni exageraciones, ya que de por sí solas tienen mucho morbo.
Aquí puedes leer el primer capítulo del libro, que se presentará en la librería La Central de Callao, en Madrid, el próximo martes 28 de octubre a la 19:30.
Esta Es Tu Vida, de José Sanclemente by El Huffington Post