¿De verdad que no hay dinero?
Si el presidente del Gobierno o el ministro de Asuntos Exteriores y ¿Cooperación? piensan que se puede tener una voz significativa en la arena internacional solo con discursos, sin comprometerse, sin poner un euro que indique la seriedad de las propuestas, es que no tienen ni idea del mundo.
A pesar de ligeras reducciones, la cooperación al desarrollo se mantiene en niveles elevados en la mayor parte de los países europeos e incluso se recupera en países como Italia o Irlanda. Brasil lleva años incrementando su capacidad y sus programas en países cercanos y en África Subsahariana. En el Reino Unido David Cameron ha reafirmado su compromiso con la vieja y justa reivindicación del 0,7.
Situaciones diversas en un mundo en cambio, donde la cooperación internacional al desarrollo sigue siendo imprescindible, por ética, responsabilidad y presencia internacional. No lo entiende así el Gobierno español que está decidido a anular esta política pública, especialmente en aquello que la hace más relevante y cercana a la población, la acción humanitaria y el apoyo a la labor de las Organizaciones no gubernamentales de Desarrollo (ONGD). El presupuesto de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo ha pasado de 869 millones de euros en 2011 a 227 en los PGE de 2014. Restando gastos corrientes apenas queda para mantener programas que cuentan con logros notables en su pasado y que han afianzado la presencia española como socio creíble y corresponsable a la hora de enfrentar retos comunes.
Si el presidente del Gobierno o el ministro de Asuntos Exteriores y ¿Cooperación? piensan que se puede tener una voz significativa en la arena internacional solo con discursos, sin comprometerse, sin poner un euro que indique la seriedad de las propuestas, es que no tienen ni idea del mundo de hoy. Aún se vive de los programas y fondos puestos años anteriores, pero ese rédito dura poco y se está acabando. Lo siento presidente, la retórica no da de comer, no enfrenta la pobreza extrema, ni el cambio climático, ni las muertes por malaria.
La partida para ONGD también se reduce en un brutal 65 % lo que suma a la casi desaparición, salvo excepciones como Andalucía o el País Vasco, de la Cooperación Descentralizada, que era canalizada en buena medida a través de las ONGD. Seguramente es necesaria una reflexión en el sector sobre el crecimiento de organizaciones exclusivamente al amparo del de los recursos públicos. Sin embargo es evidente que las ONGD somos el referente social de la Cooperación al Desarrollo. Varias contamos con cientos de miles de socios que apoyan nuestra labor y que no entenderán que el Estado siga financiando instituciones globales como los Bancos de Desarrollo y apenas a las organizaciones de la sociedad civil española.
Tal vez el lugar donde confluyen de forma más indignante estos tajos a la solidaridad internacional es en la partida de Acción Humanitaria canalizada a través de ONGD que se queda en 500.000 euros. Sí, han leído bien. Solo el Programa de Oxfam Intermón en tres países del Sahel durante la crisis alimentaria de los dos últimos años, superó los 20 millones de euros. No hablamos de programas de fortalecimiento institucional o de desarrollo productivo, importantes también, hablamos de cumplir un mandato humanitario que nos obliga a responder ante emergencias en las cuales se requiere de una inyección decidida de recursos para activar la capacidad de las organizaciones con experiencia en salvar vidas. Nada más y nada menos.
Señor presidente, con un 74% de reducción durante la crisis, con el restante 26% dedicado mayoritariamente a cuotas obligatorias, está acabando usted con la cooperación internacional como acción del Estado. Si como dijo recientemente en Nueva York, en cuanto crezcamos de nuevo retomaremos esta actividad, ¿por qué ante un escenario de crecimiento en 2014, aunque sea menor, le mete un nuevo tajo a esta política. ¿De verdad siente que alguien entre quienes le escucharon en la Asamblea de Naciones Unidas le creyó? Los números no mienten, son los mejores para reflejar la verdadera voluntad e interés, que es cero. Tan bajo que prefiere financiar errores y estupideces indignantes como el "adelgazamiento" de un submarino, con 200 millones de euros recortados a la Cooperación y otras partidas sociales. ¿De verdad que no hay dinero?
Aun está a tiempo de corregir. La señal creíble dentro y fuera de España sería retomar un mínimo crecimiento de la AOD como porcentaje del PIB, para lo cual le basta con dejar la grasa del submarino y dedicar esos 200 millones a Cooperación. Como mínimo devuelva el presupuesto de la Agencia al del año pasado, incluyendo un incremento de la partida de Acción Humanitaria a través de ONGD a una cantidad que nos permita trabajar desde nuestro país y no olvidarnos de que existió algo que se llamó Cooperación Española.