Fernando Alonso y las hojas de la margarita
La fórmula 1, además de un conjunto de elementos extradeportivos, es también un deporte de riesgo, como acabamos de comprobar con el accidente de Bianchi. Un riesgo que afortunadamente va reduciéndose año tras año. Pero siempre habrá un espacio para la fatalidad imprevista y no necesariamente negligente.
Las noticias sobre el futuro de Fernando Alonso y sobre el atroz accidente de Jules Bianchi en el último Gran Premio han permitido un sinfín de especulaciones con más o menos fundamento (casi siempre menos) a las que vamos a sumar unas cuantas más.
Comencemos por decir que en esta especialidad técnico-económica-deportiva que es la Fórmula 1 casi todo es desconocido. Se cuentan con los dedos de una mano los periodistas que conocen una parte ínfima de lo que se cuece entre bastidores. Desde luego que yo no soy uno de ellos; y sólo el haber seguido esta disciplina desde los años de Jim Clark y Graham Hill me permite olisquear alguno de los aspectos que se debaten, asumiendo el riesgo de sumarme a la larguísima lista de los que se equivocan.
Empecemos por el caso de Alonso. La primera certeza es que la escudería Red Bull ha anunciado que el año próximo sus dos pilotos oficiales serán el australiano Daniel Ricciardo y el ruso Daniil Kvyat, el nuevo fichaje que sustituye a Sebastian Vettel. A día de hoy, todo lo demás son rumores más o menos confirmados. Otro hecho cierto es que Fernando Alonso tiene contrato con Ferrari para correr en 2015. También Vettel tenía contrato para 2015 con Red Bull y parece lógico (que no cierto) pensar que han llegado a un acuerdo de rescisión.
No es especulación que Fernando Alonso quiere tener un coche más competitivo que el actual Ferrari F14T y que ha sido el propio director del equipo Marco Mattiacci quien ha manifestado que es muy difícil que en la temporada 2015 puedan estar luchando por el título. Y a partir de aquí, ya todo es pura especulación. Al piloto español le quedan tres opciones: quedarse en Ferrari y esperar que Mattiacci se equivoque y el Ferrari del año próximo sea más competitivo; dejar la fórmula 1 y dedicarse a otra especialidad automovilística; o buscar un hueco en un equipo que considere que en 2015 y en tres o cuatro temporadas más puedan asegurarle la pelea por un tercer título mundial. El asturiano cumplió en julio 33 años y aunque Fangio logró su último mundial con 46 años, en aquel año de 1957 las cosas eran muy distintas.
Schumacher ganó su último mundial con 35 años y su última carrera con 37. Cuando regresó a la fórmula 1 con 41 años tras cuatro de excedencia ya no era el Kaiser de sus siete títulos mundiales. Hoy día, con pilotos en Fórmula 1 con menos de 20 años, sobrepasar los 35 parece a priori una edad bastante madura para ser campeón del mundo. Aun así, Alonso afirma estar, a sus 33 años, en el mejor momento de su carrera.
Digamos pues que Alonso tiene prisa por subirse a un coche que le garantice pelear por el mundial y demostrar que es el mejor piloto de esta generación. Sus dos mundiales con Renault en 2005 y 2006 están lejísimos. Si lograra un tercero se convertiría en el piloto que más ha tardado en conseguir otro título: Niki Lauda tuvo que esperar siete años, entre 1977 (campeón con Ferrari) y 1984 (con McLaren) para alcanzar su tercer y último mundial. Sería bonito que el asturiano siguiera esta senda.
En la actualidad, Mercedes es imbatible y todo apunta a que en 2015 va a continuar con su dominio. Hoy en día, la Formula 1 la gana quien más dinero pone encima de la mesa y quien más recursos tecnológicos puede destinar al desarrollo de un monoplaza y un bloque motriz. Ya no se puede hablar de un motor, sino de todo un conjunto de elementos que configuran un motor híbrido de 1.600 centímetros cúbicos turbo. Un tipo de motor que Ferrari difícilmente va a utilizar en sus coches de serie. Y los medios que puede destinar el grupo Fiat para su desarrollo difícilmente pueden compararse con los que pueden poner en juego Mercedes, Honda o Renault-Nissan. Ya no es solo una cuestión económica, sino de know-now. Precisamente es de lo que ha venido quejándose Fernando Alonso en los últimos tiempos: de la falta de conocimientos y eficiencia necesarios para diseñar un coche competitivo.
Hace meses que el entorno del asturiano (nunca él directamente, como es norma habitual en el deporte de élite) analiza, conversa y estudia opciones de futuro que puedan plasmarse en un contrato para correr cuanto antes con un coche de pódium. Y sólo su entorno más próximo conoce en qué situación se encuentran estas gestiones. Y, contrariamente a lo que el propio Fernando ha dicho, tampoco depende exclusivamente de él la decisión que tomar. Si Hamilton se proclama Campeón del Mundo (y tiene todas las papeletas) va a ser muy difícil quitarle el puesto en Mercedes, salvo que el inglés quiera irse a un equipo peor pero con un contrato más generoso. A mí personalmente me cuesta creerlo. Tampoco parece fácil que sustituya a Rosberg y que Hamilton y Alonso vuelvan a repetir la pareja que tan mal acabó en la temporada 2007.
Para el asturiano, la opción McLaren parece la más lógica, ya que el año próximo cuenta con todo el apoyo de Honda, que regresa a la fórmula 1. Pero nada garantiza que en el primer año los japoneses den en el clavo y se pongan a competir en primera división. Y finalmente quedan otras opciones, no descartables, y fruto también de la especulación. Insistimos en que es más que probable que ni siquiera el propio Fernando sepa aún cual va a ser su volante en 2015. Esta tercera vía es que se suba a un equipo menor, como Lotus, en el que no tendrá presión por ganar y le permitirá un año de impasse con apariciones incluso en otro tipo de carreras, como las 24 Horas de Le Mans, haciendo equipo con Jordi Gene, por ejemplo. Aunque con un calendario de 20 carreras en 2015 no va a disponer de demasiado tiempo de adaptación.
La fórmula 1, además de un conjunto de elementos extradeportivos, es también un deporte de riesgo, como acabamos de comprobar con el accidente de Bianchi. Un riesgo que, afortunadamente, va reduciéndose año tras año. Pero siempre habrá un espacio para la fatalidad imprevista y no necesariamente negligente. Desde aquí le enviamos al bravo piloto francés nuestro deseo de una pronta recuperación.