Capítulo VI: El guardián
Mister Proper no tenía demasiadas ganas de irse a casa, así que decidió que se metería en el primer bar que encontrara a tomarse un copazo. No era lo más apropiado para las 9 de la mañana de un domingo, pero necesitaba emborracharse.
A casa. Lo cierto es que Mister Proper no tenía demasiadas ganas de irse a casa, así que decidió que se metería en el primer bar que encontrara a tomarse un copazo. No era lo más apropiado para las 9 de la mañana de un domingo, pero necesitaba emborracharse. Caminó un par de manzanas hasta que encontró una cafetería abierta, uno de esos establecimientos que sirven porras por las mañanas y platos combinados el resto del día. Entró y pidió un sol y sombra. Estaba esperando a que se lo sirvieran, cuando descubrió a un viejo conocido sentado al fondo del local. Al verle, una idea pasó por su cabeza y se pensó mejor lo de pillarse un pedo. Tal vez sería más útil estar sobrio, así que llamó de nuevo al camarero.
- Disculpe... anule el sol y sombra y póngame un café con leche. Doble.
Beefeater tenía un aspecto bastante lamentable. Bueno, lo cierto es que era su aspecto habitual. Todos los que le conocían sabían que ese uniforme impoluto de guardia de la Torre de Londres que solía lucir en las fotos era fruto del Photoshop. El que llevaba en la vida real necesitaba siempre una buena sesión de tinte. Como de costumbre, llevaba un tremendo pedal. Tenía los ojos cerrados y cabeceaba constantemente, murmurando retahílas de palabras inconexas. Mister Proper se alegró de haber anulado el chispazo, porque solo con los efluvios que emanaba Beefeater ya empezó a sentirse mareado. Aguantando la respiración, se sentó frente a él y le dio un par de palmaditas en un brazo.
- Beefeater, eh, Beefeater, qué pasa tío, ¿cómo estás?
Haciendo un enorme esfuerzo, Beefeater consiguió entreabrir los ojos y se quedó mirando extrañado a Mister Proper durante unos segundos. Finalmente, pareció reconocerle.
- Hombre, Mishter Proper -Beefeater hablaba igual que los borrachos de los tebeos y que Mariano Rajoy, o sea, convirtiendo las eses en ese hache-, no shabía que tuvieshes un hermano gemelo...
- No tengo ningún hermano, y además me llamo Don Lim... bueno, qué más da... dime Beefeater, ¿qué tal ha ido la noche? ¿Te has encontrado a mucha gente por ahí?
A modo de respuesta, Beefeater, que había vuelto a echar el cierre a los párpados, se limitó a alzar las cejas y a mascullar un par de frases ininteligibles. Mister Proper se acercó más a él y lanzó la pregunta decisiva.
- ¿No habrás visto a Mimosín?
Al escuchar el nombre del osito, la cabeza del guardia inglés dejó momentáneamente de bambolearse.
- ¿Mimoshín?- dijo.
- Sí, Mimosín, ya sabes...
- Mimoshín... Shí... le vi.
Mister Proper se acercó aún más a él. El corazón empezó a latirle muy rápido. Beefeater volvió a abrir lentamente los ojos.
- Mimosín... Mimoshín... el cocodrilo -susurró.
Acto seguido, volvió a cerrarlos y cayó desmayado sobre la mesa. Mister Proper puso cara de desesperación. Se levantó y le agarró del pelo para alzarle la cabeza.
- ¿Cocodrilo? ¿Qué coño cocodrilo? ¡Maldito borracho de mierda, Mimosín es un oso! ¡Un puto oso de peluche! ¡Le conoces de sobra, tío!
Pero Beefeater ya no le escuchaba. Volvió a su estado de semi inconsciencia inicial y ya no hubo manera de sacarle nada más. Mister Proper se quedó unos minutos mirándole fijamente y deseando matarle mientras se terminaba el café. Finalmente, dándose por vencido, pagó su consumición y salió por la puerta. Quizá no era tan mala idea volver a casa, después de todo.
Era tan suave se publica por entregas: cada día un capítulo. Puedes consultar los anteriores aquí.