La Semana Santa en Santa Cruz de La Palma
Declarada Fiesta de Interés Turístico de Canarias en 2014, la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma constituye una de las citas festivas ineludibles del calendario regional del Archipiélago. Durante algo más de siete días, la ciudad se ha convertido en una nueva Jerusalén para celebrar el ciclo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Declarada Fiesta de Interés Turístico de Canarias en 2014, la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma constituye una de las citas festivas ineludibles del calendario regional del Archipiélago.
Durante algo más de siete días, la ciudad se ha convertido en una nueva Jerusalén para celebrar el ciclo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Las principales calles del centro urbano, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1975, se visten de colgaduras y se aromatizan de incienso para recibir la primera fiesta con la que arranca el ciclo de la primavera.
La ciudad se convierte por unos días en un auténtico museo de arte sacro al aire libre, como delata la variedad de procedencias de su imaginería, que incluye obras flamencas y mexicanas del siglo XVI, tallas del Barroco sevillano y palmero, esculturas canarias de diferentes representantes del neoclasicismo en las islas, ejemplares peninsulares y canarios del siglo XX y piezas esculpidas por creadores palmeros en el presente siglo.
Junto a la variedad de su imaginería, habría que añadir como particularidad la riqueza de su patrimonio orfebre, que luce su esplendor en estos días, en especial, las cruces, ciriales, incensarios, navetas, cálices, copones y custodias salidas de diferentes talleres novohispanos, peruanos, cubanos y caraqueños, fruto de la devoción que los palmeros emigrados a América mostraron siempre por su tierra de origen.
Entre las funciones parateatrales de esta cita, sobresalen los encuentros o puntos celebrados el Miércoles Santo: en la plaza de España, el de Jesús con su madre, a la que da aviso el Discípulo Amado, llamado popularmente en La Palma San Juanito El Alcahuete, y, en la plaza de la Cruz del Tercero, el que representa la impresión de la Santa Faz en el lienzo con el que La Verónica enjuga el rostro de Jesús.
Cargadas a hombros, las imágenes siguen un movimiento en vaivén a lo largo de todo el recorrido, que reproducen las filas de cofrades pasionistas, conocido con el nombre del baile del Señor, una peculiar danza que se ha convertido también en seña de identidad de las procesiones en Santa Cruz de La Palma.
Lejos de lo que ocurre en otros lugares de la geografía hispana, la Semana Magna de la capital palmera reproduce fielmente los episodios de la Pasión en perfecto orden cronológico, saliendo en primer lugar el Señor de la Burrita el Domingo de Ramos, continuando el paso de la Oración en el Huerto en los Olivos, la Negación de San Pedro, la Flagelación, el Camino hacia el Calvario, que cuenta con un Nazareno y una imagen de la caída, el momento previo a ser clavado en la cruz, la Crucifixión y el Descendimiento y Entierro, culminando, el Domingo de Pascua, con la procesión del Santísimo.
El presente reportaje incide en algunos momentos de esta carrera del via crucis, reproducidos por José Ayut Santos a través de una galería que remarca la calidad de la imaginería y pone de relieve el sentido público y callejero que ha tenido, desde las primeras noticias conocidas de su celebración, la Semana Santa en Santa Cruz de La Palma; destacan, así, la disposición en anfiteatro de sus calles (a menudo con el mar al fondo), la estrechez y sinuosidad de muchas de ellas y las joyas de su patrimonio arquitectónico.