¿Un hotel junto a la última gran playa virgen del sur de Tenerife?
Del fondo de la playa de la Tejita emerge no sólo el rechazo de una parte de la población local y extranjera a nuevas construcciones hoteleras en un territorio ya muy sobrecargado, sino también el debate sobre qué modelo turístico quieren desarrollar las islas Canarias en las próximas décadas. Porque ¿cuánto aporta realmente, en beneficios económicos, una instalación hotelera de este tipo a una economía local?
Foto de la playa de La Tejita con la Montaña Roja al fondo/Imagen cedida por la asociación Salvar la Tejita
¿Tuvo usted alguna vez una playa virgen a donde lo llevaban sus padres en la infancia para sacudirle el polvo de la rutina de la semana, un lugar donde más tarde sintió que había otra vida posible cerca del mar, con el sol dando en la piel, activando la vitalidad o el erotismo dormido por la pesadez del frío, de las obligaciones, del miedo, de las frustraciones, del tedio? ¿Le gustaría que le plantaran a muy poca distancia de allí un hotel con una superficie construida de 22.514 metros cuadrados -como dos campos y medio de fútbol- y 169 habitaciones?
Si su respuesta es no, no está usted solo. Ana, Fátima y Gabi piensan lo mismo. El problema es que ellas viven en el municipio de Granadilla de Abona, en cuya costa está a punto de comenzar la construcción de un hotel de lujo, en la última gran playa virgen que queda en el sur de la isla de Tenerife y que se llama La Tejita. Por ella caminan muchas tardes, en un trayecto que va desde la vecina playa del Médano y que tiene varios kilómetros; un recorrido en el que hay parajes protegidos por su valor ambiental. Se nota que les gusta mucho esta playa. "La Tejita tiene algo especial, todos los atardeceres son diferentes", dice Ana justo cuando el sol ya ha empezado a declinar. "No al hotel. Rotundamente. Esta es una playa casi más para contemplar que para bañarse", afirma Ana en referencia al viento que sopla normalmente y que ha convertido a esta zona de Tenerife en referencia mundial para los que practican deportes que mezclan mar y viento. Y rechazan que los puestos de trabajo que puedan dar la construcción o la gestión del hotel vayan a tener tanto impacto: "La cadena se traerá a sus directivos y a veces incluso a muchos empleados. Y luego dejará a gente de aquí el tema de la limpieza, con sueldos muy bajos".
Los contrarios al proyecto llevan desde enero organizándose. Hay una petición con más de 93.000 firmas al Gobierno de Canarias en Change.org para que no se construya el hotel y se ha formado la asociación Salvar La Tejita. Entre los que funcionan como uno de sus portavoces está Gabriel, que es biólogo. Da la sensación de que sabe que lo primero que se utiliza en el argumentario contra los que rechazan este tipo de proyectos es que son unos ambientalistas trasnochados, porque rápidamente aclara que él no es "conservacionista". Frente a quienes hablan de los puestos de trabajo que se van a crear con la construcción del hotel, él no sataniza a este sector, pero defiende otro modelo: "Claro que creemos que la construcción es un sector importantísimo, pero se debería orientar hacia la renovación de la planta hotelera de sitios como el Puerto de la Cruz, que ya están muy antiguos, más que a seguir 'comiendo' suelo. Además, turismo no es sólo sol y playa y grandes lobbys. Hay también turismo sostenible, de espacios naturales, que genera empleo de calidad y estable".
En la parte inferior de la zona señalada de gris se puede ver claramente la parcela de La Tejita Luxury Beach Resort, colindando con la playa/Imagen cedida por la asociación Salvar la Tejita
En el manifiesto que leyeron durante la manifestación que se celebró en Santa Cruz de Tenerife el pasado 26 de febrero, la asociación afirmaba que es imposible que un hotel con 276 metros en el frente de playa y dentro de una parcela de 26.000 metros cuadrados no vaya a tener impacto en las zonas protegidas colindantes, como Montaña Roja, que está a poco más de un kilómetro y que fue declarada Paraje Natural de Interés Nacional en 1987, luego fue clasificada como Reserva Natural Especial por la Ley de Espacios Naturales de Canarias en 1994 y que está catalogada como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) dentro de la región Macaronésica de la Unión Europea y como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
"Cuando existe un lugar protegido, hay que generar alrededor una zona de amortiguamiento, un espacio donde hay cierta actividad, pero que sirve de protección a esa área protegida", afirma Gabriel. Si la zona de alrededor de La Tejita se llena de construcciones -ya hay un centro comercial y una urbanización con casas de una sola planta-, esta zona de protección se iría perdiendo, según Gabriel. Por eso han propuesto también su alternativa de uso para la zona:
Imagen cedida por la asociación Salvar la Tejita
El Ayuntamiento, sin embargo, ha mostrado su "sorpresa" por las iniciativas de la plataforma Salvar la Tejita, según ha declarado a este medio el primer teniente de alcalde y concejal de Urbanismo de Granadilla Juan Rodríguez Bello. "Parece que va a hacerse en la falda de la montaña. Y no es así". Según Rodríguez Bello, se trata de un terreno bastante degradado, completamente separado de la playa y que está vallado desde hace veinte años. Un terreno urbanizable desde los años setenta sobre cuyo uso, según él, nadie alegó nada en la última modificación del plan general de ordenación urbana del municipio, en 2004. "Sólo se va a edificar el 35% de la parcela, con un máximo de tres alturas. La propiedad ha cedido al municipio siete mil metros cuadrados que dan a la playa y el acceso a la playa va a seguir siendo completamente público".
Foto de la parcela vallada donde se quiere construir el hotel/Imagen cedida por la asociación Salvar la Tejita
Para el concejal, el municipio de Granadilla necesita algunas instalaciones hoteleras de "gran calidad" y no cree que tener cinco o seis hoteles, como tienen previsto, sea demasiado. Sobre todo, por el tipo de turismo al que quieren dirigirse. "Se trata de un turista de cierto nivel adquisitivo, al que le gusta la naturaleza y el turismo deportivo, que no viene buscando sólo sol y playa. No creo que cuatrocientas personas más o menos vayan a tener demasiado impacto. Y además, ahí está el órgano rector, que es el Cabildo, y seguro que se encargará de proteger las reservas naturales".
Del Cabildo y del Gobierno de Canarias dependen las últimas autorizaciones para que comience el proyecto. Si todo se ajusta a la legalidad, será difícil dar marcha atrás, a no ser que alguna Administración consiga comprarle los terrenos a la empresa, como ha propuesto el grupo de Podemos en el Cabildo de Tenerife. Algo que, por su propio carácter compensatorio, conllevaría el desembolso de varios millones de euros.
Otra cosa es que a la propietaria de terreno, el grupo Viqueira -promotor del centro comercial y la urbanización Sotavento, justo al lado de los terrenos del hotel- le interese un contencioso con la gente del pueblo o con los ecologistas, que no parecen dispuestos a amilanarse, como demuestra la portavoz de Ben Magec-Ecologistas en Acción Yasmina Encinoso. "No se trata ya sólo de que sea una cuestión que afecte al ecosistema, que también, sino del derecho a conservar una de las pocas playas vírgenes que hay en Tenerife". El argumento del empleo no convence en absoluto a Encinoso, que está bregada en mil batallas medioambientales de la historia reciente de las islas: "¿Qué te voy a contar? Estamos batiendo récords de turismo y tenemos las tasas de desempleo más altas de la historia del archipiélago y con un empleo precario, como demuestra la situación de las trabajadoras de la limpieza, que están luchando contra las pésimas condiciones en las que trabajan". Y advierte: "Va a ser un hotel defenestrado, con muy mala imagen. Porque la gente va a seguir luchando. La población canaria está acostumbrada a luchar por su territorio, a llegar a la prensa internacional y a los potenciales turistas de las islas".
Aunque tampoco es la primera vez que el Ayuntamiento de Granadilla y otras administraciones pasan olímpicamente de los argumentos de los ecologistas. En la memoria de la isla está la lucha contra el puerto industrial de Granadilla, cuya construcción se impulsó en 2002, cuando el Gobierno de Canarias, en manos de Coalición Canaria y PP, declaró que era una obra de "interés público", generando un fuerte rechazo en la ciudadanía de la isla. Luego estuvo paralizado por no cumplir la normativa , pero finalmente se reanudó su construcción gracias a una modificación del Catálogo de Especies Protegidas. Uno de los grandes defensores de ese proyecto ha sido Jaime González Cejas, del PSOE, alcalde de Granadilla desde 1991 a 2007 -cuando volvió a ganar, aunque sin mayoría absoluta-, y del 2011 hasta ahora, a pesar de estar imputado por supuestas irregularidades en licencias urbanísticas concedidas por el municipio.
Foto: Puerto de Granadilla/Autoridad portuaria
Pero del fondo de la playa de la Tejita también emerge el debate sobre qué modelo turístico quieren desarrollar las islas en las próximas décadas. Y cuánto aporta, en beneficios económicos, una instalación hotelera de este tipo a la economía local. Según Eduardo Parra, profesor de Economía, Empresa y Turismo de la Universidad de La Laguna y presidente de la Asociación Española de Expertos Científicos en Turismo, el beneficio económico para el destino es menor de lo que se cree. "Este tipo de instalaciones consumen muchos recursos locales y públicos en suelo, agua, energía eléctrica, tratamiento de residuos, en salud, en seguridad, todo lo que genera la estructura de un hotel". "¿O sea que el saldo entre lo que consume el hotel y lo que aporta no sale a cuenta?". "Pues no. Ejemplos como el de Barcelona están cuestionando el consumo de servicios público en el desarrollo de infraestructuras turísticas. Además, se podría correr el peligro de que la población local vea ese desarrollo como algo peligroso".
Y no sólo la población local, sino también algunos de los extranjeros que vienen aquí desde hace décadas. Como André y Sarah Farmer, que viven en Devon, Reino Unido, y que creen que la zona "debe mantener su aspecto natural actual" y están rotundamente en contra del hotel. Ellos se alojan en El Médano y se acercan a La Tejita por las tardes para disfrutar del entorno. "La razón por la que estamos aquí es precisamente porque no se parece en nada a la Playa de la Américas o Los Cristianos", que son entornos totalmente degradados por la sobre-explotación turística. Algo similar piensan Michael y Carol, también británicos, de Kent y que pasan temporadas en el municipio de Granadilla. A ellos les encanta el Tenerife "real", y no entienden que se vaya a utilizar esta zona para construir un hotel exclusivo. "Yo no quiero cambiar Tenerife. ¿Qué va a pasar en un lugar como este?", dice extendiendo la mano y señalando hacia la playa.
Poco antes de escribir este artículo, cenando en Madrid con una amiga que se llama Marta y es de origen canario, salió el tema del turismo en las islas. Ella estaba hablando de Ciudad del Cabo, de lo agradable que es, de cómo había conseguido vender su rollo slow y se había convertido en una especie de San Francisco africana. De repente pensé en lo paradójico que era que un sitio tan genuinamente slow como Canarias, donde la vida tenía una cierta tendencia a ser más relajada, se percibiera en el exterior como un lugar, fundamentalmente, de resorts y grandes apartamentos, sol y playa, y no un lugar para relajarse y perderse por mil paisajes, para disfrutar de su vino o de una gastronomía local sencilla pero sabrosa. "Lo cierto es que entre todo el mundo que conozco, la imagen que hay de Canarias es bastante limitada, en realidad no se conocen cosas estupendas que hay por allí. En ese sentido, creo que Baleares ha vendido mucho mejor lo que tiene", me decía ella.
Eduardo Parra no defiende que la opción para Canarias tenga que ser necesariamente la del turismo slow, pero sí que debe haber un debate serio sobre cuál es el modelo por el que se quiere apostar. "Está claro que el turismo es un elemento clave y dinamizador de nuestra economía, y que sobre él deben construirse el resto de los pilares de nuestro desarrollo. ¿Pero cuánto tiempo más es sostenible este modelo? Hay muchas formas de turismo que pueden dar dinero, pero habría que explorar las posibilidades de cambio en algunas estructuras del modelo actual". Y aunque hay algunas iniciativas públicas con el objetivo de dinamizar el sector turístico, la realidad es que las administraciones siguen apostando por el turismo de masas a través del aumento de la conectividad, con más vuelos a las islas y más volumen de pasajeros. El resultado es que hay municipios, como es el caso de Arona, cuya capacidad de carga (gasto eléctrico, energético, personas por kilómetro cuadrado) está totalmente saturada. "Al final uno termina estresándose, como si estuviera en una ciudad".
Y mientras se debate sobre lo divino y lo humano, sigue atardeciendo en La Tejita, cada día con una luz diferente, a la espera de saber si nuevas construcciones de hormigón proyectarán su sombra cerca de esa zona protegida de Montaña Roja, tan rugosa que parece un pedazo de tierra arrancado a la luna.