¿Es el cambio climático el culpable del Tifón Haiyan en Filipinas?
Ante este tipo de desastres, hay que dejar de acusar a la naturaleza de cruel y asesina. La naturaleza y los climas son como son y está en los Gobiernos el cómo actuar ante ella. El riesgo natural existe, pero está en nuestra mano convertirlo en catástrofe o no.
El supertifón Haiyan pasará a la historia de la meteorología por su virulencia, pero también pasará a los anales de la historia de Filipinas como uno de los fenómenos naturales más trágicos que hayan azotado jamás el país.
El 5 de noviembre a las 03:00 UTC se confirmó la génesis de un potente tifón, en ese momento Categoría 1, en el Pacífico que se intensificaría según pasaran las horas, ganando energía y aumentando su categoría hasta la máxima posible, un Categoría 5 con vientos de más 249km/h, un sistema de muy bajas presiones, lluvias torrenciales... un evento que desde luego se había convertido en un riesgo sobre el océano y que causaría daños severos si llegaba a tocar tierra. El día 6 de noviembre a las 15:00, poco más de veinticuatro horas después, se confirma un supertifón Categoría 5. A las 16:00 entraría en el Área de Responsabilidad Filipina, donde la Administración de Servicios Atmosféricos, Geofísicos y Astronómicos de Filipinas (PAGASA) pasaría a nombrarlo Yolanda.
Entre el día 7 y 8 de noviembre Yolanda impactaría contra Filipinas. A las rachas de viento de más de 300km/h y las fuertes lluvias se sumó, como era de esperar, una súbita elevación del nivel del mar (debido a la baja presión del ciclón) que junto con el fuerte oleaje arrasaron los primeros cientos de metros de costa, como si de un tsunami sísmico se tratara, aunque lo cierto es que este fenómeno de marea meteorológica podría completarse con el de Meteotsunami, es decir, cuando por causas atmosféricas se perturba la superficie del océano y una gran ola impacta contra tierra. La destrucción fue total.
Imagen satélite del Tifón Haiyan centrado sobre Filipinas. Fuente: NOAA.
Las primeras informaciones apuntaron a que se habían producido 10.000 fallecidos aunque fue desmentido rápidamente por el propio Gobierno, que confirmó que la cifra sería mucho menor. Con estos datos comienza el día 10 de noviembre en Varsovia la 19º Cumbre del Clima de la ONU donde la Secretaria General de la Convención Marco lo vincula directamente con el cambio climático y por parte del Gobierno de Filipinas se escucha la frase "el cambio climático está aquí".
Lo cierto es que, pese al consenso científico en que el cambio climático podrá desembocar en fenómenos más severos, el Tifón Haiyan no se encontraría ni entre los 35 tifones más intensos del Pacífico oeste si hiciéramos un listado desde los años 50. Lo que sí es cierto, es que desde que se tienen monitorizados, sería el más potente en tocar tierra, aunque no debemos olvidar que este tipo de fenómenos ya existían antes y con total seguridad desde antes de que se tuvieran registros. Esto llevó a que pocos días después se publicara un artículo en la prestigiosa revista Nature aclarando que por el momento no existe seguridad ni certeza en este tipo de afirmaciones, ni en los efectos del cambio climático sobre los océanos.
Objetivamente hay que preguntarse si verdaderamente esta catástrofe podría haberse mitigado en algún momento. Se sabe que por un lado no hubo tiempo para la evacuación de todos los habitantes que estarían afectados, a lo que habría que preguntar si las grandes potencias económicas podrían haber ayudado antes de la llegada del tifón. Tampoco hay que olvidar que en estos casos la educación de los ciudadanos es de vital importancia, ya que muy probablemente, si se les hubiera informado de que el nivel del mar aumentaría varios metros, muchos hubieran dejado la costa por sus propios medios o al menos, hubieran tomado las medidas necesarias de forma individual para salvaguardar sus vidas y la de sus familias.
Ante este tipo de desastres, hay que dejar de acusar a la naturaleza de cruel y asesina. La naturaleza y los climas son como son y está en los Gobiernos, la política de cooperación y la investigación, el cómo actuar ante ella. Llevar a cabo buenas medidas de adaptación, de educación o contar con la ayuda internacional de forma rápida, sería una buena forma de reducir enormemente las pérdidas y disminuir la vulnerabilidad de este tipo de países, haciendo además que su capacidad de resiliencia, es decir, de recuperarse, sea mucho más rápida y menos costosa.
Actualmente se cuentan de forma oficial cerca de 6.000 muertos y unos 2.000 desaparecidos mientras la ayuda sigue llegando. No hay que olvidar que otros muchos tipos de ayudas pueden llegar antes del suceso, haciendo que los muertos pasen de ser miles a ser cientos y la reducción de desastres puede ser una medida eficaz que sólo las desgracias nos demuestran que no se aplican. Quizás la Cumbre del Clima de la ONU debería haber comenzado preguntándose "¿qué estamos haciendo para reducir los miles de muertos ante las catástrofes naturales?"
El riesgo natural existe, pero está en nuestra mano convertirlo en catástrofe o no.