Por qué necesitamos periodismo constructivo en 2017
El periodismo constructivo (compuesto tanto de problemas como de soluciones) puede ayudarnos en nuestro esfuerzo por mejorar. Algo que la prensa tiene que hacer es responsabilizarse de estos fallos para asegurarse de que aprende de ellos y de que evita repetirlos.
Un año nuevo trae esperanza; una oportunidad para fijar propósitos, normalmente para beneficio nuestro y de los que nos rodean. Este esfuerzo por mejorar constituye un objetivo colectivo que lleva ayudando a nuestra sociedad a progresar desde el principio de los tiempos. Johan Norberg nos recuerda en su último libro, Progreso, que "hemos progresado más en los últimos 100 años de nuestra historia que en los primeros 1000", y, además, nos da motivos para tener esperanza en el futuro. A pesar de esto, se nos obliga a creer en una narrativa distinta sobre el mundo y su gente como consecuencia de la abrumadora negatividad de las noticias, que siempre hablan del fracaso y de la regresión de la sociedad.
Uno de los presidentes de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson (1963-1969), llegó a presentar una queja sobre la negatividad de la revista Time a su editor, Henry Luce: "Esta semana se han registrado 200.000 minorías étnicas en el sur gracias a la Ley de Derecho al voto. 300.000 ancianos van a tener acceso a Medicare. Hay 100.000 niños que trabajan en barrios conflictivos. ¡Y nada de eso aparece aquí!". A lo que Luce respondió: "Señor presidente, las buenas noticias no son noticias. Las malas noticias sí lo son". Esto sigue siendo igual en la actualidad: las historias que normalmente tienen interés periodístico se centran en la guerra, en la corrupción, en los escándalos, en los asesinatos, en la hambruna y en los desastres naturales. Estas noticias negativas no sólo se eligen para publicar por encima de las positivas, incluso cuando el valor del resto de noticias es el mismo, sino que se exhiben de manera preferencial. Aunque esto pueda satisfacer los incentivos comerciales de vender periódicos con titulares sensacionalistas para llamar la atención, tanta negatividad puede ser perjudicial.
Haskins (exprofesor de Periodismo de la Universidad de Tennessee) afirma que "la exposición prolongada a las malas noticias durante largos periodos de tiempo puede provocar efectos negativos en el estado de ánimo, la actitud, las percepciones y la salud emocional". Estos efectos negativos se agravan más por culpa de los cambios en la tecnología audiovisual, que hacen que la frecuencia y la disponibilidad de las noticias sea mayor, además de aumentar su "naturaleza negativa, sensacionalista y gráfica".
Esta predilección por las noticias negativas se debe principalmente al papel de vigilante que desempeña la prensa en nuestra sociedad: la prensa arroja luz sobre muchos males del mundo que necesitan ser tratados y los pone en boca de todos. Esto ayuda a saciar nuestro instinto evolutivo de supervivencia de vigilar nuestro entorno en busca de posibles amenazas o peligros. Es lógico insinuar que los humanos están hechos para prestar más atención (voluntaria o involuntariamente) a las malas noticias. Pero la historia no acaba aquí, porque a los lectores les interesa más que se le dé un "enfoque constructivo y socialmente responsable a las malas noticias" y opinan que eso "es más interesante que una mala noticia sin más". Esto implica "que se le dé un tratamiento social a las malas noticias y que se propongan soluciones a los problemas". Los periodistas no sólo encontramos problemas, ¡también buscamos soluciones! Es necesario que se ponga en práctica "la introducción de buenas noticias más legítimas y menos cursis".
Esta llamada de atención ha sido muy bien recibida por parte de muchas iniciativas de noticias pioneras que buscan soluciones, como es el caso de What's Working (Así Sí), del Huffington Post. Este movimiento ha calado en otras organizaciones como el Constructive Journalism Project de Reino Unido y la Solutions Journalism Network de Estados Unidos, que ha formado a 75 empresas de noticias y a más de 5000 personas para informar de temas que se centren en aportar soluciones mediante sus sólidos sistemas que cada vez son mayores.
En vez de apelar a la moralidad o a la responsabilidad de la industria para que acepte el periodismo constructivo en nuestro beneficio, todos podemos proponernos individualmente cambiar la forma de consumir noticias este 2017. El periodismo constructivo (compuesto tanto de problemas como de soluciones) puede ayudarnos en nuestro esfuerzo por mejorar. Algo que la prensa tiene que hacer es responsabilizarse de estos fallos para asegurarse de que aprende de ellos y de que evita repetirlos. Estaría bien si le diéramos la vuelta al asunto y dijéramos: "¿Qué pasaría si fuésemos capaces de ser conscientes de los éxitos para aprender de ellos y así repetirlos?". Antes de que la gente muestre su desacuerdo de manera impulsiva basándose en el periodismo de apología, tenemos que comparar ambos. No hay diferencia en el rigor periodístico de los dos, ambos ayudan a comprender un suceso para influir en el comportamiento con el objetivo de conseguir un futuro mejor. Después de este año convulso de cambios hostiles, puede que haya llegado el momento de centrarse en la unidad, el equilibrio, la comprensión y la esperanza... Puede que sea el momento del periodismo constructivo.
Este post fue publicado originalmente en la edición alemana de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.