Rutina de multiempleada, motivación y emprendimiento
Hacer la compra, cuadrar menús y todo para adelante en medio de la semana de la presentación de la nueva temporada de mi empresa, Experienciar, donde creo planes para emprendedores con el objetivo de que se orienten hacia su norte. Yo mi norte lo tengo claro, otra cosa es que ande todo el día con el casco de exploradora en medio de la aventura, esquivando, solventando, y que consiga llegar...
Foto: ISTOCK
Día: 7 de Septiembre de 2016.
Hora: 10:25h
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Lavadoras por poner= 1 , la de toallas.
Número de hijas 2
Miércoles, mitad de semana y parece que estamos ya en viernes tras el maratón de esta semana de primer día de cole: comprar el material entre su padre y yo. Y el resto ya del tirón yo solita: marcarlo y poner la ropa y demás complementos, y mochilas a punto para el pistoletazo de salida; para un año lleno de mucha ficha, cartilla de lectura, deberes y gilipolleces; no suficiente imaginación en el cole de mi hija (mayor), Aitana de 5 años; y mucha creatividad, ocurrencias y color en el cole de la peque, Alaia, de 2 años. Me prometo mí misma y trato de convencer a mi partenaire de que un cambio de las dos a algo mejor es la mejor opción. ¿Lo conseguiré?
Hacer la compra, cuadrar menús y todo para adelante en medio de la semana de la presentación de la nueva temporada de mi empresa, Experienciar, donde creo planes para emprendedores con el objetivo de que se orienten hacia su norte. Yo mi norte lo tengo claro, otra cosa es que ande todo el día con el casco de exploradora en medio de la aventura, esquivando, solventando, y que consiga llegar...
Y en medio de todo esto, ayer me dejo vía libre mi marido, a partir de las 20h, cuando él llegó y cenamos, me relevó, vamos. Y sí, en casa seguimos un poco el horario inglés para tener un poco de espacio y vida, tras la jornada laboral.
Y así pude dedicarme a mí, a no trabajar tras la cena, simplemente a ver una peli y atender, diseccionarla e incluso apuntar frases que me parecieron de lo más inspiradoras.
La vida funciona un poco como el I Ching, interpretas las cosas según tu antojo y tus vivencias, según el cristal con el que ahora mires, y te parece todo tan inspirador o poco dependiendo de la fase en la que estés.
Recuerdo ver esa película a trozos hace años y no me supuso nada, y ahora me ha parecido de lo más revolucionario y evocador.
Y así otra mañana que suena el despertador y empieza la carrera de relevos, vestir, desayunar, dientes, mochila, go!! Y entre tanto acelerón, creo llegar tarde, mientras lanzo a mi hija a que persiga una fila que no es...
De repente, me doy cuenta que su fila está quietecita; y yo me quiero dar de leches, por haber dejado a mi hija correr en vez de sosegadamente observar antes de actuar, entre sollozos, y desorientada le hago volver y le digo perdón mil veces sintiéndome la peor madre del mundo, no saludo a ningún padre cuando la cosa ya está reconducida porque me quiero morir por el sufrimiento que le he hecho pasar a la pequeña.
Lo sé, no es para tanto, pero ya vienen de serie situaciones chungas en la vida para que encima yo agregue una más.
Y en coche estallo de lo que ya tengo en la espalda acumulado, y me perdono, no es para tanto, me repito y me riño ¡ que es una chorrada! Pero yo sigo dándole a la matraca...Pienso en lo que le diré a la pequeña cuando vaya a recogerla y qué regalito le llevaré. Yo ya me he perdonado, ahora me toca enseñarle que nos equivocamos, quitarle importancia y ya está, aunque dentro de mí está el pensar: qué necesidad he tenido yo de hacérselo pasar mal con tal tontería, todo por el acelerón que llevo.
Mi madre dice que si te sientas en un banco en frente de un colegio, verás a los hombres que llevan a sus hijos tranquilos, y las madres como pollos sin cabeza, que tenemos que aprender mucho de ellos; delegar y no querer ganar el premio a las más resolutivas.
De ahí voy a comprar, en esta jornada laboral toca hacer de todo, no sin volver a hacer una de las mías. Creía que me podrían llevar hoy la compra a casa y me dicen que al día siguiente; así que voy al coche a por bolsas, y voy metiendo todo en las bolsas ya en la caja, en medio llega una señora de lo más educada y empática social diciéndole a la cajera que llamen por megafonía, que un coche tiene la puerta totalmente abierta; la miro y le digo:- tranquila, es mío, le di a cerrar pero debió mi viejo golf decidir que se quedaba abierto. No pasa nada, digo en voz alta a los presentes, el acelerón de madre es así, y de repente la cajera y otra madre van contando sus anécdotas, de esas y muchas más, entre risas... mientras termino de pagar y me marcho, la verdad que tranquila, me conozco y soy así de despistada. Lo has notado, ¿no?
Menudo día, pienso. Así que llego a casa pensando: tengo cinco horas para dejar todo listo para la presentación de mañana, y reconduzco esto como que me llamo Joanna.
Motivación a tope, me hago un sándwich de jamón y queso un té de jazmín, un poco de fruta y me pongo a todo trapo El arrebato -"hoy todo a salirme bien"-, porque sí, lo que tenemos en mente se cumple, ¿no? Pues voy a creérmelo!
Con unos bailoteos flamencos que no te puedes imaginar, transito por casa, y así cambio mi sentimiento chungo por uno mucho más positivo. Hay que sonreír, o forzarlo hasta con el hígado, decía aquella película.
Y empiezo con esa energía alta a trabajar, mails, y repaso de invitados, decoración del evento, invitaciones, confirmaciones, atención al cliente y lo que haga falta; he empezado mi jornada laboral con mis dos trabajos un poco del revés, pero va a acabar de lujo, ¡verás! Y así fue...
Y tengo que contarte que llevó más de 15 días saliendo a andar, como te conté en el anterior post, y ya estoy empezando incluso a trotar, en el fondo me siento orgullosa de mí, como tiene que ser.
Estoy segura que hoy ya todo va a ir bien, positiva, no se me quita la sonrisa, hoy todo va a salirme bien.
¿Cuál ha sido ese día desastroso que acabo bien? Te cuento más en breve.