'Génesis', la vida salvaje y tribal según Sebastião Salgado
Génesis es la culminación de ocho años de trabajo, durante los cuales Salgado fotografió, como refleja el texto que acompaña a la exposición, "los entornos prístinos que nos quedan, sus animales y sus gentes" en 32 países.
Cuando el invierno es especialmente crudo, los nenets y sus renos pueden pasar varios días en el mismo lugar. Al norte del río Ob. Círculo Polar Ártico. Península de Yamal. Siberia. Rusia. 2011. © Sebastião Salgado
Península de Yamal, Siberia: una mujer nénets se arrodilla y golpea el hielo del Ártico con un hacha. Un perro de trineo espera junto a ella; más allá, la nieve azotada por el viento se extiende hasta un horizonte que no se distingue del plomizo cielo.
Los nénets son pastores de renos nómadas; la mujer fue fotografiada durante su migración desde los alerces de la taiga, al sur, a las extensiones norteñas que bordean el mar de Kara.
La imagen está extraída de Génesis, la nueva exposición del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, que llega ahora a Madrid de la mano de CaixaForum. Génesis es la culminación de ocho años de trabajo, durante los cuales Salgado fotografió, como refleja el texto que acompaña a la exposición, "los entornos prístinos que nos quedan, sus animales y sus gentes" en 32 países.
Las bellas imágenes de vida salvaje de Salgado muestran a los pingüinos Chinstrap deslizándose por icebergs, y el planear de los albatros con sus amplias alas desplegadas sobre su colonia en las islas Malvinas; retratan la mirada pilla de un mono gelada, el agua que hace saltar la cola de una ballena en South Right como una cortina de cuentas plateadas y un solitario babuino atravesando las dunas de Namibia.
La exposición también incluye imponentes fotografías de paisajes, casi bíblicos en su grandeza: los bancos de niebla que se forman sobre un río de Zambia, las escarpadas cadenas montañosas que se elevan desde las extensiones heladas de la Patagonia, la blanca majestad de un iceberg a la deriva en el mar de Weddell. Algunas imágenes están sacadas a vista de pájaro: una manada de cebras levantando polvo en una estampida en una pradera; otras desde el suelo: los ojos de cien caimanes encendidos cual luciérnagas en la negra noche brasileña. Una emocionante instantánea está sacada desde un jeep en Zambia mientras acelera para poner a Salgado a salvo de la carga de un elefante macho.
Pero como consultora editorial de Survival International y autora de Somos uno: un homenaje a los pueblos indígenas (libro para el que Salgado donó amablemente una de sus imágenes de bosquimanos), me interesaron especialmente las fotografías de pueblos indígenas y tribales. Génesis incluye imágenes de un cazador bosquimano frotando unos palos para encender un fuego, de indígenas dinkas pastoreando a su ganado de largos cuernos y de mujeres mursis del bajo río Omo en Etiopía.
La extrema familiaridad de los pueblos indígenas con sus entornos naturales queda muy clara en las imágenes tribales de Salgado. Esta intimidad es evidente en el retrato de un grupo de hombres wauras pescando en un río envuelto en niebla en el Alto Xingú de Brasil, en un hombre mentawai que escala un árbol con un fondo de palmeras gigantes y lianas colgantes, y en las mujeres yalis de Papúa Occidental que transportan bolsas hechas con fibras de orquídeas.
Estos diversos entornos no solo han sido el sustento físico de los pueblos indígenas durante siglos, sino que han contribuido a dar forma a sus ideas, lenguas e identidades colectivas. No debería sorprendernos que el 80% de las áreas de mayor biodiversidad del mundo sean territorios de comunidades tribales que han encontrado ingeniosas formas de satisfacer sus necesidades a la vez que mantienen el equilibrio ecológico con su medio ambiente.
En el discurso que inauguró la exposición, el expresidente brasileño Lula da Silva dijo de Salgado: "Aquellos que sigan su trabajo verán fotografías que cuentan una historia". Sus historias, sin duda, inspiran asombro, hacen volar la imaginación y nos recuerdan que vivimos en un mundo increíblemente bello. La evocación de fuertes emociones a través del poder del arte es un valioso proceso, especialmente si sirve como catalizador del cambio en la conciencia colectiva, y no menos cuando estas respuestas acaban por alumbrar políticas para proteger a pueblos, especies y lugares vulnerables.
Pero también existen antecedentes devastadores para las tribus que aparecen en las imágenes de Salgado. En sus fotografías podemos ver lo que nos arriesgamos a perder si no cuidamos la diversidad humana, si se extinguen especies y si continuamos degradando el mundo natural. Como Salgado dijo en una entrevista: "hoy vivimos en un planeta que puede morir. Nuestra existencia misma está en peligro". Pero lo que no podemos saber por las fotografías es lo que los pueblos indígenas y tribales ya han perdido: sus familias, sus hogares, su salud y su felicidad. O que la existencia de muchas tribus lleva mucho tiempo en peligro. Por ejemplo, solo quedan cinco supervivientes del pueblo akuntsu de Brasil, después de que el resto fuera masacrado por los pistoleros a sueldo de los ganaderos. Es trágico, pero algunas ya han desparecido por completo: durante el siglo XX se extinguió una media de una tribu brasileña cada año.
No podemos ver en la imagen de las mujeres mursis con platos de arcilla en los labios que su futuro, y el de muchos otros pueblos indígenas que viven a lo largo del valle del bajo Omo en Etiopía, está ahora amenazado. Las tribus de esta región de importancia histórica han dependido del río para su subsistencia desde hace miles de años, pero la construcción de una gigantesca presa hidroeléctrica bloqueará la parte suroeste del río, acabará con el ciclo natural de crecidas y pondrá en riesgo los métodos de cultivo utilizados por las tribus, basados en la retirada de las aguas. "Ya no se canta ni se baila junto al río Omo", dijo a Survival una mujer mursi.
Habitualmente, las mujeres de la aldea Zo'é de To-wari Ypy utilizan la fruta roja de la bija (Bixa orellana) para colorear sus cuerpos. Pará, Brasil. Marzo y abril de 2009. © Sebastião Salgado
Como los zo'és y los mursis, los bosquimanos del sur de África no son solo vulnerables, sino también los pueblos más castigados en la historia de la región. Fueron cazadores-recolectores durante milenios, pero cuando se descubrieron diamantes en sus tierras ancestrales de la Reserva de Caza del Kalahari Central (CKGR por sus siglas en inglés), en Botsuana, muchos fueron expulsados de sus hogares a la fuerza. Los obligaron a instalarse en campos de reasentamiento fuera de la reserva, donde abundan la prostitución, la depresión, el alcoholismo y el VIH-SIDA, todos ellos problemas sociales con los que nunca antes se habían encontrado. "Yo no quiero esta vida", dijo un bosquimano gana a una investigadora de Survival. "Primero nos convierten en pobres quitándonos nuestro modo de vida, y luego dicen que no somos nada porque somos pobres".
Por todo ello, es importante que al apreciar las extraordinarias historias visuales que nos cuenta Salgado de forma imponente, también tengamos acceso a los hechos sobre las situaciones de estos pueblos: que las tierras tribales son taladas, minadas, arrasadas y calcinadas por gobiernos y empresas solo interesadas en los minerales que descansan bajo el suelo, en los árboles que se erigen sobre ellos y en el oro que se esconde en sus ríos; que los pueblos originarios de estas tierras son frecuentemente expulsados de ellas y raramente consultados sobre su uso; que aproximadamente 100.000 papúes han muerto a manos de las autoridades indonesias desde los años 60; que la desintegración social, las enfermedades crónicas, los suicidios y una esperanza de vida reducida son solo algunas de las consecuencias de tratar de asimilar forzosamente a los pueblos indígenas en las culturas dominantes.
La desaparición de los pueblos indígenas y tribales del mundo no es inevitable. No son sociedades condenadas, destinadas a extinguirse naturalmente. Hay soluciones y están en el reconocimiento de dos derechos básicos: a la autodeterminación y a la tierra. Survival International ha trabajado para defender estos derechos durante más de cuarenta años, con muchos éxitos.
Pero solo si somos conscientes de toda la verdad de las vidas tribales, solo si conocemos la lúgubre realidad además de ver la belleza de sus modos de vida en impresionantes imágenes, se completan sus historias.