Obsolescencia programada en vacunas
Es una vacuna imperfecta que desde la política se soluciona en campaña electoral aumentando el negocio del laboratorio fabricante, ¿Por qué no se actúa presionando al laboratorio para que mejore el producto? ¿Por qué no se le sanciona por vender productos defectuosos que no cumplen lo que predican?
Murió un bebé de 40 días en Madrid. Ya habían muerto otros de tosferina en las últimas semanas, pero este ocurrió en mi hospital de referencia y podría haber sido una familia a mi cargo, cercana, conocida.
Esta situación me desgarra el alma. Cuando es un bebé lejano parece que nos afecta menos. Si es un bebé hijo de unos inconscientes antivacunas parece que se diluye el sentimiento por la responsabilidad, e incluso muchos aprovechan el discurso para culpabilizar a los padres o al naturópata criminal que recomendó no vacunar. Pero en este caso no cabe posibilidad de aligerar sentimientos de rabia e impotencia. La madre fue vacunada de pequeña como correspondía a los calendarios vacunales de su momento, cumplió las recomendaciones de pediatras, médicos y ginecólogos que durante el parto le hicieron mil pruebas y todo fue de perlas.
Pero vino a nacer el peque en un tiempo de catarros, y dio con un germen antiguo, esa enfermedad que ya parecía no existir y que de unos años a esta parte está de moda, como cualquier caricatura vintage. Mi generación no se vacunaba porque soy mayor y no teníamos esas cosas. Salvo la cicatriz de la viruela no se generalizaban esas inmunizaciones que empezaban a ver la luz.
Pasé tosferina, sarampión, paperas, escarlatina, varicela, rubéola y otras enfermedades sin nombre como todos los peques de mi generación. Eso hacía que, si conseguías sobrevivir a todas ellas y con una esperanza de vida no superior a los 65 años y una mortalidad infantil bestial, pudieras alzarte como inmune de por vida a todos esos males. Sólo sobrevivíamos los fuertes. Cosas del progreso, ahora la esperanza de vida ronda los ochenta y pico y la mortalidad infantil ha descendido de forma drástica gracias a la vacunación universal.
No todo iba a ser de color de rosa. Ocurrió que alguna vacuna no era del todo lo que se esperaba de ella y daba inconvenientes y muchas reacciones. Se modificó a la baja para que no supusiera más problema que beneficio inmediato. Pero se descuidó el mañana. La inmediatez hizo olvidar que esos vacunados en la infancia se quedarían pronto sin sus defensas artificiales, que de adultos estarían sin protección para la tosferina; y lo que es peor: no la podrían transmitir a su descendencia y el neonato saldría totalmente virgen y sin protección hasta los dos meses donde se le pondría su propia vacuna.
Desde el nacimiento hasta los tres meses es el periodo más peligroso para esta enfermedad antigua. En el niño mayor o el adulto significa un par de mese con tos, incluso con tratamiento antibiótico posible, pero nada más. Mientras que en esos dos meses sin protección es una enfermedad donde el bebé puede morir asfixiado por no dejar de toser y sin tratamiento posible. Así suena en bebé con tosferina
Las autoridades lo han solucionado aumentando dosis de vacunas ya existentes a los 2, 4, 6 y 18 meses y a los 6 y 14 años, cinco dosis que no sirven para que la mamá en su embarazo transmita una inmunidad a su bebé y queden ambos desprotegidos. ¿Solución? La menos mala y la mejor para el vendedor: otra dosis más. Más negocio. Ahora se vacunará a las embarazadas para que transmitan al bebé algo de protección para ese periodo de riesgo.
Es una vacuna imperfecta que desde la política se soluciona en campaña electoral aumentando el negocio del laboratorio fabricante, ¿Por qué no se actúa presionando al laboratorio para que mejore el producto? ¿Por qué no se le sanciona por vender productos defectuosos que no cumplen lo que predican?¿No se sabía que esto iba a ocurrir? Sí. Claro que se sabía. Pero se prefirió actuar de forma cortoplacista ¿A qué gestor le importa lo que ocurra veinte años después de su mandato?
Lo hecho, hecho está. Pero ahora tenemos la oportunidad de evitar que vuelva a ocurrir, esta vez con la varicela. Incluir la vacunación en plena campaña electoral en Madrid y en el resto del Estado en enero llevará a proteger a los peques de que pasen una enfermedad banal con pocas o muy escasas complicaciones, pero que abocará a que se produzca un repunte de casos dentro de 20 o 30 años en la edad adulta. Entonces veréis morir a adultos de varicela. Una enfermedad que se creía olvidada. Pero, ¿a qué político le interesa lo que pase dentro de tantos años?
El origen puede estar en el control que hace el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría y la fuerte presión realizada sobre un ministro cuestionado que sabe que no volverá a serlo, desoyendo las recomendaciones de los expertos en salud pública de no vacunar sino a los 12 años para evitar los casos que se pudieran producir de adultos, donde la enfermedad es realmente grave. No es una buena vacuna, está programada para que dure poco, no cubrirá a los mayores que habrán olvidado esa inmunización igual que pasa con la tosferina y la padecerán con sus graves consecuencias, pero ¿le interesa eso a la AEP que solo ve niños hasta los 14 años?
El control de vacunas debería residir en salud pública. No es materia para que los pediatras decidan y más cuando están trufados de intereses comerciales hasta las trancas. No hay más que ver el conflicto de intereses de los participantes en el Comité Asesor de Vacunas. Aunque seamos los pediatras los que más vacunas ponemos y controlamos no nos debería dar la potestad para decidir o recomendar, no tenemos la visión global y nos perdemos en el miedo a la enfermedad. Cuando comento esto, la frase siempre es la misma: 'Tú no has visto a un niño muriéndose en una UCI por una enfermedad banal', eso es invocar al miedo y recomendar por miedo. Es perder la evidencia de nuestro trabajo, es inmoral y no es ético.
Próximamente, cuando haya estudios que todavía no hay, hablaremos de la vacuna contra la meningitis B, otro pelotazo político de una vacuna que todavía no ha demostrado que sea eficaz, ni cuánto dura y ni siquiera si creará más efectos secundarios que meningitis proteja, pero eso es otro tema.
Lo de la gripe ni lo mento: tener que vacunarse de lo mismo todos los años porque el efecto no llega a los tres o cuatro meses de protección y no siempre funciona. Y la culpa parece ser de los sanitarios que no nos queremos vacunar, no de los centros comerciales y el transporte público o los colegios y centros de trabajo donde el virus campa a sus anchas. Y qué decir de vacunar a los viejos para que no contagien en casa o lo peor: a los niños para que los papás no falten a trabajar.
Tiempos complejos estos donde predomina el negocio y no la salud.