'La Taberna de Sandro y Leonardo': dos ideas importantes sobre la vocación
La vocación es un fenómeno dinámico. Tu vida es suficientemente larga como para que durante toda tu existencia profesional puedas ir descubriendo nuevas habilidades y funciones en las cuales desempeñarte. Sobre todo, en estos tiempos que vivimos, en los cuales van constantemente van apareciendo nuevas propuestas de valor y nuevas profesiones.
Foto: ISTOCK
La Taberna de Sandro y Leonardo es un nombre que posiblemente te evoca un espacio gastronómico vestido de interiorismo industrial, una mezcla de madera y acero viejo con bulbos de filamento incandescente colgando del techo y suelo de cemento pulido. Seguramente imaginas a Sandro y a Leonardo como dos chefs de estética hipster, quizá uno con bigote y gafas de pasta, y el otro calvo y con una poblada barba negra.
Nada más lejos de la realidad.
Seguramente no lo creerás, pero Sandro es, en realidad, Sandro Botticelli, y Leonardo es el mismísimo Leonardo Da Vinci. Y esa taberna fue un emprendimiento que ambos intentaron en aquél maravilloso quattrocento italiano en el que todo parecía posible.
Es un dato tal vez poco conocido que Leonardo Da Vinci tenía un vivo interés por la comida, que posiblemente se había iniciado cuando trabajó en una taberna de Florencia para pagarse sus estudios. Tiempo más tarde, inició junto con Botticelli la taberna de la que hablamos, que en realidad se llamaba La Enseña de las Tres Ranas. Pese a que Leonardo seguramente aplicó todo su genio a aquel emprendimiento formulando cientos de recetas e inventando todo tipo de artilugios para facilitar la vida en la cocina, la taberna no funcionó. Entre otras cosas, porque el genio renacentista pensaba que era mejor ofrecer a la clientela raciones muy pequeñas de platos deliciosos en lugar de los tradicionales monumentales platos de carne que se estilaban en aquella época. Como en muchas otras cosas, Da Vinci se adelantó a su tiempo.
Sin embargo, salvando todas las distancias, en esta sorprendente historia hay al menos dos ideas sobre la vocación que puedes considerar incorporar a tu propia vida profesional:
- La vocación es un fenómeno dinámico. Tu vida es suficientemente larga como para que durante toda tu existencia profesional puedas ir descubriendo nuevas habilidades y funciones en las cuales desempeñarte. Sobre todo, en estos tiempos que vivimos, en los cuales van constantemente van apareciendo nuevas propuestas de valor y nuevas profesiones. Ten en cuenta que muchos empresarios y artistas de éxito fueron eso que se llama late bloomers, es decir, personas cuyo verdadero talento no se reveló hasta bastante tarde en su vida.
- La manera de explorar nuevos desempeños no es pensar. Leonardo Da Vinci sentía interés por la comida, y lo que hizo fue montar una taberna para ver si funcionaba. No fue el caso, pero podía haberlo sido. Y, en cualquier caso, eso no lo supo hasta que no lo puso en práctica. Lo mejor que puedes hacer para saber si podrías dedicarte a otra cosa es comenzar a experimentar con ello. Evidentemente hay trabajos más sencillos de explorar que otros, pero en casi todos se puede empezar con pequeñas aproximaciones.
Hay quien, llegado un cierto momento en su vida, ha descubierto una nueva profesión que le encanta y ha dado un salto lateral cambiando de trabajo, o ha comenzado a combinar paralelamente los dos desempeños. Otras personas han acabado convirtiendo su afición de toda la vida en un verdadero trabajo, abandonando el que tenían. Para otros, haberse quedado sin empleo o haberse matriculado en unos estudios sobre un nuevo área de conocimiento les ha encaminado hacia una nueva dirección. Si alguno de esos fuera tu caso, no serías la primera persona a la que le ocurriera. Pero todo comienza, como en la taberna de Sandro y Leonardo, más allá de las simples ideas o razonamientos. El movimiento, como en muchas otras áreas de la vida, se demuestra andando.