No voy a esperar a que mis hijos crezcan para disfrutar de la vida
Espero que este ejemplo les sirva para aprender que cuidarse y encontrar la felicidad en el presente son cosas que no pueden dejarse de lado por ningún motivo, ni siquiera por tener niños pequeños.
Está comúnmente aceptado que las madres que dejan de trabajar para cuidar de sus hijos renuncien temporalmente a sus vidas para volver a ellas más tarde cuando los hijos hayan crecido.
Es un pensamiento problemático por varias razones, siendo una de ellas que el estado de ánimo de los padres influye directamente en los hijos.
Dejar de trabajar para cuidar de mis hijas es, para mí, tan agotador como difícil. Admito que siento envidia -también a veces irritación- cuando veo a otras madres desempeñar las tareas propias de criar a un hijo con aparente facilidad y cariño que a mí me faltan.
Mis padres vienen de visita con frecuencia, pero vivir a dos horas de mi familia y de la de mi marido significa que estoy sola en mi rutina como madre.
Esto significa que no tengo la posibilidad de dejar a los niños en casa de la abuela para ir a hacer yoga. También significa que mi marido y yo no podemos salir solos -no sin planearlo con antelación- como veo en Facebook que hace todo el mundo.
Dicho esto, sigo sin creer que deba pausar completamente mi vida solo por tener niñas pequeñas. Es más, no debería estar esperando a que algún día lleguen esos años en los que por fin pueda disfrutar de mi vida.
En primer lugar, porque mis hijos seguirán necesitándome.
Según mi propia experiencia adolescente, puedo decir que es en ese momento cuando la vida empieza a parecer difícil. Sí, puede que la vida vaya siendo cada vez menos difícil para mí según vayan creciendo mis hijas -ya que los purés de fruta y las caras sucias probablemente vayan siendo cada vez menos frecuentes en nuestra rutina diaria- pero, hablando en serio, no tengo en mente que los años de adolescencia de mis hijas vayan a ser los más cómodos.
En segundo lugar, porque la vida es divertida por la manera en la que se solucionan las cosas.
A veces, mi vida toma un camino distinto del que yo había marcado cuidadosamente: la vida es realmente corta y no sabemos lo que nos espera mañana. Aunque ahora espero que aumente significativamente el número de veces en las que podamos salir mi marido y yo solos, no voy a dejar toda la diversión para algún día lejano en el futuro.
Por ejemplo, yo no planeé dejar mi trabajo para ser madre. En realidad, me llevó mi tiempo concebirme como tal. Soy graduada en Geología, soy profesora de yoga y además -obviamente- soy escritora. ¿Dejar de trabajar para ser madre? No tengo la paciencia suficiente para eso.
De verdad que no.
Yo tengo bastante genio, y esas cosas que algunas madres hacen parecer sencillas a mí me resultan difíciles. Como ir a hacer la compra con dos niños pequeños, ir al baño sola o incluso mantener relaciones de amistad a distancia.
Pero ahora estoy bastante feliz. Además, tengo pensado quedarme en casa con mis niñas cuando lleguen a la adolescencia. Por supuesto, los planes cambian, pero ese es mi objetivo ideal.
La razón por la que quiero seguir siendo "mamá" mientras mis hijas crecen es simple: puede que la rutina física de ser madre vaya siendo cada vez más fácil, pero los retos que se planteen en sus vidas serán cada vez más complicados, y yo quiero estar ahí para ellas si puedo.
Que me haya propuesto esto significa que no espero guardarme los próximos años para mí, para mis propias necesidades, deseos y antojos. En vez de eso, significa que me esfuerzo en intentar sentirme realizada ahora. No voy a mentir: no es fácil.
Sí, espero poder hacer ejercicio y escribir más a menudo -o, por lo menos, más fácilmente- cuando mis hijos vayan al colegio. Pero darle importancia al presente implica que mi marido vigile a las niñas para que yo pueda hacer ejercicio y sentirme bien hoy, no mañana o algún día.
Espero que mis hijas se den cuenta de que me cuido y me quiero a mí misma.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero