El Manchester United vence pero no aleja los fantasmas
No fue una actuación memorable, ni hubo síntomas de mejoría, pero la victoria (1-0) ante el Shakthat Donetsk alivia las penas del conjunto de Moyes por unos días -el sábado afrontará otro compromiso difícil en Birminghan, ante el Aston Villa-.
Se suele decir que tras la tempestad llega la calma. No fue una actuación memorable, ni hubo síntomas de mejoría, pero la victoria (1-0) ante el Shakthat Donetsk alivia las penas del conjunto de Moyes por unos días -el sábado afrontará otro compromiso difícil en Birminghan, ante el Aston Villa-. Lo que había pasado el United en los últimos días había sido una auténtica marejada: se había distanciado a 13 puntos del líder de la Premier League, el Arsenal, acumulaba una racha de tres partidos sin conocer la victoria y el ambiente convulso en torno al entrenador, David Moyes, se empezaba a dejar sentir por todos los rincones de la entidad.
El Shakthar se plantó en Old Trafford con las ideas muy claras y con la clasificación en juego. Es el ucraniano un equipo diseñado para correr, para buscar los espacios a la espalda del rival. Y bien que lo hicieron entre Douglas Costa, Taison y Teixeira. En una de esas galopadas por la legendaria pradera verde Teixeira no supo definir en el mano a mano con De Gea y su disparo se marchó lamiendo la cepa del poste; si bien siguió a lo suyo el conjunto de Mircea Lucescu -que contaba con cinco brasileños en la alineación titular y otros tres en el banquillo- y Fred malogró otra gran ocasión al rematar muy blando y en semifallo al arco del portero español, quien se vio exigido en más ocasiones de las que solían ser habituales el año pasado (otro síntoma de que nada marcha como es debido en el United).
Van Persie y Cleverley se preparan para saltar al campo. Foto: J.M.
La zaga local -insegura y destemplada por la ausencia de su mejor baluarte, Nemanja Vidic- permitía más acercamientos de los deseados. No ayudaba a la tarea tampoco el centro del campo, que apenas ofrecía soluciones y nunca dio una salida clara al balón. Las líneas de pase no existían y el run run aparecía en la hinchada, inquieta porque el equipo añora la figura de un cinco, un tipo con un mapa en la cabeza. Entre tanta confusión, costaba un mundo que el balón llegara arriba, a los pies de Rooney o Kagawa. Ni Phil Jones ni Giggs se enteraban de qué iba la película. La niebla se apoderaba de sus cabezas y los ucranianos, perspicaces y resueltos, se adueñaban metro a metro de un duelo con más oscuros que claros.
Nada cambiaría en el segundo acto. El United seguía sin ideas en la cabeza y ante la falta de un creador de juego, la venda que puso Moyes para maquillar el desaguisado fue meter más madera al campo: la estrella descontenta, Robin Van Persie.
Sin embargo, al Shakhtar le iba la vida en el partido. El empate solo le valía si el Bayern Leverkusen no vencía en San Sebastián, por lo que su gallardía se convirtió en bravura. Quedaban veinte minutos y pintaban bastos para los red devils, que solo podían romper el duelo con una acción episódica, un guiño al pasado. A la salida de un córner botado por Van Persie, Phil Jones, bien perfilado y sin que nadie le estorbara, remataba a placer de volea dentro del área. El Manchester United se encontraba con un premio inmerecido pero al menos, se pareció en algo al plantel que dejó hace unos meses Sir Alex Ferguson: la pegada fue la nota dominante en el equipo más laureado del país.