El Málaga arruina la Semana Santa al Betis
Fue una noche que empezó de manera impecable; con paradas imperiales y reflejos que privaron al Málaga de adelantarse en el marcador nada más comenzar el choque. Pero al final, el equipo malacitano se llevó los tres puntos de Heliópolis merced a un cabezazo de Camacho, quien peinó hacia atrás un centro botado por Recio.
El equipo malacitano se llevó los tres puntos de Heliópolis merced a un cabezazo de Camacho, quien peinó hacia atrás un centro botado por Recio y encontró la red con la inestimable ayuda de Adán, quien midió mal la salida y ensombreció su noche. Una noche que empezó de manera impecable; con paradas imperiales y reflejos que privaron al Málaga de adelantarse en el marcador nada más comenzar el choque.
Adán, con dos manos salvadoras, evitó que el Málaga abriese el marcador, no así que llevara la manija del partido. Una jugada bien trenzada por el equipo de la Costa del Sol y un mal despeje de Vargas estuvo a punto de propiciar el primer tanto malagueño, pero el disparo de Charles se fue a córner. Y ahí estaba Adán para salvar el remate a bocajarro de Albentosa y, posteriormente, otro de Cop en menos de un minuto. Al Betis le costó más de quince minutos sacudirse el acoso de un Málaga más cuajado, con más hechuras de equipo serio.
Hasta que apareció Musonda, quien arrancaba por su banda y ponía en jaque a Rosales una y otra vez. El Betis se sofocaba los calores por la izquierda. Ceballos intentaba asociarse al belga para que el conjunto local respirara, y en el minuto 23, casi encuentran el gol. El belga caracoleó, encontró al 10 y el cerebro verdiblanco vio la incorporación del peruano Vargas, quien puso un centro con mucha intención al que no llegaron por centímetros ni Damiao ni Rubén Castro.
Los locales sabían por dónde hacer daño. Musonda desarbolaba a su par una y otra vez y a la media hora de juego casi encuentra el gol en un remate desde la frontal. Weligton sacó su latigazo. El partido se ralentizó y el tedio se apoderó del choque. Solo Westermann, quien volvía al equipo tras su lesión, ponía en tela de juicio esas tablas con sus imprecisiones en defensa.
La afición verdiblanca se volcó con su equipo desde el primer minuto en el derbi andaluz. Foto: Javier Marcos.
La salida del vestuario no avivó el encuentro. Minutos de tanteo hasta que Dani Ceballos encendió la luz y encontró a un Rubén Castro que no fue capaz de batir a Ochoa. El guardameta mexicano paró estoicamente dos latigazos del ariete bético y Damiao no supo cazar los remates del cancerbero visitante. La grada del Villamarín se impacientaba con el delantero brasileño, quien vino para paliar la sequía verdiblanca en el área y aún no ha cantado ningún gol.
Se crecía el conjunto de las trece barras apoyado por el calor de su fiel parroquia y el Málaga se defendía con todo. Ni siquiera era capaz de salir a la contra el equipo entrenado por Javi Gracia. Increíble pero cierto. El dominio de la primera mitad quedó en nada. El Betis empujaba y empezaba a oler el primer tanto de la contienda. Entró Joaquín por Kadir y el Villamarín se encendió definitivamente. El ídolo de la afición pisaba la cancha y la grada rugía. Si bien, la pujanza verdiblanca se fue diluyendo con el paso de los minutos. El Málaga veía con buenos ojos el empate: perdía tiempo y apenas inquietaba la meta defendida por Adán. Cuando todo parecía indicar que el marcador no se movería, en una falta botada por Recio desde el costado izquierdo, Camacho -libre de marca- cabecearía a gol y castigaría la mala salida del portero local.
Duro varapalo para un Betis que mereció mejor suerte. Musonda y Ceballos lo siguieron intentando pero el daño ya estaba hecho. El 10 ponía las últimas gotas de calidad y Joaquín se sumaba a la causa poniendo precisos centros con ese guante que tiene en la bota derecha, pero el empate no llegaría. Aguantó el Málaga, que se limitó a defender y de paso, selló su permanencia un año más en Primera.