Podemología
Podemos es la formación política con mayor condensación de capital simbólico. Una especie de agujero negro del sistema político español, al que todos miran y que parece atraer toda la materia que se encuentra a su alrededor, con el peligro de engullirla.
El barómetro del mes de julio del CIS, publicado en este mes de agosto, ha certificado a Podemos como tercera fuerza política. Lo que se apuntaba en la encuesta post-electoral de las Europeas 2014 queda así confirmado. Aun cuando todavía es pronto -siempre es prematuro todo lo que se dice con respecto a esta formación política-, parece que puede hablarse de consolidación.
Lo cierto es que desde que Podemos dio la gran sorpresa en las últimas elecciones al Parlamento Europeo ocupa el centro del interés político, siendo actualmente la formación política con mayor condensación de capital simbólico. Es decir, una especie de agujero negro del sistema político español, al que todos miran y que, de alguna forma y como ocurre con los agujeros negros de verdad -si es que esta cosa existe y no es una especie de licencia poética de los cosmólogos y los físicos- parece atraer toda la materia que se encuentra a su alrededor, con el peligro de engullirla. Aparece así como el agujero negro del bipartidismo.
No solo lo miran los políticos, con temor, o los ciudadanos, con mayor o menor admiración, sino que, sobre todo, se ha convertido en principal y común objeto de investigación de politólogos; disciplina de la que, por cierto, salen buena parte de los líderes-no-líderes de Podemos. Ha surgido así una cantidad ingente de podemólogos, con sus respectivas hipótesis, teorías y predicciones, esperando que el tiempo y nuevas convocatorias electorales las confirmen. En el futuro está siempre el momento de la verdad de cada afirmación con pretensiones científicas.
Las diversas interpretaciones sobre el devenir de esta formación política pueden resumirse en tres. Cada una con un sinfín de matices y condicionantes, en función de los diversos acontecimientos venideros. En primer lugar, desde el análisis que puede considerarse análisis tradicional, en clave de espacios electorales. Es el análisis de quienes plantean que ha venido a ocupar un lugar en la izquierda política española que se había generado entre la confusión y pésimo diseño comunicativo de ese conglomerado de pequeñas fuerzas que viene rotando desde que el PCE se convirtió en Izquierda Unida, por un lado, y los crecientes signos de debilidad de la socialdemocracia. Así, se alimentaría de ambos lados para ir instalándose como una oferta política más en nuestro mercado. Como agujero negro, Podemos habría engullido ya a IU.
Este análisis dejaría prácticamente intocado al PP, que, al contrario, podría disfrutar de una situación bastante cómoda viendo que la competencia está solo entre la izquierda. Aunque la tranquilidad es relativa, porque si el agujero negro engulle también al PSOE tendrían un problema. De aquí que hayan reforzado en sus mensajes recientes la figura del líder de la oposición y, a la vez, presentarse como los representantes de la solución, frente a formaciones políticas que vendrían a representar lo que llaman: el malestar por la crisis. Análisis que situaría la base social de Podemos entre las clases trabajadoras más vulnerables y un mínimo sector de clase técnica y profesional arraigada ideológicamente en el progresismo. Quedarían fuera de su alcance grandes clases sectores de las clases medias.
La segunda interpretación acentúa más la figura de Podemos como un movimiento social, o una articulación de movimientos sociales, destinada más a mover y transformar el conjunto del sistema político español, que a ser una oferta más que apenas mueve el mercado electoral. Leen cada propuesta de sus líderes como una carga de profundidad contra el bipartidismo que diagnostican como agotado y, sobre todo, con creciente falta de legitimidad en la sociedad española, tras la sucesión de casos de corrupción. Podemos se constituye así en opción de quienes, más allá de la vinculación con los mensajes concretos que esta formación realice o le atribuyan, exigen la renovación del sistema político español, en un caiga quien caiga. Esto, claramente, toca a todos los partidos políticos, situando a Podemos en un lugar sociológico central y extenso que podría canalizar todo el descontento existente, generado antes y durante la crisis económica, hacia una posición con posibilidades de alcanzar el poder político. Desde aquí, Podemos es una alternativa de poder. El agujero negro atraería, al menos de momento, a todo el sistema político español, con la expectativa de que renaciera renovado, con Podemos o sin esta fuerza en tal hipotético futuro, pues tendría inicialmente más un carácter instrumental: una especie de partero de la democracia española, siguiendo una vieja metáfora marxista.
La última corriente de interpretaciones considera que Podemos ha sido la válvula de escape expresiva de lo que se cuece en el mayismo, en el movimiento del 15-M. Una válvula que va más allá de nuestras fronteras, siendo un movimiento de carácter global en los países desarrollados, aun cuando en muy pocos se ha constituido en una fuerza política que compite en convocatorias electorales y, por lo tanto, en tal válvula de escape de expresiones de indignación. Interpretación que dejaría a Podemos en algo efímero, en eso: una expresión. Una expresión que ha podido concretarse en unas elecciones a las que se da poca importancia en la sociedad, como las europeas; pero que se evaporará en convocatorias en las que los ciudadanos perciban más comprometidos sus intereses. Podemos sería la concreción del sueño colectivo del año 2012. El año que, como dice Zizek, soñamos peligrosamente. El agujero negro se quedaría en la profunda oscuridad de nuestros sueños.