Schaüble, el chantajista
Generosidad, empatía y solidaridad en el tema griego. Frente al matonismo, los castigos moralistas o los pulsos de fuerza. Esos son los únicos elementos que nos pueden hacer encontrar la salida al laberinto griego. De eso trataba Europa. ¿No?
Estas fueron las palabras Wolfgang Schaüble, ministro alemán de Finanzas, según las notas de Tim Geithner, secretario de Estado de EE UU en febrero de 2010, tres meses antes del desembarco de la troika en Atenas.
Definen a la perfección el imaginario económico dogmático, puritano y estúpido de la derecha alemana. Serían hasta cómicas si estas ideas no hubieran pilotado -como así lo han hecho- la gestión de la crisis de la zona Euro y no se hubieran aplicado con mano de hierro sobre los presupuestos (y poblaciones) de buena parte de Europa.
Pecaste. Y ahora toca purgar tus pecados. Sadomasoquismo fiscal como cicuta redentora. Fuera de cualquier lógica académica. Como si de un cilicio se tratase. El castigo como método de gobierno. Grecia ha perdido durante el rescate de la troika el 25% de su PIB. Más que en cualquiera de las grandes depresiones: Alemania 1919-24, EEUU 1929-34 o Reino Unido 1918-23. Sólo comparable a una guerra.
Su deuda ha escalado hasta el 170% del PIB. Si esa era obsesivamente la fuente de todos sus problemas, ¿por qué nada de lo que se ha hecho la ha disminuido? Su paro ha aumentado hasta el 25%. Vive una gravísima crisis social. En España, conocemos bien el sufrimiento del desempleo y el desgarro de unas desigualdades galopantes. La austeridad ha sido, allí donde se ha aplicado, una espectacular transferencia de rentas de la mayoría hacia los más acaudalados.
Grecia necesita tiempo y espacio para acometer las reformas necesarias en un Estado que se ha mostrado absolutamente disfuncional. Corrupción, clientelismo y una fiscalidad deplorable e injusta son los verdaderos lastres del país. A ninguno de ellos se ha hecho frente durante los últimos años, y lo ejecutado ha sido simplemente una poda sistemática del Estado y de la dignidad de la ciudadanía. Esa es la tarea hercúlea que le espera a Tsipras por delante.
Para llevar a cabo estas reformas, el Eurogrupo tiene el deber moral de escuchar con la mente abierta las nuevas propuestas de un Gobierno elegido en las urnas (Syriza), con un mandato claro de renegociación de las condicionalidades y términos del rescate.
Las negociaciones durante esta semana están siendo de infarto. Atenas quería evitar a toda costa utilizar el actual programa de crédito y pactar un nuevo crédito puente de cara a la verdadera negociación: el tercer plan de rescate. No ha sido así. Tras durísimas presiones, ha solicitado la línea de crédito actual acompañada de una nueva retórica que permita cierto grado de maniobra en casa. Cesión de Atenas.
Y cuando el acuerdo se daba por descontado llegó la naturaleza del escorpión. Inexplicablemente, Schaüble rechaza vía comunicado (de 42 palabras) la petición griega. El chantaje alemán es insoportable. Su negativa busca la humillación del nuevo Gobierno, sitúa a Europa al borde del abismo y la democracia en punto muerto.
La nueva reunión del Eurogrupo se espera de alto voltaje. No son pocas las voces que se empiezan a alzar ante la todopoderosa posición germana. Y en Alemania, Gabriel, vicecanciller del SPD, ya ha criticado el rechazo de la oficina económica del Gobierno.
El papelón de Dijsselbloem en las negociaciones ha sido deleznable. Cabe destacar el papel de Moscovici al plantear una posición de negociación aceptable por Atenas pero que finalmente retiró el Eurogrupo. Los Gobiernos de España y Portugal han actuado como verdaderos halcones con calculadora electoral en mano. Patético.
Se requiere un acuerdo que dé tiempo (6 meses) y algo de espacio a la espera de la gran negociación. Los acuerdos comportan cesiones, pero no pueden ser una humillación. Alemania debería saberlo mejor que nadie.
Generosidad, empatía y solidaridad. Frente al matonismo, los castigos moralistas o los pulsos de fuerza. Esos son los únicos elementos que nos pueden hacer encontrar la salida al laberinto griego. De eso trataba Europa. ¿No?