¿Publicidad para vender o para solucionar?

¿Publicidad para vender o para solucionar?

Siempre he creído que la buena publicidad, la que cuenta con un discurso honesto, esa comunicación publicitaria que soluciona, que no molesta, que no invade tu espacio... Ese tipo de publicidad es compartida por los usuarios y es admirada. Basta con darnos un rápido paseo por las redes sociales para comprobarlo.

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Ilustración: Alfonso Blanco

Echando la vista atrás, me he dado cuenta de que llevo ya casi 15 años trabajando en publicidad, ocho como director creativo, y lo más importante que he aprendido en esta etapa vital y profesional es una cosa: la publicidad nos tiene que solucionar la vida. Dicho así puede quedar algo pretencioso, pero os bajo la idea un poco más (que, al fin y al cabo, es por lo que me pagan): "Toda aquella marca que solucione venderá más, será más notoria y, aquí lo mejor de todo, será mucho más querida por la gente".

Sinceramente, siempre he creído que la buena publicidad, la que cuenta con un discurso honesto, esa comunicación publicitaria que soluciona, que no molesta, que no invade tu espacio... Ese tipo de publicidad es compartida por los usuarios y es admirada. Basta con darnos un rápido paseo por las redes sociales para comprobarlo.

Hoy por hoy, tal y como está constituida la sociedad, es impensable ver un mundo sin marcas. Están presentes en nuestro día a día desde que nos levantamos hasta que desconectamos, en forma de 3.000 impactos diarios si vives en una ciudad y consultas medios de comunicación, que es el caso de muchos de nosotros. Por un dato tan brutalmente relevante como este, los profesionales de la publicidad y las marcas tenemos que ser conscientes de que hay que aportar algo más que simple información de productos.

Pero, cuando digo aportar, no me estoy refiriendo a donar dinero a zonas marginales o a pagar por colocar una marca en el nombre de un edifico, una línea de metro o un teatro. Lo que pienso es que, en pleno siglo XXI, lo necesario es que las marcas se involucren en la innovación para convertirse en una parte importante del engranaje que facilita la evolución en la sociedad.

Hace dos meses que vine de Perú, increíble país en el que he pasado un intenso año y medio trabajando en una agencia que tenía un fuerte enfoque en la innovación y en la que se trabajaba buscando que la comunicación publicitaria ayudase a la sociedad. A lo largo de ese tiempo, tuve la posibilidad de pensar ideas para un par de marcas que construían sus valores ayudando y aportando ideas para mejorar diferentes problemáticas y circunstancias, algo que me hizo pensar e investigar desde un ángulo distinto la comunicación. Y, por qué no decirlo, sentirme orgulloso de que las ideas que teníamos no solo eran para generar valor de marca, sino también para ayudar a cubrir diferentes necesidades en diferentes zonas del país. El ejemplo en el que más claramente podéis ver reflejado lo que quiero transmitir es el de un trabajo que diseñamos para un cliente, una valla de carretera que condensaba la humedad del entorno para regar una huerta de lechugas hidropónicas en pleno desierto..., una locura creativa que la publicidad hizo posible y en la que, con muchos premios en diversos festivales a sus espaldas, ganaron marca, agencia, medio ambiente y, lo más importante de todo, los habitantes de la zona.

Desde mi humilde opinión, creo sinceramente que las marcas tienen la obligación de ayudar a su entorno por una razón muy clara: ellas también viven y hacen uso de él.