Sí, el lenguaje construye
Mucho se habla sobre el lenguaje inclusivo, sobre el desdoblamiento de género y la economía del lenguaje, sobre la comunicación con perspectiva de género y la construcción de pensamiento a través del lenguaje, pero ¿qué es todo esto? Seguro que habéis escuchado aquella frase que dice que "el lenguaje construye, porque lo que no se nombra no existe", pues dentro de la configuración de nuestras sociedades, los hechos parecen demostrar que es así.
Mucho se habla sobre el lenguaje inclusivo, sobre el desdoblamiento de género y la economía del lenguaje, sobre la comunicación con perspectiva de género y la construcción de pensamiento a través del lenguaje, pero ¿qué es todo esto?
Seguro que habéis escuchado aquella frase que dice que "el lenguaje construye, porque lo que no se nombra no existe", pues dentro de la configuración de nuestras sociedades, los hechos parecen demostrar que es así.
El 'genérico masculino' ha sido la forma imperante en nuestro idioma para nombrar las categorías donde coexisten femenino y masculino por igual, pero me gustaría poner un ejemplo sobre cómo esta forma de nombrar ha construido un imaginario colectivo donde lo que no se nombra, se invisibiliza y se convierte en inexistente:
La forma de nombrar las profesiones, en femenino y en masculino, ha llevado a que durante mucho tiempo la decisión a la hora de escoger una profesión tenga un marcado sesgo de género, además del estereotipo que venía ya implícito.
Durante años, las mujeres jóvenes se veían identificadas con aquellas áreas de formación que eran nombradas en femenino, porque además de no conocer referentes en otros campos como la física, la informática, la mecánica o la política, por enumerar unas pocas, se creó la idea de las profesiones "para mujeres y para hombres", y justo aquí parecía no ser necesaria la dichosa 'economía del lenguaje'.
Afortunadamente con la visibilización de claros referentes como Marie Curie o Ada Lovelace, Rita Levi, Hipatia de Alejandría o Dian Fossey , además de la insistencia de quienes vemos en la forma en que comunicamos, la posibilidad de transformar estas desigualdades, en las facultades a día de hoy, estamos rompiendo las estadísticas y las mujeres estamos entrando a estudiar profesionalmente áreas que no se consideraban "aptas" para nosotras.
Hace unos años, cuando en España la imagen de una Vicepresidenta de Gobierno fue visibilizada de manera abierta y accesible en los primeros grados escolares, nos encontramos con que las niñas cambiaban el paradigma de sus deseos profesionales de futuro y contemplaban la opción de ser políticas y llegar a representar a su país.
Sí señoras y señores, el lenguaje construye y transforma. Poco a poco hemos ido consiguiendo que desde la visibilidad que da el nombrar a las mujeres en los distintos campos de actuación, se cambie un ideario cultural que abre la puerta para que nuestras niñas y adolescentes se planteen con libertad dedicarse a campos que nos eran inaccesibles, demostrando que su ejercicio no es una cuestión de género.
Ahora pues, seguimos y vamos por la representación paritaria en los estamentos de dirección, ¡a romper el techo de cristal!