Los 88 días que nos roban
88 son los días de más que debemos trabajar las mujeres para percibir el mismo salario que un hombre ante igual trabajo. 88 son los días que nos roban. Pero la desigualdad no es un fenómeno de la naturaleza. Lo sabemos bien las mujeres, que no queremos vivir por más tiempo en la subalternidad y damos una dura batalla cotidiana por la participación de igual a igual en nuestros trabajos, en nuestras relaciones personales y también en nuestras instituciones democráticas.
Imagen: EFE
88 son los días de más que debemos trabajar las mujeres para percibir el mismo salario que un hombre ante igual trabajo. 88 son los días que nos roban. La brecha salarial alcanzó en 2015 un 20%, la tasa más alta de los últimos seis años. Por si fuera poco, según la OCDE, las mujeres llevamos a la espalda el peso del trabajo no remunerado, que representa en España nada menos que el 41% del Producto Interior Bruto. El 75% del trabajo de cuidados no remunerado a nivel mundial lo desarrollamos las mujeres.
Oxfam Intermon explica que el 99% de la riqueza mundial está en manos de hombres, y la mayoría de los trabajadores peor remunerados del mundo son mujeres, que desempeñan además los trabajos más precarios. En 2013, por ejemplo, el 73% de los contratos a tiempo parcial (que representan la mayoría de los nuevos contratos en nuestro país) eran asumidos por mujeres.
Si hablamos de violencias machistas, 2015 terminó en España con 57 mujeres asesinadas, y sólo durante el mes de enero de 2016 hubo 8 asesinatos más, 11 en los dos primeros meses de este año. Aún más, una de cada dos mujeres en Europa ha sido víctima de acoso sexual al menos en una ocasión desde los 15 años. Según la ONU, los actos de violencia machista causan más muertes de mujeres entre los 15 y los 45 años que el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y la guerra juntos. Ni una menos, exigimos.
La desigualdad no es un fenómeno de la naturaleza. Lo saben bien las clases populares de nuestro país, que hoy se organizan para que cambie todo lo que debe ser cambiado y no sigan nuestras vidas en manos de un puñado de privilegiados. Lo sabemos bien las mujeres, que no queremos vivir por más tiempo en la subalternidad y damos una dura batalla cotidiana por la participación de igual a igual en nuestros trabajos, en nuestras relaciones personales y también en nuestras instituciones democráticas.
Por eso, cada 8 de marzo las mujeres del mundo nos reunimos para recordar y nos conjuramos para a no olvidar las luchas que hemos ganado y las batallas que nos quedan por ganar. Que no caigan en el olvido las obreras textiles que recorrían las calles de Nueva York en 1857 exigiendo salarios y jornadas de trabajo dignas, el grito de "Pan y rosas" de más de 15.000 mujeres obreras en 1908, la pelea valiente de la socialista alemana Clara Zetkin, el asiento de autobús que en 1955 costó la cárcel a Rosa Parks por las injustas leyes de segregación racial en EEUU, Clara Campoamor y la batalla por el derecho al voto de las mujeres en la España de los años 30, la defensa que, con uñas y dientes dieron las mujeres de nuestro país por la democracia: Victoria Kent, Margarita Nelken, Juana Doña, Josefina Samper. No olvidar para que nunca más se atrevan a escribir la historia sin nosotras.
Por eso también cada 8 de marzo las mujeres del mundo nos enorgullecemos de seguir en la pelea por nuestros derechos. Se cuentan por miles, por muchos miles, las mujeres que en estos años han dado lo mejor de sí mismas en los procesos de organización de nuestro pueblo: la lucha en defensa de la vivienda digna, las mareas, las Marchas de la Dignidad, las huelgas generales. La batalla de las clases populares de nuestro país frente a la austeridad tiene rostro de mujer. También en el mundo, rostro que hoy se paraliza ante el asesinato de la líder indígena y defensora de Derechos Humanos hondureña Berta Cáceres.
No olvidar es sobre todo pelear el presente. Por eso no vamos a renunciar a construir, desde las instituciones y fuera de ellas, las políticas que permitan hacer efectiva la igualdad entre hombres y mujeres. Es urgente en nuestro país transversalizar la perspectiva de género en la administración pública. Es urgente un pacto de Estado frente a las violencias machistas que garantice ante todo la independencia económica de las mujeres y aporte una garantía habitacional inmediata. No es casualidad que haya sido la alcaldesa Ada Colau la que haya incrementado en un 30% el presupuesto para la lucha contra la violencia machista. Es urgente el reconocimiento del derecho a los permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles, una ley integral contra la trata, el reconocimiento del derecho a una maternidad libre y decidida y un plan específico de empleo para mujeres mayores de 45 años.
Pero para hablar en serio de igualdad, es del mismo modo urgente una reforma fiscal progresiva, para que las rentas del trabajo no sigan soportando el 80% de la recaudación mientras las rentas del capital -cuyos propietarios son en su mayoría hombres- evaden su responsabilidad con el desarrollo económico del país. Es urgente relajar el ritmo de reducción del déficit público para disponer de dinero con el que invertir en servicios públicos de calidad y contribuir a la reactivación de la economía, porque las políticas redistributivas y el fortalecimiento del sector público benefician sobre todo a los sectores más castigados por la crisis, entre ellos las mujeres. Es urgente acabar con el fraude en la contratación temporal, que sufrimos especialmente nosotras; es urgente reforzar la posición de los trabajadores en la negociación colectiva y construir un nuevo modelo de relaciones laborales que sitúe como prioridad el derecho al trabajo. Es urgente dignificar el SMI -puede hacerse al menos hasta 950€ en 14 pagas en una legislatura-. Es urgente aumentar las pensiones no contributivas (hasta igualarlas, al menos, al SMI) y es urgente invertir en una Renta Mínima Garantizada para los más de 13 millones de españoles en riesgo de pobreza, que tienen también rostro de mujer. Es urgente una nueva Ley Orgánica de Vivienda y hacer realidad "las 5 de la PAH". Es urgente -podría haberse hecho ya- la aprobación de la Ley 25 de emergencia social, para garantizar el fin de los desalojos forzosos sin alternativa habitacional y evitar el corte de suministros básicos por situaciones de pobreza sobrevenida, realidades que de nuevo tienen también tatuado el rostro de las mujeres.
Este 8 de marzo nos convidamos a aprovechar la oportunidad histórica de formar en nuestro país un gobierno de progreso que ponga las instituciones a la altura de la lucha de las mujeres por nuestros derechos. Este 8 de marzo exigimos que no haya ni una menos, que no nos roben 88 días más. Se trata de combatir la desigualdad, y en ese camino nos vamos a encontrar. Hermanas: ¡Que todos los días sean 8 de marzo!