2014: el retorno de los limpiabotas
Nuevo año, y de nuevo de regreso a la Europa menos afectada por la crisis después de pasar unas cortas vacaciones en el sur. Durante los días pasados allí capta mi atención una escena que parece sacada de otros tiempos: un señor armado de un purito se hace lustrar los zapatos por un limpiabotas.
Nuevo año, y de nuevo de regreso a la Europa menos afectada por la crisis después de pasar unas cortas vacaciones en el sur. Durante los días pasados allí capta mi atención una escena que parece sacada de otros tiempos: un señor armado de un purito se hace lustrar los zapatos por un limpiabotas. No me resulta en absoluto edificante la escena de un hombre adulto de rodillas ante un semejante, pero supongo que el limpiabotas estará satisfecho de haber logrado un cliente.
Mi impresión -totalmente subjetiva- es que cada vez son más los vendedores de lotería callejeros y en cambio menos los del top manta. Puede que me equivoque, pero explico el fenómeno como el resultado necesario de la coyuntura: los vendedores del top manta son extranjeros y muchos han volado a un mejor destino o regresado a sus países de origen, mientras que los vendedores de lotería suelen ser españoles, antes ocupados en otro tipo de actividades y que ahora ocupan el nicho despejado por los anteriores.
Puede que simplemente las preferencias del público hayan cambiado, y que la gente sea más receptiva ahora ante un vendedor de lotería que antes, pero lo dudo. En todo caso, el limpiabotas es con seguridad español (habla de fútbol con su cliente) y me hace pensar lo siguiente, ¿puede el PP ganar las elecciones a finales de 2015? La respuesta es un sí rotundo.
En primer lugar, pese al paro (y la pobreza) crecientes, la corrupción galopante y la impopularidad de Rajoy, así lo indican las encuestas en las que el PP es o el partido más votado o está cerca de serlo. En segundo lugar, puede ser que la estúpida estrategia dos años de padecimientos y dos para resurgir resulte ganadora. La considero estúpida ya que una parte importante de los padecimientos los ha provocado directamente el Gobierno con sus recortes, pero desde el punto de vista del cálculo electoral no tiene nada de estúpida: al parecer es rara la gente que vota haciendo un balance completo de la legislatura y la mayor parte de los electores se guían en cambio por la evolución de la tendencia más reciente, y si en 2015 el paro bajara un par de puntos (dudo que en 2014 ocurra nada parecido) el Gobierno asegurará que los recortes nos han devuelto a la senda de la prosperidad, y muchos lo creerán aunque el paro hubiera bajado sencillamente porque se han ido parados del país y el nivel de paro fuera mayor al de 2011.
Pero sobretodo el PP puede ganar porque el señor que se hace lustrar los zapatos es mucho más probable que vote en 2015 que el limpiabotas. Eso va a ser siempre cierto, pero lo es especialmente en épocas como ésta en la que la crisis ha golpeado con mucha más fuerza a los menos favorecidos, creando un gran desengaño entre los mismos. Así pues, a la oposición no le queda otra que dar con un líder carismático, y pronto, que cambie el estado de ánimo, o esperar que el PP promueva alguna causa que logre movilizar a la izquierda como ya hicieran con la guerra de Irak.
Parece que el ministro Gallardón ha dado con una, deseoso como está de congraciarse con una extrema derecha ya adepta (y afortunadamente) en nuestro país a su partido. Creo que promover su causa es estúpido no sólo porque sea un ataque en toda regla a los derechos de la mitad de la población española, sino también en este caso desde el punto de vista del cálculo electoral. Si Dios lo quiere y el Gobierno se da cuenta pronto tal vez la ley Gallardón sea abortada a tiempo.