Los cerebros fugados (leyendas urbanas) vuelven a casa por navidad
Según un estudio de la Universidad a Distancia de Madrid, un 73% de los jóvenes investigadores que trabajan en España tiene altas posibilidades de marcharse al extranjero, mientras que solo un 14% de los que ya se encuentran en el extranjero esperan volver.
Cerebros fugados y declaraciones públicas. Ilustración de Ignasi Cusí.
Hoy he visto la luz: los cerebros fugados no son aquellos médicos, científicos, enfermeros e ingenieros que abandonan España por falta de oportunidades. Los verdaderos cerebros fugados son los de aquellos que nunca se fueron y que ahora se dedican a comentar la actualidad del país sin más argumentos que sus propias convicciones e intereses. El ejemplo más claro, el del actual presidente del Gobierno español, asegurando que "España ha salido de las trincheras de la crisis" y todo eso, "sin dejar desguarnecidos a los más débiles". Más de cinco millones y medio de españoles sin trabajo, así como padres y profesores que ven cómo el abandono escolar y el peligro de la pobreza infantil se ciernen sobre las generaciones que marcarán el futuro de España, creo que estarán más de acuerdo con lo siguiente: ni hemos salido de la crisis, ni hemos sabido proteger a los más débiles.
Pero de lo que quería hablarles yo hoy es de otra cosa: el último episodio protagonizado por Emilio Lora-Tamayo, director del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y por José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deportes. Para Lora-Tamayo, la fuga de cerebros no es más que "una leyenda urbana exagerada". En la misma dirección, el ministro Wert dice que "el asunto de la fuga de cerebros está sobredimensionado".
Unas semanas después de estas declaraciones, centenares de científicos en el extranjero parecen no estar muy de acuerdo con Tamayo y Wert, y se fotografían con un cartel diciendo "yo también soy una leyenda". ¿Cuánta razón hay en las declaraciones públicas de Tamayo y Wert? ¿Y en las de los propios científicos?
¿Se puede hablar de fuga de cerebros?
Según un estudio de la Universidad a Distancia de Madrid, un 73% de los jóvenes investigadores que trabajan en España tiene altas posibilidades de marcharse al extranjero, mientras que solo un 14% de los que ya se encuentran en el extranjero esperan volver. Por otro lado, el Instituto Nacional de Estadística (INE), informaba recientemente de que el número de personas dedicadas a actividades de I+D en España había descendido a los niveles más bajos desde 2006. Respecto al CSIC, el organismo presidido precisamente por Lora-Tamayo, ha perdido más de 4000 efectivos desde 2011, según un estudio técnico de CCOO. El proyecto IBGE detecta, además, un reducido nivel de colaboración entre las instituciones científicas nacionales y los científicos españoles en el exterior, lo que es otro indicador negativo de que existan bases sólidas para procurar el regreso de los investigadores.
Respecto a las declaraciones del ministro Wert sobre confundir fuga de cerebros y movilidad científica, solo me gustaría remitirme al artículo de Carlos Andradas: Wert hace un análisis sesgado y parcial de la realidad. El autor concluye, con datos en la mano, que el que está confundido es el propio ministro. Andradas da, además, en la diana: "No sabemos con certeza cuántos investigadores se han marchado al extranjero, porque aquellos que tienen los medios para estimarlo no lo han hecho, de modo que no existen estadísticas oficiales de este número". El análisis de Andradas concuerda con el de los periodistas de El Huffington Post, quienes en su artículo ¿Pero cuántos se fueron de verdad con la crisis? concluyen que "no existe una respuesta clara a esa pregunta".
Conclusión: necesitamos datos oficiales (e imparciales) de cuántos investigadores se han marchado. Todos los estudios (indirectos) al respecto, parecen indicar, sin embargo, que las hirientes palabras de Lora-Tamayo y Wert al respecto de la fuga de cerebros no tienen ninguna base sólida y que, efectivamente, sí existe una fuga importante de cerebros.
2014, un año entero intentando acercar la ciencia a las personas
Yo también vuelvo a casa por navidad y hago balance del 2014. Este año he tenido el gran privilegio de escribir mucho sobre ciencia. Básicamente, he intentado transmitirles la siguiente idea: la ciencia no está alejada de nuestras vidas. Que los agujeros negros nos demuestran que nada desaparece del todo (tampoco el pasado de los corruptos), que los principios de la física nos dan una prespectiva diferente de los conflictos armados (como en Palestina), que la ciencia nos puede ayudar a entender como tomamos decisiones (como aceptar convertirse en rey) o que el racismo no tiene ninguna base científica ni evolutiva (todos somos trogloditas un poco neandertales). Además, he entrevistado a Pere Estupinyà para hablar de ciencia y sexo, a Víctor Puntés para descubrir como serían las nanopartículas en las frías lunas de Urano y a Albert Einstein para preguntarle por sus calcetines y fracasos. También me he permitido ser crítico con algunos aspectos de la misma ciencia, como la obsesión por el éxito y las publicaciones, y con aquellos que nos quieren hacer creer que la ignorancia nos hará felices.
Espero que alguno de mis artículos les haya llenado de alguna forma. Yo he disfrutado como un enano escribiéndolos. Para mí ha sido, por tanto, un año lleno de satisfacciones pero también de dolor: he perdido (una vez más) a un ser querido a causa del maldito cáncer.
Deseo que 2015 nos traiga la solución a algunos de los problemas de 2014 y, sobre todo, que hagamos acopio de fuerzas para afrontar los nuevos retos que se nos presenten.
Y espero que muchos españoles, los que viven en España, pero también aquellos que lo hacen en el extranjero, sigan demostrando que no les convencen las explicaciones de aquellos que mandan con vehemencia pero sin argumentos.
Un abrazo a todos y feliz año,
Guillermo
Notas: Mis más sinceros agradecimientos, una vez más, para Ignasi Cusí por su fabulosa ilustración. Si les gustan mis artículos, les invito a dar un "like" a mi página de Facebook.