¿Y ahora qué? Los escenarios y las dudas que deja el intento de golpe de Estado en Bolivia

¿Y ahora qué? Los escenarios y las dudas que deja el intento de golpe de Estado en Bolivia

Un mando militar fiel al presidente Arce pero destituido, los cuarteles en calma, las comunicaciones intantas. ¿Ha sido asonada o autogolpe? Sólo hay una conclusión clara: la crisis del país sigue intacta, mientras su mandatario se blinda con apoyos.

El presidente Luis Arce y su equipo se dirigen a la multitud desde el balcón del palacio presidencial, ayer, en La Paz.Gaston Brito Miserocchi / Getty Images

Todo ocurrió muy rápido. Un grupo de militares cercó el miércoles el Palacio Quemado, la antigua sede del Gobierno de Bolivia, y forzó su puerta con un tanque. En un visto y no visto, los uniformados se replegaron y el general rebelde, Juan José Zúñiga, fue arrestado. El presidente del país, Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS), salió pronto al balcón de sus oficinas actuales, arropado por su equipo, denunciando un intento de golpe de estado, en medio de expresiones de defensa de la democracia, tanto dentro como fuera del país. Ya no había asonada. 

Las dudas y las incógnitas ahora se multiplican tras lo que unos llaman directamente golpe y, otros, autogolpe. Quién lo dio, por qué, qué consecuencias va a tener en un país que arrastra una enorme crisis económica, política, social y hasta ambiental. 

Zúñiga había sido destituido el martes como jefe del Ejército boliviano, pero hasta ese momento había sido un fiel al presidente, defensor a ultranza. Si lo echaron. fue por unas declaraciones amenazantes contra el expresidente Evo Morales, del mismo partido que Arce pero que le disputa el liderazgo del partido y la candidatura a las elecciones presidenciales del año que viene, por más que esté inhabilitado. Dijo el militar que iría a capturar a Morales si intentaba postularse. Pese a que estaba despedido, siguió en funciones, porque rechazó su destitución y durante unas horas más continuó en su despacho; incluso asistió a un acto oficial.

Una vez que el golpe no prosperó, y ante los numerosos medios que nadie sabe cómo estaban en la plaza donde todo pasó antes de que llegasen los tanques, Zúñiga aprovechó el tiempo breve antes de su arresto para responsabilizar a Arce de simular la asonada. Su meta: ganar respaldo en medio de una situación crítica. 

!El día domingo en el colegio La Salle me reuní con el presidente y el presidente me dijo que 'la situación está muy jodida, esta semana va a ser crítica. Entonces es necesario preparar algo para levantar mi popularidad", dijo el militar cuando ya venía la policía militar a por él.  El general continuó describiendo su supuesta conversación con Arce, en la que le preguntó si debían "¿sacar los blindados?" y el político le respondió con una palabra: "Sacá". Según Zúñiga, esa misma noche comenzaron los preparativos, movilizando vehículos militares. Dice que en el día de autor habló con el mandatario hasta dos veces. Por eso habla de "autogolpe". 

No es lo que defendía poco antes, al explicar los motivos de su levantamiento. Dijo a la prensa que había una "movilización de todas las unidades militares" debido "a la situación del país"."Estamos escuchando el clamor del pueblo. Porque desde hace muchos años, una élite se ha hecho cargo del país. Dueños del Estado, vándalos están en las diferentes estructuras del Estado, destrozando la patria. Las Fuerzas Armadas pretenden reestructurar la democracia", declaró. El general también dijo que buscaba la liberación de "todos los presos políticos", incluida la exmandataria Jeanine Áñez.

No, no se sumaron "todas" las unidades del país. De hecho, no hubo más sublevación que la suya. Los cuarteles y bases estuvieron en calma, tanto en la capital como en el resto de provincias, y la policía militar acudió a la Plaza Murillo y controló pronto la intentona, porque la mayoría de militares se habían ido. La prensa local sostiene que, además de Zúñiga, fue detenido el excomandante de la Armada boliviana Juan Arnez Salvador. Si hay un apoyo masivo, los arrestos también lo suelen ser, cabecillas aparte. 

El destituido jefe militar del Ejército de Bolivia, Juan José Zúñiga, detenido en las dependencias de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, anoche.EFE

El americanista español Sebastián Moreno, en conversación con El HuffPost, pone el dedo en estos "detalles extraños". "Hay muchas cosas por aclarar, sin duda. ¿Un militar que aplaude al presidente se vuelve contra él en unas horas? Por cierto, en ningún momento se le escuchó pedir la cabeza del presidente, que es lo que suele hacerse cuando se reclama un cambio de Ejecutivo o de régimen. La crítica ha sido vaga y a Arce no se le nombra", indica. La tesis de acto acordado, concede, "no se puede despreciar, aunque tampoco confirmar", si se tiene en cuenta que Zúñiga y su gente "no cortó tampoco las comunicaciones internas, las de la Casa Grande del Pueblo [la sede actual del Gobierno] o el parlamento, o las emisiones de los medios de comunicación, cuyo mensaje es de lo primero que se controla". Los ministros, dice, no estaban "atrincherados" y Arce salió con ellos a dar las gracias al pueblo por su apoyo "en un tiempo breve". "Pocos nervios para ser un golpe, pero se puede explicar si fue un intento realmente muy pequeño", precisa prudente. 

El politólogo boliviano Franklin Pareja, tiene la misma visión sobre el terreno. "Ha sido un golpe exprés, sofocado o desarticulado de manera muy rápida, efímero. No ha habido sensación de zozobra a nivel nacional", recuerda. También se extraña de la "sensación de un manifiesto apoyo" del militar alzado respecto a Arce en los últimos días, que no concuerdan con ir a por él. "Algunas cosas no cuadran", incluso en un país que arrastra un importante pasado golpista: ha tenido al menos 37 gobiernos de facto y hay historiadores que elevan hasta a 200 las asonadas desde 1825, informa EFE. 

Al entender de Moreno, lo que ha quedado claro es que "la voluntad popular de los bolivianos es la de estar con la democracia, como han demostrado los manifestantes de todo signo que han salido a la calle en defensa de su presidente, lo voten o no". "Es un espaldarazo importante para él, sin duda, porque ha unido a la población dentro, desde a las organizaciones sociales que le protestan diariamente a los opositores, pasando por sus críticos internos del MAS como Morales. No hay que olvidar que los gobiernos de todo el mundo han aplaudido el fracaso del golpe y han avalado al presidente como legítimo", indica el investigador. 

Lo mismo dice Pareja: "El presidente, en un momento de extrema fragilidad, ha recibido un enorme respaldo, hay una cohesión interna muy importante y también internacional. Sale fortalecido porque las organizaciones sociales le han ofrecido su apoyo, como los críticos de su partido, hasta los opositores han condenado esta acción", remarca. "Si era un intento genuino, ha sido una locura, una situación descabellada", concluye. 

A la pregunta de si esto es un conato y las Fuerzas Armadas pueden organizar algo más fuerte en el futuro, Moreno responde con un rotundo: "No". Y lo argumenta: "Esta vez no ha sido seguido, se ha arrestado a los cabezas visibles y no ha habido más. No es esperanzador para otros posibles críticos, vista la avalancha de apoyos a Arce. Pero es que, además, en Bolivia el Ejército se puede decir que está protegido por el Gobierno en unos niveles que no lo están otros sectores de la población", añade. Pone ejemplos: los soldados distribuyen los bonos que da La Paz a los sectores vulnerables y son los únicos trabajadores públicos que al jubilarse se llevan el 100% de su salario. "Están bien tratados, era así también con Evo, son los que menos motivos tienen para protestar". 

El general José Wilson Sánchez es quien ha asumido ahora la comandancia general del Ejército. Tras jurar el cargo, el militar declaró: "Nadie desea ver la imagen que estamos viendo en las calles. Es por eso que ahora en mi condición de comandante… Pido, ordeno, dispongo, que todo el personal que se encuentra movilizado en las calles debe retornar a sus unidades". 

El especialista boliviano también afirma que "es muy difícil que haya un genuino malestar" en las Fuerzas Armadas con este gabinete. Por eso, insiste en que lo de ayer "podría ser una puesta en escena para darle al Gobierno el argumento de endurecerse, al decir que está en riesgo la democracia, la ruptura de la constitucionalidad y, eventualmente, hasta la vida misma de las autoridades". No, los militares "reciben un trato bueno", resume. 

Miembros de la Policía Militar, llegando a la Plaza Murillo de La Paz, en la tarde del miércoles, para sofocar la asonada.Gaston Brito Miserocchi / Getty Images

No así el común de los bolivianos, que han estado sufriendo cada vez más los dolores del lento crecimiento, la creciente inflación y la escasez de dólares, un cambio radical con respecto a la década anterior, un período que fue bautizado como el "milagro". Los partidarios de Arce, que fue ministro de Economía de la Administración Morales de 2006 hasta el 2017, le atribuyeron el mérito de aquellas conquistas. La economía del país creció más del 4% casi al año y sacó de la pobreza a muchos ciudadanos, en una de las naciones más pobres de América del Sur: la pobreza moderada supera el 36% y la extrema llega al 12. 

En el 2014, los precios de las materias primas se desplomaron y el Gobierno recurrió a sus reservas de divisas para sostener el gasto. Luego, usó sus reservas de oro e incluso vendió bonos en dólares a nivel local. Al asumir la presidencia en el 2020, Arce se encontró con un panorama económico sombrío, acentuado por el covid-19. La disminución de la producción de gas selló el fin del modelo económico boliviano que arruinaba un presupuesto que hoy está agotado. A la escasez de dólares, se une la de combustible, que han hecho mella en la economía del país. Ambas son fallas crónicas ya. Este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un crecimiento de sólo el 1,6%, la cifra más pequeña en 25 años, a excepción de la caída pandémica en el 2020.

Pareja, a su vez, entiende que si están prietas las filas con el Gobierno, éste puede ahora presionar más para mantener esa democracia que se quiere defender. Arce "podría incrementar el autoritarismo y tomar medidas de excepción porque Bolivia estos días había previstas movilizaciones multisectoriales por distintas razones, de maestros, personal de salud, transportistas... que podrían poner en una situación extremadamente complicada al Gobierno". Zúñiga se refiere a eso cuando dice que, supuestamente, el presidente le dijo que venían malos días y que había que cambiar el foco. 

Habrá quien entienda que estas medidas de más control están justificadas para evitar otra asonada, pero nadie sabe cuán cortoplacista es esa posibilidad cuando no haya "capacidad resolutiva de los problemas nacionales, estructurales", dice Pareja. 

Evo Morales (aún en el exilio) y Luis Arce (aún candidato), asisten a una reunión en el Estadio Nueva España en Buenos Aires, el 23 de enero de 2020.Muhammed Emin Canik / Anadolu Agency via Getty Images

Choque con Morales

Además, Arce arrastra un problema interno, muy interno, tanto que se da en el seno de su propio partido, el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS–IPSP), entre la izquierda y la extrema izquierda. Pelea por el poder interno y por la candidatura a la presidencia del país con Evo Morales, que comandó Bolivia entre 2006 y 2019, fecha en que presentó su dimisión tras un alzamiento militar. Entonces, abandonó el país con apoyo de México, pero regresó una vez que Arce devolvió al poder al MAS.

Arce fue ministro de Morales, pero ya nunca más han vuelto a ser aliados. En diversas declaraciones públicas, Arce dijo ser objeto de un "golpe blando" que tiene como objetivo “acortar mandatos” y tras el cual estarían los seguidores de Morales. A su vez, el expresidente ha denunciado que Arce busca socavar sus aspiraciones a una nueva candidatura presidencial a través de la toma de la dirección del MAS. Hay "arcistas" y "evistas" que pelean duro, con acusaciones cruzadas de corrupción o coqueteos con el narcotráfico son más propias de dardos entre opositores que entre correligionarios. 

El actual presidente lleva en el cargo desde noviembre de 2020, tras ganar las elecciones un mes antes por un 55,1% de los votos. Morales regresó sabiendo que con él no iba a ser perseguido. En 2023, anunció su candidatura para las elecciones presidenciales que deben celebrarse el año que viene, lo que no gustó a su compañero. En diciembre, sin embargo, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) de Bolivia emitió una sentencia anulando la figura de la reelección indefinida, lo que implicaría su inhabilitación como candidato.

Este año ya ha habido dos congresos del partido, en el que partidarios de uno y de otro se han peleado por el liderazgo orgánico. Los de Arce han intentado apartar a Morales, pero el Tribunal Supremo Electoral (TSE) rechazó dicho congreso y mantuvo a Morales como líder de la formación. Una maraña que impide la calma nacional. 

De momento, en las últimas horas ha habido mensajes de todo tipo, desde cercanos a Morales hablando de "autogolpe" al propio expresidente condenando el golpe y pidiendo democracia y paz. "Después del repliegue de un pequeño grupo de efectivos militares que se encontraban en la plaza Murillo y de haberse retomado la calma en la sede de gobierno, suspendemos las movilizaciones convocadas", escribió en redes sociales.

El politólogo Pareja estima que ahora pueden pasar dos cosas con esa riña: por un lado, que "pacten algunas cosas", "que se avengan de forma pragmática y encuentren puntos de intersección" como la defensa de la democracia, que haya cierta "sorpresa" con un ana mayor unidad en el MAS. Por otro, que haya una "disputa definitiva" entre los dos pesos pesados, que Arce encuentre en Morales "uno de sus flancos desestabilizadores" al que acusar de futuras e hipotéticas intentonas de golpe, que tome medidas más duras por ello y eso "lo termine de separar de la disputa electoral". Más que el "puente de oro", se inclina por temer más endurecimiento, pero está por ver. 

Todo es inestabilidad en un país donde llueve sobre mojado. Según Human Rights Watch, "la interferencia política ha plagado el sistema de justicia de Bolivia durante años", el Gobierno "ha utilizado una definición demasiado amplia de “terrorismo” en los procesamientos de opositores políticos", "nadie ha rendido cuentas por 37 asesinatos en el contexto de protestas relacionadas con las elecciones en 2019, incluidas las de 20 personas que murieron en dos masacres en las que, según testigos, las fuerzas estatales abrieron fuego contra los manifestantes", "las mujeres y las niñas siguen corriendo un alto riesgo de sufrir violencia" y "los pueblos indígenas continúan enfrentando barreras para ejercer su derecho al consentimiento libre, previo e informado respecto de medidas que puedan afectarlos". Mucho por hacer en vez de seguir mirando hacia dentro.