Un experto en guerras revela el arma que podría poner de rodillas a Putin si cae en manos de Ucrania
El acceso a misiles de largo alcance reaviva la presión sobre Occidente para dar un paso más respecto al envío de ayuda al Ejército ucraniano.
Ucrania ha estado presionando a Estados Unidos para que permita a su Ejército utilizar misiles Atacms de largo alcance fabricados en EE. UU. para atacar objetivos en territorio ruso. Sin embargo, hasta ahora, EE. UU. no ha cedido. El tema se colocó en la agenda durante la reciente visita a Kiev del secretario de Estado, Antony Blinken, junto a su homólogo británico David Lammy, a mediados de septiembre.
Aunque se esperaba que Washington diera luz verde, el presidente Joe Biden decidió posponer la decisión hasta la Asamblea General de la ONU en septiembre. Las expectativas sobre el uso de los misiles son altas. Pero, ¿qué implicaría para Ucrania obtener este permiso?
Un informe reciente del Instituto para el Estudio de la Guerra detalla posibles objetivos en Rusia que Ucrania podría atacar con estos misiles. La lista incluye bases aéreas, almacenes de municiones, estaciones de comunicación y depósitos de combustible. Se estima que la versión de largo alcance del misil podría llegar a unos 300 kilómetros, lo que pondría en peligro infraestructuras militares rusas clave.
El misil Atacms tiene una ojiva de 200 kilos y es muy preciso, aunque no puede destruir grandes instalaciones debido a que no tiene una cabeza perforante como algunos misiles de crucero. Es ideal para atacar objetivos estáticos, como refinerías de petróleo o depósitos de armas. Según Lindberg, las bases aéreas rusas cercanas a Ucrania, como la de Vorónezh, serían objetivos prioritarios.
El problema, según subraya Lindberg, es que Rusia también conoce los límites del alcance de los Atacms, lo que les permite mover sus aeronaves fuera del radio de acción de estos misiles. “Si el Instituto para el Estudio de la Guerra puede calcular las zonas de impacto, es lógico pensar que los estrategas rusos también lo hayan hecho”, dice Lindberg.
Los misiles de largo alcance no son nuevos en el conflicto. Ucrania ya ha utilizado drones para atacar profundamente en territorio ruso, incluso en la base aérea de Olenya, cerca de la frontera con Finlandia. Sin embargo, los Atacms, al ser de origen occidental, implican una escalada política. Vladimir Putin ha trazado una nueva “línea roja”, advirtiendo a Occidente sobre las consecuencias de proporcionar estos misiles a Ucrania.
Lindberg insiste en que el uso de estos misiles no revolucionaría el campo de batalla, sino que representaría una evolución en la guerra ya en curso. De hecho, funcionarios estadounidenses han señalado que Ucrania puede seguir golpeando objetivos en Rusia con sus drones. Aunque el uso de los Atacms podría mejorar la capacidad de Ucrania para realizar ataques de precisión, el número limitado de misiles y su alto costo dificultarían un cambio drástico en la dinámica de la guerra.
La principal razón de la reticencia de Estados Unidos a autorizar estos misiles radica en el riesgo de errores técnicos. Un fallo en uno de estos misiles podría causar una tragedia si cayera accidentalmente en una zona civil, lo que otorgaría a Rusia una gran victoria propagandística.