Se filtran los objetivos del temido sabotaje subterráneo de Rusia y algunos están en España

Se filtran los objetivos del temido sabotaje subterráneo de Rusia y algunos están en España

La guerra oculta bajo el océano amenaza con cortar las arterias digitales de Europa y del mundo.

Cable de fibra óptica submarino en el fondo del océano.Getty Images/iStockphoto

Rusia prepara un sabotaje subterráneo en Europa y España figura entre los países que podrían verse afectados. Informes recientes a los que se refiere el diario británico Daily Expressapuntan a que los cables submarinos, fundamentales para el tráfico global de internet, se encuentran entre los principales objetivos. Estos cables, que recorren más de 1,4 millones de kilómetros de fondos oceánicos y por los que viajan el 95% de los datos globales. De hecho, en el Atlántico ya se han registrado cortes en al menos 8 ocasiones desde 2021, lo que ha encendido las alarmas en varios países.

El informe de Policy Exchange, un think tank conservador con sede en Londres, dice que Rusia ha desarrollado una unidad naval equipada con tecnología capaz de interferir y cortar estos cables en las zonas más profundas del océano. Los gobiernos europeos han informado en más de 70 ocasiones de la presencia de barcos rusos en zonas clave donde se encuentran estas infraestructuras, como cables submarinos y gasoductos, lo que ha incrementado la preocupación sobre posibles sabotajes.

España, con una posición estratégica y su conexión entre Europa y África, aparece como uno de los países más expuestos a este tipo de operaciones. Estos cables submarinos no solo garantizan la conectividad planetaria sino que son cruciales para el comercio global y la seguridad financiera. Michael Fallon, exsecretario de defensa del Reino Unido, señaló en su momento que "la importancia de proteger estas infraestructuras es tan vital como mantener abiertas las rutas comerciales".

El riesgo no se limita solo al Atlántico. A principios de este año, en el Mar Rojo, varios ataques cortaron cuatro cables, interrumpiendo el 25% del tráfico de datos entre Asia y Europa. Aunque se sospechó de grupos de Yemen, no se identificaron responsables, lo que dejó una sensación de vulnerabilidad en torno a estas infraestructuras críticas.