Putin se enfrenta a la revuelta de la cerveza
"Ahora cuesta más del doble", denuncia un ciudadano ruso.
La creciente inflación en Rusia está erosionando el poder adquisitivo de los ciudadanos. Muchos de ellos encuentran dificultades a la hora de hacer la compra debido a la subida en los precios de productos básicos y bienes de consumo, lo que está generando malestar social y amenaza con debilitar el respaldo al presidente Vladimir Putin.
Artículos esenciales como las patatas, cuyo precio ha subido un 64% este año, y la mantequilla, con un aumento del 25%, se han vuelto inasequibles para algunos rusos.
Tal es la gravedad de la situación que los supermercados se han visto obligados a colocar los productos lácteos en refrigeradores seguros ante un incremento alarmante de robos. El empleado de un supermercado cuenta a Moskovsky Komsomolets que "a veces desaparecen entre 10 y 15 paquetes de mantequilla por hora".
Los productos importados tampoco escapan a la crisis. Denis, un ciudadano de Kazán, expresa su indignación en Telegraph sobre el alza de los precios de la cerveza importada. "Tuve que cambiar de cerveza. Ahora cuesta más del doble", denuncia. Aunque evita hablar sobre la guerra en Ucrania, deja claro que "los precios son un problema".
Descontento generalizado: Putin podría quedarse solo
La presión económica se intensifica a medida que las sanciones occidentales y el gasto militar se disparan. Según Anders Åslund, economista especializado en países postsoviéticos, Rusia enfrenta un dilema económico "imposible". Con un gasto proyectado en defensa y seguridad de 176.000 millones de dólares en 2025 (41 % del presupuesto federal), el país carece de los recursos necesarios para sostener este ritmo.
"Rusia solo puede financiar un déficit presupuestario del 2% del PIB al año, pero sus reservas líquidas en el Fondo Nacional de Riqueza apenas alcanzan los 55.000 millones de dólares", avisa Åslund en Express.co. Con el acceso al crédito internacional bloqueado, el Kremlin se enfrenta a un panorama financiero sombrío.
El descontento no solo se encuentra entre los consumidores, sino también en las élites económicas. Sergei Chemezov, director general de la corporación estatal de defensa Rostec, critica duramente la decisión del Banco Central de Rusia de aumentar las tasas de interés a un récord del 21%.
"Si seguimos trabajando de esta manera, la mayoría de las empresas irán a la quiebra", afirmó en octubre. Las decisiones financieras, destinadas a controlar la inflación, parecen estar asfixiando la economía productiva del país.
El deterioro económico amenaza con erosionar el apoyo popular a Putin, advierten expertos. Maximillian Hess, autor de Guerra económica: Ucrania y el conflicto global entre Rusia y Occidente, señala que "las presiones inflacionarias podrían marcar un cambio significativo en el respaldo a Putin".