El Partido Popular Europeo fracasa en su intento de tumbar la Ley de Restauración de la Naturaleza
Socialistas, verdes y liberales logran sacar adelante en la Eurocámara la fijación de posiciones, un paso clave en el largo y complicado proceso para convertir en realidad una norma que rechaza derecha y ultraderecha europea, así como grandes explotaciones agrícolas.
Importante (pero pequeña) victoria en favor del medio ambiente en el Parlamento Europeo. Después de semanas de negociación y tensión, la Ley de Restauración de la Naturaleza ha superado su primera prueba de fuego en la Eurocámara. O en otras palabras, el Partido Popular Europeo (PPE), el grupo mayoritario en Estrasburgo, ha fracasado en su intento de tumbar esta norma cuanto antes.
Ni siquiera se votaba hoy su tramitación, sino que se trataba de decidir sobre la fijación de posiciones, un paso previo necesario para negociar con su futura redacción con el Consejo de la Unión Europea. Con todo, la alianza de socialistas, verdes y liberales ha permitido que reciba este primer espaldarazo, con el permiso de 21 europarlamentarios del PPE díscolos que rompieron la disciplina de voto.
La votación ha sido, cuanto menos, ajustada. El pleno votó primero una enmienda clave para rechazar el texto al completo, que cayó con 312 papeletas a favor, 324 en contra y 12 abstenciones. Fue un eurodiputado socialista español, César Luena, el encargado del informe de esta pionera y ambiciosa legislación.
Tras analizar cada una de las 129 enmiendas añadidas a dicho trabajo, el nuevo texto completo fue sometido a votación. 336 escaños a favor, 300 en contra y 13 abstenciones. Y un aluvión de aplausos procedentes de las bancadas de la oposición europea. En realidad, no de todos los grupos que conforman la oposición al PPE. La ultraderecha también votó en contra, en sintonía con su manifiesto rechazo a la norma a la que también se oponen grandes explotaciones agrícolas.
"Esta ley es buena incluso para los que han votado en contra. Gracias especialmente a científicos y jóvenes, porque son ellos los que nos han convencido de que teníamos que tener esta ley y la vamos a tener”, resolvió Luena, tras este primer examen superado, en un guiño evidente a los colectivos que se manifestaron a las puertas de la Eurocámara.
De la pugna Leyen-Weber a la ambiciosa meta de la ley
A grandes rasgos, la medida estrella -y origen de todas las críticas- de la norma se trata de una estrategia que entronca directamente con el rol de liderazgo y punta de lanza que siempre ha venido representado la Unión Europea en el plano medioambiental. Se trata de homogeneizar los pasos que deben dar los Veintisiete para recorrer la senda de los a los acuerdos sobre biodiversidad alcanzados en la COP15 de Naciones Unidas.
Para ello se pretende reparar en 2030 el 20% de los ecosistemas terrestres y marinos dañados de la UE y todos ellos para el 2050. Y ese calendario y porcentaje es el que ha generado el rechazo de los grandes empresarios agrícolas, agrupados en la plataforma Copa-Cogeca.
Fuera de las críticas y argumentos sectoriales, en este capítulo de la política comunitaria subyace una intrahistoria que apunta directamente a la cúpula del Partido Popular Europeo. Se trata de una norma a propuesta de la Comisión Europea, que preside la popular Ursula von der Leyen. No obstante, el presidente del PPE -o EPP por sus siglas en inglés-, Manfred Weber, ha venido intoxicando el proyecto medioambiental utilizándolo como uno de sus argumentos para cargar contra la agenda verde.
Distintas interpretaciones apuntan a que Weber y los democristianos alemanes están fijando posiciones ante las próximas elecciones europeas, en junio de 2024. Pero, ¿por qué el presidente del PPE iba a cargar contra una ley que sale directamente de una compañera de su familia política? Se da la casualidad de que Weber arrastra un fracaso desde 2019, cuando trató de convertirse en presidente de la Comisión, pero ese puesto lo acabó ocupando Ursula von der Leyen.