"Me alejan de mis alumnos y lloran al saber que no estoy": la conmovedora lección de una profesora de Educación Especial
El verano fue especialmente amargo al pensar en estar lejos de dos de sus alumnos.
Anna (nombre ficticio) es una profesora que ha optado por dar clases de apoyo a alumnos con necesidades especiales en Italia. Tras obtener certificaciones y pasar siete años de servicio entre Milán y Roma, su situación en los colegios sigue siendo temporal, por lo que cada año tiene alumnos diferentes.
Este año, sin embargo, el verano fue especialmente amargo al pensar en estar lejos de dos de sus alumnos. "El año pasado por primera vez tuve dos segmentos en dos escuelas diferentes y sumé varios kilómetros de distancia entre sí”, ha contado al medio italiano Orizzonte Scuola.
"Cuidé de dos niños maravillosos que me dieron muchas satisfacciones y me enseñaron mucho. Los padres de ambos niños escribieron a sus respectivos directores con la esperanza de volver a tenerme cerca de sus hijos este año, sé que lo hicieron con la sincera intención de tenerme de regreso por las mejoras que encontraron en sus hijos así como la famosa continuidad docente que parece un espejismo", ha añadido la profesora.
Pero esto no sirvió de nada. "Pasé un verano no precisamente agradable sabiendo que este año ya no podría seguirlos", ha afirmado. Al regresar a la escuela, ha continuado, "no fue agradable escuchar que sus hijos estaban llorando el primer día de clases, lo que debería haber sido una alegría para ellos, al darse cuenta de que ya no tendrían la misma maestra de los anteriores años".
"Me gustaría decirles a los dirigentes que además de ser trabajadores/peones, nosotros también somos seres humanos y también nos apegamos a la escuela, a los compañeros, a las familias y, sobre todo, a nuestros hijos. No es agradable saber que una familia tiene que vivir cada año con esta incógnita y tener esperanza, esperanza y siempre esperanza", ha apuntado.
Anna ha asegurado que los niños "no deberían derramar lágrimas por una situación precaria de la que no son culpables". El problema es conocido, pero para Anna, "haberlo vivido en carne propia este año, es desmoralizador y muy triste", más aún "para esos angelitos que ya desde pequeños tienen que experimentar la ansiedad de lo desconocido".