Los trenes colapsan y dejan a miles de ucranianos a las puertas del ataque ruso
Los constantes bombardeos impiden que lleguen estos vehículos.
La ciudad ucraniana de Pokrovsk (Donetsk) ha sido el foco de numerosos ataques rusos durante las últimas semanas, ya que es un punto estratégico en el frente oriental. Aunque los avances de Rusia se han ralentizado en la región, muchos habitantes se encuentran atrapados porque Ucrania ha tenido que suspender los trenes que les evacuaban porque no pueden llegar debido a los bombardeos.
Según Banking News, la administración militar de la vecina ciudad de Mirnograd anunció el pasado jueves que "debido a complicaciones en la situación de seguridad, se canceló el embarque de los trenes de evacuación desde la estación de tren de Pokrovsk", donde permanecen cerca de 27.000 habitantes. Las tropas rusas se encuentran a menos de 10 kilómetros de la zona.
Ukrzaliznytsya, el operador de Ferrocarriles Ucranianos, informó de que la ruta que estaba prevista para el 5 de septiembre iba a partir de Pavlograd, una ciudad a 100 kilómetros al oeste de Pokrovsk. En cambio, los servicios regulares no se ven afectados por la decisión, aunque los puntos de salida de los trenes de evacuación serán ahora diferentes porque se han modificado los "protocolos de seguridad".
Una decisión complicada
Los ucranianos tienen que dejar sus casas para sobrevivir a los ataques rusos. Una decisión que, aunque es necesaria, resulta muy dolorosa y complicada. "Dejar tu propia casa es difícil. El miedo a ir a otra ciudad puede ser mayor que el miedo a la muerte", cuenta en DW Hennadij Judin, del equipo de evacuación Ángel Blanco.
Los primeros en ser evacuados han sido los más pequeños. "Prácticamente no quedan niños aquí. Todavía hay dos familias con niños que buscan alojamiento, pero irán solas", asegura Judin. En total, quedan unos 1.000 niños.
El resto de la población que queda todavía en la ciudad se resiste a abandonar su hogar. "¿Dónde se supone que voy a ir? No todo el mundo puede permitirse alquilar un piso", plantea una vendedora llamada Natalia. Los que sí tienen la oportunidad, lo hacen con pesar. "Es muy triste abandonar nuestra ciudad", lamenta una mujer llamada Halyna.