Los rebeldes sirios se burlan de los soldados rusos a gritos y signos con los dedos
Siria se ha convertido en un ejemplo de debilidad del régimen de Putin, cuando justo su apoyo a Assad buscaba mostrarse como una potencia mundial de primer orden.
Un grupo de camionetas que transportan a combatientes rebeldes fuertemente armados y con uniformes de camuflaje se para antes del cruce fronterizo entre Siria y Turquía. Un convoy de blindados rusos viene corriendo en dirección opuesta, lo que inmediatamente hace que los islamistas sirios muestren su desdén con signos con los dedos y gritos repetidos: "Allahu akbar", "Allahu akbar", Alá es grande. Y hemos ganado, vienen a decir. Y vosotros no. Vuestro aliado, Bachar al Assad, se ha ido a Moscú con el rabo entre las piernas.
Es una escena que se ha repetido en varios lugares en los últimos días en el país, hasta ahora asolado por la guerra civil y que ha sido narrada por el canal de televisión Tv2 de Dinamarca. "Los soldados rusos se retiran, algunas unidades se dirigen hacia las bases rusas de Tartus y Hmeimim, otras se dirigen hacia Turquía, país de la OTAN", relata.
Una y otra vez, los soldados rusos tienen que enfrentarse cara a cara con rebeldes vestidos de batalla, quienes, con sus capuchas, látigos y agitando botas y zapatos, les dejan claro que los rusos no son bienvenidos. Para la Rusia de Vladimir Putin, la humillación es total. Con su operación de rescate del dictador sirio allá por 2015 y los repetidos bombardeos en los que no había distinción entre rebeldes y civiles, el presidente ruso quiso demostrar que Rusia era una potencia mundial.
Bachar al Assad se convirtió en el aliado más importante de Rusia en Oriente Medio. Moscú invirtió miles de millones de rublos y cientos de soldados para mantener al dictador sirio en el poder, pero el otro día el castillo de naipes se derrumbó y el hombre de Moscú en Damasco se tuvo que ir. En lugar de ser una expresión de la fuerza y la influencia globales de Rusia, Siria se ha convertido en un ejemplo de debilidad.
El miedo a la venganza
Uno de los primeros en expresar con palabras la humillación rusa fue Donald Trump. El presidente entrante de Estados Unidos se burló de Rusia por ni siquiera poder proteger a su aliado. "Rusia se encuentra ahora mismo en una situación muy débil -afirmó Trump, que también creía conocer la explicación-, por Ucrania y una mala economía".
Precisamente en Ucrania se ha seguido de cerca la caída del régimen sirio y, por tanto, la derrota militar de Rusia. En las redes sociales, los usuarios han estado ocupados animando a los rebeldes y disfrutando del hecho de que Rusia salga perdiendo.
Pero los comentarios sobre la retirada de los soldados rusos han adquirido en los últimos días un tono diferente. Porque, ¿qué pasa si el presidente ruso decide vengar la humillación de los ucranianos? La imagen de Putin como "maestro estratega" se ha visto afectada y esto puede hacer que quiera mostrar su fuerza en Ucrania.
Tatiana Stanovaja del centro de estudios Carnegie Russia Eurasia Center explica al New York Times: "Puede verse tentado a demostrar que Rusia no está derrotada y que tiene todo bajo control". Según el citado medio, algunos comentaristas de guerra rusos no cruzan los dedos. Incluso han pedido al ejército ruso que responda de nuevo a la humillación en Siria con "aún más brutalidad en Ucrania".
Futuro incierto
Sin embargo, al principio el ejército ruso se enfrenta a un problema práctico: qué hacer con las bases rusas en el país, la base naval de Tartus y la base aérea de Kheimim. Ambas han desempeñado un papel importante en el compromiso de Rusia no sólo en Oriente Medio, sino también en África.
La base aérea de Hmeimim ha permitido a los aviones de carga militares rusos repostar en la larga ruta hacia África central, y el puerto de Tartus ha sido un vínculo importante en el deseo de la marina rusa de desplegar su bandera en el Mediterráneo.
Según la agencia de noticias rusa Tass, Rusia está negociando actualmente con los nuevos gobernantes sirios sobre el futuro de las bases. Al mismo tiempo, comenzaron a evacuar parte de las fuerzas militares, por lo que varios grandes aviones de carga llegaron a la base aérea.
Sin embargo, varios observadores esperan que sólo sea cuestión de tiempo antes de que el ejército ruso abandone definitivamente el país. Negociaciones o no, Rusia está a punto de salir, afirma el experto militar Michael Kofman en The Economist. "Ahora mismo se están negociando las condiciones para quedarse, pero pase lo que pase, Moscú probablemente tendrá que abandonar las bases en Siria", dice. En otras palabras. Pronto terminará una era.
Sin el régimen de Assad como aliado y sin las importantes bases en Siria, será difícil para Rusia desafiar a Occidente en el Mediterráneo, Oriente Medio y África. El sueño de convertirse en rival de Estados Unidos se ha hecho añicos, y esa realización también ha llegado a círculos en Moscú, si se le pregunta al analista militar Ruslan Pukhov, con quien habló también con The Economist.
"Rusia no tiene las fuerzas militares, los recursos, la influencia y la autoridad necesarios para intervenir militarmente fuera de la antigua Unión Soviética", concluye Pujov.
Lo que queda es la humillación y las imágenes de los "aulladores soldados rebeldes sirios", como los llama el texto danés, que dejaron que su desprecio se extendiera a los convoyes rusos. ¿Corre Ucrania el riesgo de convertirse en el blanco del deseo ruso de venganza? Desde fuentes anónimas de la inteligencia estadounidense ha habido advertencias de que Rusia podría en un futuro próximo enviar otro de los nuevos y más potentes misiles balísticos Oreshnik contra objetivos en Ucrania.
Venganza o no. En las redes sociales ucranianas, los comentarios sobre las fotografías de la retirada rusa en Siria han adquirido un tono diferente. Un usuario escribe: "No, no, no te vayas a casa, no necesitamos luchar contra más soldados".
Para los rusos, la caída del régimen de Assad es un motivo de rubor. Para los ucranianos, un motivo para temer una nueva escalada.