La ministra de Educación francesa, acusada de mentir sobre la escolarización de sus hijos
Dijo que los llevaba a la privada porque en la pública hay muchas horas de ausencia de profesores. Ahora se sabe que su elegida es una institución católica, investigada por homofobia y sexismo, y que a su hijo no le pasaban de curso en su viejo centro.
La ministra francesa de Educación, Amélie Oudéa-Castéra, mintió sobre la escolarización de sus hijos en un colegio privado católico investigado por homofobia y sexismo, según ha publicado el diario Libération.
La polémica creada por sus palabras, en la que justificó que llevara a sus hijos a un colegio privado por las muchas horas de ausencia de profesores que se encontró en el público, no ha dejado de incrementarse desde su nominación el pasado jueves.
Libération asegura que Oudéa-Castera, que sumó la cartera de Educación a las de Deportes y Juegos Olímpicos en la última remodelación gubernamental ordenada el pasado jueves por el presidente Emmanuel Macron, sólo llevó al mayor de sus hijos a la pública y lo hizo durante apenas seis meses en preescolar a partir de enero de 2009. Los otros dos, menores, nunca fueron a la escuela pública e ingresaron directamente en el mismo colegio que su hermano mayor.
Además, este medio publica declaraciones de la que fue su maestra que asegura que no faltó ningún día a clase en ese periodo de 2009. Unas declaraciones que contrastan con la justificación dada por la ministra para explicar que sus hijos fueran a la escuela privada: "Mi marido y yo vimos que había un mogollón de horas (de ausencia) que no eran sustituidas".
Florence, que recuerda perfectamente al hijo mayor de la ministra cuando llegó en enero de 2009 al colegio público Littré, situado en el acomodado distrito 6 de la capital, asegura haberse sentido "agredida" por las palabras de Oudéa-Castéra.
"Lo que dice la ministra es falso, me ha asqueado", asegura la maestra, actualmente jubilada, al diario Libération, al tiempo que asegura que durante ese periodo apenas estuvo ausente y que, cuando lo estuvo, fue sustituida por otro docente.
La maestra recuerda que la ahora ministra -que entonces tenía un puesto ejecutivo en la aseguradora Axa, mientras que su marido era número dos del banco Société Générale y ahora dirige el segundo banco del país-, quería que su hijo pasara de curso, pese a que ella le consideraba inmaduro para hacerlo.
"Les dije que estaba sufriendo, que me lo dejaran un año más porque aun no había madurado lo suficiente. Pero ella no quería que estuviera con niños más pequeños", señaló la maestra.
Un centro muy controvertido
Oudéa-Catéra y su marido fueron entonces al controvertido colegio Stanislas, concertado con el Estado pero conocido por sus posicionamientos conservadores, que le han valido la apertura de una investigación administrativa que la ahora ministra tendrá que resolver.
La web de investigación Mediapart publicó en mayo pasado el ambiente homófobo en el que se desarrolla la educación en ese reputado colegio, que exigía "castidad" a sus alumnos homosexuales, mientras que Brut señaló que en varias clases se atacaba el aborto y que los maestros tenían posturas sexistas.
Publicaciones que llevaron al Ministerio de Educación, dirigido entonces por Pap Ndiaye, a abrir una investigación encargada a la inspección general.
Desde entonces, otros dos ministros han pasado por el puesto, el actual jefe del Gobierno, Gabriel Attal, que lo ocupó durante seis meses antes de dejar su sillón a Oudéa-Castéra.
La investigación todavía no ha dado resultados pese a que tanto Attal como la nueva ministra han convertido la lucha contra el acoso escolar en una de sus prioridades.
En declaraciones a Libération, Oudéa-Castéra lamentó que sus palabras hayan podido herir a los docentes de la escuela pública, al tiempo que insistió en que lo hizo por motivos prácticos y no ideológicos.
"No soy católica", señaló la ministra, que insistió en que entre sus prioridades estará afrontar los 15 millones de horas de clase que no se hacen por baja de maestros no sustituidos.
La nueva ministra comienza mal su andadura, criticada por los sindicatos de educación y por la oposición, que consideran que, al igual que el nuevo primer ministro, proceden de la clase alta.
Las organizaciones sindicales acusan a los sucesivos gobiernos de Macron de haber reducido el número de alumnos por clase sin haber incrementado la plantilla de docentes, lo que dificulta las sustituciones de maestros en caso de bajas. Consideran, además, que mentir en sus primeras declaraciones no ayuda a ganar su confianza de cara a las negociaciones para afrontar los diferentes problemas del sector.