La guerra psicológica pone a Putin de los nervios
Tropas extranjeras en territorio ruso: el dilema que no puede ocultar el presidente.
Han pasado más de 930 días desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, tomase la decisión de poner en marcha la invasión rusa de Ucrania. Una guerra que, después de dos años y 6 meses, ha trascendido el plano militar para convertirse en una batalla psicológica en la que el frente más importante no está en Kursk sino en la mente del presidente ruso.
Según un análisis del Centro para el Análisis de Políticas Europeas (CEPA), la guerra en Ucrania, que se inició como un intento de reivindicar el peso internacional de Rusia y el sometimiento ucraniano, ha puesto en jaque al Kremlin, especialmente a medida que Putin se ve forzado a enfrentar una realidad incómoda: su estrategia ha fracasado.
El presidente ruso, como otros muchos líderes autoritarios, ha basado su gobierno en la proyección de una imagen de control absoluto. La propaganda estatal ha vendido a Rusia como un bastión de estabilidad frente a las democracias occidentales, que a menudo se presentan como caóticas. Sin embargo, las decisiones que toma ahora Putin están muy marcadas por la incertidumbre y el miedo al próximo movimiento de Ucrania. Un detalle que, según Dagens, está erosionando la seguridad de la que presume el presidente ruso.
Ucrania ha sabido aprovechar esta vulnerabilidad de Putin. Pese al tamaño y el poder militar de Rusia, el Kremlin no ha logrado ni doblegar al Ejército ucraniano ni destruir su capacidad de resistencia. En cambio, el gobierno de Volodímir Zelenski ha usado a su favor el fracaso, con una ofensiva psicológica que ha desestabilizado a las fuerzas rusas.
La presencia de tropas ucranianas en la región de Kursk, algo impensable antes de 2022, ha desatado el pánico en el Kremlin. Para Putin, que utiliza la manipulación psicológica como arma para controlar a su población, este cambio de roles es particularmente perturbador. Ahora se enfrenta a la paradoja de que las mismas tácticas que ha utilizado durante décadas para mantenerse en el poder se le están volviendo en contra.
La caída del mito del poder ruso
Uno de los mayores desafíos a los que debe hacer frente Putin es el de explicar a su propia población cómo es posible que tropas extranjeras operen en suelo ruso. Porque el objetivo de su “operación militar especial” en Ucrania era, precisamente, para evitar que algo así ocurriera. Sin embargo, la realidad ha sido devastadora para el Kremlin. No solo han caído bombas ucranianas sobre instalaciones estratégicas en Rusia, como las del ataque con drones sobre el aeródromo de la región rusa de Astracán, sino que ahora hay soldados enemigos dentro de las fronteras que el líder ruso prometió proteger.
Para muchos observadores internacioanales, el hecho de que Putin no haya sido capaz de reubicar sus tropas desde el este ucraniano para proteger el territorio ruso, es una señal de su estrategia fallida. Al insistir en que Ucrania se mantenga a la defensiva, Moscú ha dejado sus propias fronteras vulnerables y las críticas internas en Rusia han comenzado a crecer, cuestionando no solo la efectividad militar del Kremlin sino la legitimidad de Putin como garante de la seguridad nacional.