'La caravana de la muerte: las víctimas de Pinochet', vistas por Gervasio Sánchez
El periodista cordobés resumió en un libro las huellas de un suceso estremecedor ocurrido en 1973, en los inicios de la dictadura chilena, del que se cumplen 50 años.
En este lunes, cuando se cumplen 50 años del golpe de Estado en Chile contra Salvador Allende, toca recordar a las víctimas. Más allá del suicidio del presidente, la asonada militar trajo al país casi 17 años de dictadura y mucho dolor, muchas violaciones de derechos. En este día, sirve para recordar lo ocurrido el libro La caravana de la muerte. Las víctimas de Pinochet (BLUME), del reconocido periodista Gervasio Sánchez, en el que nos muestra las huellas de un suceso estremecedor ocurrido en 1973, en los inicios de esa dictadura.
En este libro, cuyo registro, fotografía y textos datan de hace algunos años, los familiares de las víctimas de la llamada "caravana de la muerte", ejecutados en Cauquenes, La Serena, Copiapó, Antofagasta y Calama, recuerdan sus años de olvido y sufrimiento.
Afirma en su prólogo a esta obra José Saramago: Con un prólogo de José Saramago: "[...] Este libro habla de dolor y de injusticia [...] de torturados y de desaparecidos [...] de muertos y de la incorruptible y eterna esperanza de la vida. Aquí hablan los que saben que van a morir, y también los vivos que, hora tras hora, año tras año, van transportando consigo esos millares de muertes para impedir que sean olvidadas. [...] Porque [los injusticiados] no fueron olvidados aparece este libro. Porque ellos no fueron olvidados el pueblo chileno se levanta un poco más todos los días. [...] El pueblo chileno solo podrá reconocerse entero, completo, cuando haya conseguido reincorporar, como parte nuevamente vivificante de su historia, la memoria de los asesinados y el respeto por los que, contra todas las adversidades, les sobrevivieron".
Estas son algunas de las imágenes y de los textos recogidas en el trabajo del periodista cordobés.
ROLLY BALTIANSKY, 68 años. Esposa de Ricardo García Posada, 43 años, dos hijas. Ingeniero, economista y militante socialista. Funcionario de la Cepal (organismo de la ONU) y gerente general de la mina estatal de cobre de El Salvador. Ejecutado en Copiapó. Sus restos siguen desaparecidos. Su hija Ximena se suicidó en marzo de 1990.
Ricardo García, militante socialista, era gerente general de la mina de cobre de El Salvador, la tercera más importante de Chile. El 12 de septiembre, un día después del golpe, pidió a los trabajadores que abandonaran la mina y entregó su renuncia.
Fue detenido dos días después y trasladado a la cárcel de Copiapó. Durante su encierro dio clases de matemáticas a los presos y empezó a tallar un juego de ajedrez en madera. Sólo pudo hacer cuatro piezas.
"Era tan ingenua que contraté a un abogado para que lo defendiera en el consejo de guerra. El mismo 16 de octubre fui a verlo a la cárcel y me informaron que lo habían trasladado al regimiento. Allí no me dejaron entrar, pero lo ví en el patio caminando maniatado y custodiado por dos militares. Le grité y él con gestos me pidió que me fuese. Esa fue la última vez que lo ví. El terror me impidió dormir en toda la noche".
"A la mañana siguiente escuché el despegue de un helicóptero. Hoy todavía me late el corazón y la angustia se apodera de mí cuando escucho un ruido parecido. María, la esposa de Benito Tapia, vino a verme y me enseñó el diario con la lista de 13 de los fusilados. Sin embargo, no estaban ni Benito ni Ricardo. Me fui al regimiento. Más tarde llegó María gritando: "Los mataron, los mataron". Tenía un papel escrito a máquina, sin firma y sin timbre, en el que se podía leer que nuestros esposos habían sido fusilados por orden de la honorable Junta de Gobierno".
"Cuando mi hija se suicidó [...] sentí de nuevo cómo el brazo funesto de la dictadura me volvía a alcanzar".
"Nos fuimos al cementerio. Allí vimos tres fosas tapadas y sus nombres en unas cruces (Maguindo Castillo era el tercero). Hicimos los trámites rutinarios y pagamos los costes de las tumbas. En 1990 se abrieron las fosas y sólo aparecieron 13 de los 16".
"Ximena podría haber tenido una vida extravagante porque era artista, pero nunca hubiera pensado en el suicidio si su padre no hubiera sido ejecutado. No me atreví a contarle lo que había pasado hasta años después. Le dije que se había quedado en el país peleando contra los golpistas".
"Un año después del golpe y antes de que ella viese las imágenes del aniversario del bombardeo de la Moneda en la televisión de México donde vivíamos exiliados le conté la verdad, aunque le dí una versión quizá más heroica: le dije que su padre se había quedado defendiendo la mina y había muerto en el combate. Ximena dibujó la cordillera de los Andes, a Salvador Allende y a su padre juntos. Se podía también ver un brazo disparándoles del que surgía el emblema de Patria y Libertad, el grupo de extrema derecha. Ximena volvió a Chile en 1980, con 14 años. Sentía que carecía de identidad. Besó la tierra chilena cuando se bajó del avión. Creo que vino para convencerse de que su padre había muerto. Visitó los lugares donde habíamos vivido y pasó mucho tiempo en el cementerio ante la fosa común donde supuestamente estaba su padre enterrado. Después de un año regresó a México".
"A los 20 años sufrió un brote psicótico. (En la casa hay varias pinturas. En una pintó a su padre rodeado por las piezas de ajedrez que construyó en la cárcel. En otra, pintó a varios niños solos, con miradas taciturnas.) Siempre transmití a mis hijas el amor por la vida. Pinochet y los militares eran la muerte. Cuando mi hija se suicidó en marzo de 1990 en México, sentí de nuevo cómo el brazo funesto de la dictadura me volvía a alcanzar. Nunca logré escapar de ellos. Es una herida de la que nunca me recuperaré".
"No tengo ninguna intención de reconciliarme ni de perdonarlos. Cómo pueden hablar de perdón. Nunca han reconocido sus responsabilidades ni han sido capaces de aceptar que mataron a seres inocentes".
"No estoy contenta con la actitud de los socialistas. Han sido muy ambiguos. Me hubiera gustado escuchar declaraciones más claras. Se ha conseguido el enjuiciamiento de Pinochet gracias a su detención en Londres y al trabajo de Joan Garcés, ex asesor de Allende y de Baltasar Garzón. Puedo asegurar que no fue gracias a Eduardo Frei o Ricardo Lagos (anterior y actual presidentes de Chile). Hay cosas que son imperdonables. Cómo puede definir el presidente Lagos un golpe de Estado con miles de muertos como un gran desencuentro. Esa palabra se usa para los desencuentros amorosos. Muchos socialistas sólo están interesados en el poder; son unos oportunistas".
ADA SANTANA GONZÁLEZ, 47 años. Pareja de Adolfo Palleras Norambuena, 27 años, comerciante. Ejecutado en Copiapó. Sus restos aparecieron en 1990 en una fosa común.
"La noche antes de ser detenido me dijo que iba a morir como el Che Guevara. Fue incomunicado y no pude volver a verlo. Me enteré de su ejecución por la radio".
"Durante semanas fui al cementerio en busca de la tumba ilegal. Un día escuché: 'Pensar que Ada entregó a Adolfo'. La familia Palleras aceptó esta versión durante muchos años y yo nunca tuve la posibilidad de convencerles de mi inocencia".
"Todos nos fuimos de Copiapó y sólo en 1990 nos encontramos de nuevo coincidiendo con la exhumación de sus restos. Fue cuando Mónica Palleras, hermana de Adolfo, le confesó a su madre lo que en realidad había pasado. Dijo públicamente que en octubre de 1973 la torturaron hasta que lograron saber dónde se escondía Adolfo, detenido poco después".
"Seis años después de su ejecución volví a relacionarme con un hombre, 20 años mayor que Adolfo. Como dudaba de su muerte, mi pareja me preguntaba: '¿Qué vamos a hacer si él regresa?'. En mis sueños, lo veía llegar desde lejos, muy flaquito".
"Después de la exhumación me quedé tranquila. Puedo ir a su tumba y dejarle una flor, pero no me conformo con ello: los culpables tienen que pagar sus crímenes. Pololeamos más tiempo del que estuvimos casados. Él deseaba tener hijos y yo estaba en tratamiento médico. Uno de los hijos que tuvo con su primera esposa (Sonia Cisterna) había muerto ahogado un año antes. De Jaime Toro, su otro hijo, no sabía nada desde hacía años. En 1990 vino a la exhumación. Fue impresionante: era calcado a su padre (Adolfo Palleras)".
"En 1990, su hijo vino a la exhumación. Fue impresionante: era calcado a su padre".
LEONILA RIVAS, 68 años. Madre de Manuel Hidalgo. "Cómo puede tener un ejército generales tan cobardes". "El día de su muerte llegó el capellán militar para explicarme lo que había ocurrido. Me dijo que él había hablado con cada uno de ellos y que habían muerto tranquilos, en paz. Me mintió. Los apuñalaron antes de dispararles. Cómo puede tener un ejército generales tan cobardes".
"Lo busqué por todas partes. Recorrí el desierto y la frontera de Bolivia, viajé por todo el norte del país. Preguntaba a todo el mundo. Algunos me dieron pistas falsas. En los regimientos me trataban a patadas. Un coronel me dijo: «Si vuelve por aquí, correrá peor suerte que su hijo». Los vecinos tenían miedo de mirarnos a la cara. Sus compañeros de trabajo nunca se preocuparon de nosotros. Tuve varios infartos y ahora vivo con tres bypass. Recibo ayuda psiquiátrica. Casi me vuelvo loca. A veces lo veo reírse y cuando me despierto descubro que sólo es un sueño. Si me devolvieran a Manuel podría ir a visitarlo a su tumba y no sufriría más. Se han reído del dolor de madre, del dolor de esposa, del dolor de hija. Si son hombres de honor, ¿por qué no nos devuelven los cuerpos?".
CARMEN HERTZ, 52 años. Esposa de Carlos Berger, 30 años, casado, un hijo de 11 meses. Abogado y periodista. Jefe de prensa de la mina de cobre de Chuquicamata. Ejecutado en Calama cuando había sido condenado a dos meses de cárcel. Sus restos nunca fueron encontrados. Abogada querellante en la causa de la "caravana de la muerte".
"Un día antes de su ejecución me entrevisté con el fiscal militar para pedirle que conmutara la pena que le restaba por una multa. El consejo de guerra le había condenado a 61 días de prisión por negarse a emitir proclamas golpistas. Había cumplido ya más de la mitad de la condena. El fiscal me pidió que le hiciera la petición formalmente por escrito. Salí tan segura de que al día siguiente lo iban a liberar que reservé plaza para ambos en el primer avión para Santiago, donde se encontraba nuestro hijo Germán, de 11 meses".
"Al día siguiente había mucho revuelo en el regimiento. tras la llegada del general Sergio Arellano y su comitiva armada. Como era su abogada, conseguí entrar en la cárcel. Carlos estaba muy angustiado. Un primer grupo de presos encapuchados y maniatados habían sido trasladados a un lugar impreciso. Sólo pude estar 20 minutos con él".
"Regresé a casa coincidiendo con el toque de queda. Al día siguiente corrieron diferentes versiones sobre lo que había sucedido. El gobernador militar, Eugenio Rivera, estaba muy conmocionado. Me pidió que regresara a casa y me prometió que en una hora me llamaría para darme una explicación".
"Un vehículo militar se acercó a mi domicilio y un capitán me informó que los prisioneros habían sido fusilados al intentar escaparse. La muerte había ocurrido una hora después de nuestra despedida. Nuestra casa fue allanada. Los libros de Carlos y los juguetes de mi hijo fueron robados".
"Pasé cuatro años en el exilio, regresé a Chile en 1977 y me incorporé al equipo jurídico de la Vicaría de la Solidaridad. En 1985 presenté la primera querella criminal contra el general Sergio Arellano por las ejecuciones ocurridas en Calama".
"1988 fue un año terrible para mí a pesar de que el 5 de octubre el dictador Pinochet fue derrotado en un plebiscito. En junio de ese año, Dorak Guralnik, madre de Carlos, se suicidó tirándose por la ventana desde un séptimo piso. Tenía 64 años y no pudo superar la enésima depresión. Pero lo peor ocurrió el 22 de noviembre. Al regresar a mi casa encontré degollada a mi empleada Sofía Yañez, que tenía 23 años y estaba embarazada. Días antes, varios miembros de la policía política de Pinochet habían sido sometidos a un proceso por torturas tras una querella presentada por mí. Su asesinato fue un acto de venganza y amedrentamiento".
"Me fui a París con mi hijo que ya tenía 15 años. Entonces, muchos exiliados iniciaban el regreso y nosotros escapábamos de nuevo".
"De todos los modelos de transición de la dictadura a la democracia, el chileno es uno de los más perversos. Hubo un pacto tácito para permitir la impunidad entre los gobiernos de la Concertación (coalición de fuerzas demócratacristianas y socialdemócratas que gobiernan Chile desde hace una década) y los militares."
"Una gran parte de los socialistas renovados reniegan de su pasado y están conformes con silenciarlo. Toda la prensa está controlada por los poderes fácticos. Había más periodismo independiente cuando Pinochet gobernaba".
"Lo peor es que se quiere incorporar la idea de un empate moral histórico. La Unidad Popular de Salvador Allende cometió graves errores que provocaron un golpe de Estado. Las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzosas, las torturas masivas fueron simplemente excesos".
"Ha habido operaciones políticas para impedir que Pinochet no comparezca al proceso legal. Es una intromisión que conlleva graves riesgos para el futuro de la sociedad. chilena. Una sociedad no puede tratar a un criminal que tiene poder con ventajas ya que eso significa discriminar los demás".
"Los integrantes de la caravana no sólo mataron personas. Los objetivos de este operativo de exterminio fueron aterrorizar a la población, alinear a las Fuerzas Armadas en la represión más dura y provocar la depuración de mandos considerados blandos. Algunos han dicho que éste fue el acto fundacional de la política de exterminio de la dictadura chilena".
"En mi caso, mi vida fue pulverizada. La ejecución de Carlos cambió dramáticamente mi biografía para siempre. Y eso no tiene reparación alguna. Nuestra generación alcanzó el poder de forma democrática tras décadas de esfuerzo colectivo. El golpe liquidó ese sueño. El proyecto de Allende pretendía transformar este país de forma democrática. Las víctimas son las que encarnaron ese proyecto. Carlos se podría haber quedado a vivir en Santiago en la casa que nos acabábamos de construir y en cambio tomó la decisión generosa y comprometida de irse a Chuquicamata, centro estratégico de producción, a sabiendas de que se iba a una ratonera. Hay que rescatar esa generosidad".
Carta de CARLOS BERGER escrita en la cárcel de Calama y fechada el miércoles 26 de septiembre de 1973. Demuestra que los prisioneros estaban ya condenados cuando llegó la comitiva de Arellano.
Querida y adorada mujercita:
.... Nunca será posible reproducir la situación, la tensión, la angustia y el aplastamiento que sentimos cuando fueron comunicadas las penas. Imáginate. Los van llamando de a uno. Y suben a la celda. Entran y dicen: 8 años. Que baje Fulano. Se produce un silencio espantoso y baja. Al rato sube y dice: me tiraron 15 años. Que baje Zotano. Y así se va repitiendo. Hubo penas de 500 y 600 días, 8, 15, 16 y 25 años. Era simplemente para sentarse a llorar. Pero los muchachos se portaron realmente muy bien. Amargados y jodidos, por cierto, pero muy enteros. Ahí yo te eché mucho de menos. Yo no tenía nada que ver en ese asunto, pero igual me deprimí y ahí se siente la necesidad de conversar con alguien y ese alguien no podías ser sino tú. Son casi las doce del jueves. Me han comunicado la sentencia definitiva: 60 días de prisión que deberán cumplirse en la cárcel de Calama. No hay ninguna rebaja debido a las acusaciones que se formularon en mi contra aunque no figuran en el proceso. Pero por otra parte tampoco se aplicaron las disposiciones de tiempos de guerra porque el delito fue cometido con anterioridad a ellas, como dice textualmente la sentencia del coronel. Bueno, me quedo una temporada aquí en Calama, disfrutando del sol, del deporte, del agua con arsénico. Espero que se respeten las normas en cuanto a que la pena empiece a cumplirse desde que uno está en prisión, con lo que ya tendría casi 15 días cumplidos. Espero que vengas hoy en la tarde. Te adoro. Carlos.
Y quiero muchísimo al enanito rubio.