Gana la izquierda, pierden los ultras: los escenarios posibles en la nueva Francia

Gana la izquierda, pierden los ultras: los escenarios posibles en la nueva Francia

Las encuestas decían que los de Le Pen podrían tener la mayoría absoluta de la Asamblea, pero nadie la ha logrado, a tenor de las encuestas. Queda un parlamento muy fraccionado y con una primera fuerza de color diferente a la presidencia. 

Ciudadanos de París votan en el Distrito 18 de la ciudad, hoy, en la segunda vuelta de las elecciones legislativas.ANDRE PAIN / EPA / EFE

El Nuevo Frente Popular (NFP), la alianza de izquierda formada en el último minuto para disputar las elecciones legislativas con posibilidades de éxito, ha ganado los comicios en la segunda vuelta, según los sondeos conocidos a las ocho de la tarde. Los liberales del presidente, Emmanuel Macron, han quedado segundos y terceros los que los sondeos daban como primera fuerza, los ultraderechistas de Agrupación Nacional (AN). 

El NFP obtiene entre 160 y 215 diputados, mientras que el bloque macronista logra de 150 a 180 y la ultraderecha de Marine Le Pen queda relegada a la tercera posición, con 115-152 escaños, de acuerdo a los cuatro principales institutos demoscópicos. Esas cifras suponen una sorpresa después de que la ultraderecha ganó de forma holgada la primera vuelta, con el 33,15 % de los votos, y seguía en cabeza en los sondeos y en las últimas proyecciones de escaños que se divulgaron hasta el viernes, último día de la campaña.

Pero al cierre de los centros de voto, el NFP aparece como el ganador, según la proyección de Ifop para los canales TF1 y LCI, con 180-215 diputados, además de otros 10 escaños para independientes de izquierda, netamente por delante del bloque macronista (150-180). La ultraderecha queda relegada al tercer lugar, con un resultado de 120 a 150 escaños, siempre según los sondeos.

Que haya ganado la izquierda no significa que tenga ya el Gobierno, el primer ministro y los ministros de Francia en su mano, porque carece de mayoría absoluta (289 diputados sobre 577) y estará en una posición débil, por más que vaya a hacer valer su primer puesto, logrado de forma sorprendente. 

Mucho dependerá todo del equilibrio de poder dentro del propio Frente. Sus grupos constituyentes van desde socialdemócratas hasta anticapitalistas incondicionales (los de La Francia Insumisa), pasando por los ecologistas verdes y los comunistas. El líder de LFI, Jean-Luc Melenchon, ha reclamado a Macron, tras conocer las encuestas, el nombramiento de un primer ministro de la alianza de izquierdas. Los resultados "confirman la derrota del presidente y de su coalición" y por eso le pidió que "no intente escapar de esa derrota con subterfugios".

El líder de la izquierda contestataria aseguró que el jefe de Gobierno tiene que ser del Nuevo Frente Popular, "y tiene que aplicar su programa y solo su programa". Ha rechazado de plano entrar en negociaciones con la coalición de Macron. Sin embargo, algunos socialistas moderados podrían verse tentados a separarse y unirse al grupo del presidente Macron para formar un Gobierno de centro izquierda. Es una hipótesis que no se puede descartar y que complicaría las cosas al resto del bloque izquierdista. 

Lo que se avecina es un período de regateo sobre la posible formación de una coalición en torno a un programa aún indefinido y la izquierda, entusiasmada por su buen desempeño, esperará una voz muy fuerte. Todo lo demás son dudas. 

Si no se puede improvisar una mayoría funcional en la Asamblea, entonces el presidente puede pedirle al partido más grande que encabece un Gobierno minoritario. Alternativamente, se podría nombrar un gabinete tecnocrático, a la italiana, pero es poco probable que sobreviva por mucho tiempo. Convocar nuevas elecciones no es una opción, porque la Constitución dice que es imposible hasta dentro de un año, a contar desde la noche del 9 de junio, cuando Macron disolvió las cortes tras la victoria de la ultraderecha en las elecciones europeas. 

La palabra del momento en el país vecino es "cohabitación", un sistema en el que Gobierno y Presidencia son de colores diferentes. El Ejecutivo, en ese caso, aplicaría medidas que no encajan con el plan del presidente, en mayor o menor medida. Por eso, se augura un periodo de enfrentamiento permanente y puede que de transición, sin poder apurar las legislaturas. 

La república francesa moderna ha experimentado esa convivencia en tres ocasiones, la última durante la presidencia del conservador Jacques Chirac, con el primer ministro socialista Lionel Jospin, entre 1997 y 2002. El primer ministro responde ante el parlamento, lidera el gobierno y propone leyes y, por eso, el poder del presidente se ve debilitado en su país durante la convivencia, aunque aún ostenta poderes en política exterior, asuntos europeos y defensa. Por ejemplo, está encargado de negociar y ratificar tratados internacionales. El presidente también es el comandante en jefe de las fuerzas armadas del país y es el custodio de los códigos nucleares.

La Asamblea Nacional, la cámara baja, es la más poderosa de las dos cámaras del parlamento francés. Tiene la última palabra en el proceso legislativo por encima del Senado, que está dominado por conservadores. 

Macron, por su parte, siempre ha dicho que seguiría como presidente en El Elíseo, incluso si ganaban los ultras, hasta 2027, que es cuando se han de celebrar las siguientes elecciones presidenciales.