El 'Estado niñera' no para de sumar multas: este es el país en el que está prohibido casi todo
Cruzar mal la calle, caminar desnudos dentro de casa o dar de comer a las palomas está prohibido en esta región.
Singapur, una ciudad-Estado entre Malasia y el archipiélago indonesio, destaca por una urbanidad radical cuyo origen se remonta a las ideas del padre fundador, Lee Kuan Yew, primer Ministro desde la independencia en 1965 hasta 1990, quien ya en el año 2000 admitió conocer el apelativo que habían adjudicado al país en el exterior: el 'Estado niñera'.
Lee Kuan Yew dejó una visión marcada por la creencia de que el orden y la disciplina son esenciales para el crecimiento que continúa ahora en una legislación que prohíbe casi todo. El periodista Javier Lacort explicó en Xataka que la primera sensación que el visitante tiene cuando aterriza en Singapur es la de pisar una enorme maqueta desinfectada.
En Singapur conviven más de 5,7 millones de personas en apenas 728 kilómetros cuadrados. Y, aunque a ojos de los occidentales algunas prohibiciones paracen una excentricidad, los singapurenses las perciben como una herramienta para garantizar la convivencia pacífica en un espacio reducido, según señala Telecinco.
El país incluye numerosas prohibiciones que conllevan multa, cárcel o incluso la pena de muerte. Cruzar mal la calle, llevar durián (una fruta local con un olor fuerte y desagradable) en el transporte público, caminar desnudos dentro de casa, dar de comer a las palomas, robar el wifi del vecino y tocar música en la calle sin licencia son algunos ejemplos.
Una de las prohibiciones que más llama la atención es la venta de chicles. Esto se remonta a 1992, cuando los restos de chicle pegados en el mobiliario urbano, los vagones del metro y las aceras se convirtieron en un problema de escala nacional. El gobierno decidió entonces que era hora de imponer la medida drástica que todavía hoy sigue vigente: prohibir la importación y venta de chicle, excepto para uso médico, como los de nicotina.
Otras normas más beneficiosas para la salud son las relacionadas con el tabaco. El país entero es un campo de minas para los fumadores. La mayor parte de las veces han de limitarse a sus casas para fumar y apenas hay espacios públicos para fumadores. Fumar en espacios no habilitados, que son casi todos, supone una multa que puede rondar los 2.000 dólares.
También descata la tolerancia cero a no tirar de la cadena en un baño público, dejarse la tapa levantada o arrojar cualquier tipo de basura en la vía pública. Este incivismo puede costar en Singapur otros 2.000 dólares o, incluso, unos cuantos días de servicio comunitario.