Díaz-Canel repite como presidente de Cuba: los retos de un país en crisis ávido de reformas
No ha habido sorpresas. Lo que sí hay es desafíos: se abre un periodo de continuidad que pide reformas a gritos para frenar el mayor éxodo de la historia reciente del país.
La vida sigue igual en Cuba, aunque la isla está sumida en una crisis profunda que necesita acción y aunque una parte creciente de la ciudadanía bulla reclamando reformas. Esta semana, Miguel Díaz-Canel ha vuelto a ser elegido por la Asamblea Nacional como presidente, para un nuevo mandato de cinco años. Segundo y último, así lo fijan las normas.
Un periodo de "continuidad", la palabra que más repite el mandatario, como la mayor de las garantías, la mejor de las promesas, seguir con lo iniciado por el castrismo, pero también un periodo de desafíos, especialmente en el ámbito económico, que deberá abordar. Un equilibrio complicado. Siguen los mismos en el poder y siguen el desabastecimiento, la inflación, los apagones masivos o la inmigración, el mayor éxodo de la historia reciente del país.
Este ingeniero electrónico de 62 años, sucesor de Raúl Castro, recibió el miércoles 459 votos a favor de los 462 diputados presentes en la sesión legislativa, un aval esperado pero que parte también con el lastre de la alta abstención previa: sólo el 75,92% del padrón (8,1 millones de ciudadanos) acudió al sucedáneo de elección, cuando en tiempos de Fidel Castro no bajaba nunca del 95%.
Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, constata que esa participación baja "es una muestra de descontento de buena parte de la población con el régimen actual", pero por lo demás no ha habido nada inesperado en la confirmación del presidente. "Era un proceso electoral sin ningún misterio, totalmente controlado y digitalizado por parte del Gobierno y el Partido Comunista" y, por tanto, "ni había sorpresas previas a la hora de la elección del Parlamento ni, por supuesto, cabía ningún tipo de sorpresa en la elección del presidente". Es "más de lo mismo".
Cómo están las cosas
En el discurso de su proclamación, Díaz-Canel, también primer secretario del comité central del Partido Comunista de Cuba (el único legal) prometió ser "fiel al legado" de la revolución de 1959 y prometió "trabajo" para lograr "nuevas victorias". Reconoció un "huracán de carencias y dificultades", pero las achacó a la postpandemia -la isla entró un poco más tarde en la ola mundial de contagios- y en el endurecimiento de las sanciones estadounidenses. Lo habitual en su relato.
Su tono trató de ser empático con los problemas de sus ciudadanos, al menos de palabra. Dijo que sentía una "enorme insatisfacción" por "no haber sido capaz" de conseguir los resultados "que necesita el pueblo". Desde hace más de dos años la ciudadanía cubana sufre un grave desabastecimiento de productos básicos -alimentos, medicinas y carburantes-, una inflación desatada -que ha doblado en 24 meses el costo de la canasta básica en el mercado formal, según EFE-, extensos apagones diarios y una migración masiva que ha llegado a picos sin precedentes: más de 225.000 cubanos detenidos en la frontera con Estados Unidos el año pasado.
La caída del Producto Interno Bruto en el año 2020 fue de un 11%, cuando ya de base había una gran escasez de comida, de medicinas o de combustible, que apura a la población, así que las cosas han ido a peor. Más, en un país que se está convirtiendo en una de las más ancianas del mundo. Se ven cada vez más las costuras de los sistemas de salud, de seguridad social y de pensiones para poder satisfacer las necesidades básicas de los cubanos.
En materia de derechos, sigue la represión. Human Rights Watch resume así la situación: "El Gobierno cubano continúa reprimiendo el disenso e impidiendo la crítica pública. Recurre sistemáticamente a detenciones arbitrarias de corta y larga duración para hostigar e intimidar a críticos, activistas independientes, artistas, manifestantes y otras personas. Cientos de críticos del Gobierno siguen entre rejas, incluidos muchos de los que participaron en las históricas manifestaciones de julio de 2021". Constata, también, que el embargo estadounidense "sigue proporcionando al Gobierno cubano una excusa para sus problemas, un pretexto para sus abusos y una forma de lograr el apoyo de gobiernos extranjeros que, de otro modo, podrían estar dispuestos a condenar más enérgicamente las prácticas represivas del país".
En el Índice de Democracias de The Economist del pasado año, Cuba ocupa el puesto 139 sobre 167 naciones analizadas. Su nota es de un 2,65 sobre 10 (Noruega, que encabeza la lista, llega al 9,81). Saca un 3,21 en funcionamiento del Gobierno, un 3,33 en participación política, un 3,75 en cultura política y un 2,94 en libertades civiles, entre otros parámetros.
Para Malamud, pues, hay "poco positivo que destacar". "La decadencia de la economía ha seguido, la falta de ambición para cometer las reformas económicas tan necesarias que requiere el país ha continuado y, desde esa perspectiva, esa falta de afán reformista está dando la puntilla" a las cuentas cubanas. Habla de una "curva de declive permanente" en la producción de riqueza del país, "prácticamente de todas las actividades más importantes, comenzando por el turismo pero también siguiendo por el tabaco o la minería", siguen en esta dinámica y "eso complica todavía más las cosas en una coyuntura en la que el sector energético, por ejemplo, pasa por momentos muy difíciles".
Según relata, la generación de electricidad "está totalmente comprometida por falta de inversiones y por los equipos obsoletos": los cubanos hoy dependen en buena medida de equipos portátiles -"aunque de eso tienen poco"- llegados de Turquía para generar electricidad "pero cuyo alquiler cuesta una cantidad importante de dinero". Todo este caldo se mezcla con un momento en el que "el descontento popular no deja de aumentar, la represión también se incrementa y esto genera una espiral de protesta-descontento que es difícil de parar".
Sin autocrítica
Díaz-Canel no dio datos ni hizo alusiones concretas a todo lo anterior en su discurso de proclamación, pero sí que reivindicó como logros algunas de sus decisiones de los pasados cinco años. A saber: el desarrollo de tres vacunas cubanas contra el covid-19 (la inmunización alcanza a más del 90% de la población), la conexión a internet por datos móviles que alcanza a siete millones de usuarios, la aprobación de la nueva constitución (que ha permitido desarrollar 120 normas jurídicas de rango superior) y del Código de las Familias (que permite a parejas del mismo sexo el matrimonio y la adopción).
En lo económico, enfatizó que se han aprobado en los últimos años algunas reformas, como la autorización de las pequeñas empresas privadas -vetadas desde 1968- y que suman ya más de 7.000 en todo el país.
Para el también catedrático de Historia de América en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), ha habido en sus palabras "poca autocrítica", porque "podría generar precisamente un descontento de parte de los sectores dirigentes", dada la naturaleza del poder en Cuba. Destaca que un síntoma de las dificultades que tiene el régimen "lo ha dado esa imposibilidad de encontrar un proyecto sucesorio adecuado en Gaesa", el Grupo de Administración Empresarial, SA, un entramado empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) con ramificaciones que van desde el sector hotelero hasta las tiendas minoristas de ventas de productos en divisas, pasando por las aduanas y los puertos. Es el más importante del país y no tiene quien lo pilote en este momento. "Hace varios meses que murió el último máximo conductor de Gaesa (el militar Luis Alberto Rodríguez López-Callejas) y no hay designada una persona que se haga cargo del tema, eso marca ciertos problemas en la cúpula y, al mismo tiempo, muestra dificultades para gestionar el propio orden interno", remarca.
Y eso se ve en la calle, donde "cada vez más hay ciudadanos que a través de las redes sociales se implican personalmente en algún tipo de crítica, saliendo a la luz con nombres y apellidos, no con alias, lo cual evidentemente es una muestra de descontento". La protesta popular, en alguna oportunidad, ha desbordado a las fuerzas de orden público, recuerda, como cuando unos ciudadanos expulsaron con machetes a los policías. Ocurrió en Santa Clara. "Todo eso implica una situación bastante complicada de gestionar y lo que está mostrando la actual conducción cubana es que le cuesta encontrar el camino adecuado para salir del páramo en el que está", constata Malamud.
En julio de 2021, Cuba vivió las mayores manifestaciones conocidas en el país. Desde entonces, la relativa calma domina en la isla, impuesta a la fuerza: el miedo y la represión tras lo vivido ha forzado al silencio y al nuevo exilio masivo a EEUU. El riesgo de que ese cansancio acumulado rompa de nuevo "está ahí", reconoce el analista. "El problema es que no estamos en condiciones de identificar cuál sería el disparador de esa protesta masiva", precisa. De momento, Díaz-Canel y su gente evitan nuevas erupciones se evita "gracias al control que tiene de internet; cuando cabe la posibilidad de que una protesta se traslade a otras partes de la población, desconecta internet y con eso se intenta reducir la conflictividad" describe. Pero podría ser cualquier cosa la que prenda la llama de nuevo, "de un corte de luz masivo a la muerte de Raúl Castro", por lo que el presidente reelegido tendrá que estar muy pendiente de este flanco.
Lo por venir
"Le aguarda tarea. Hercúlea. La odisea va a quedarse como un mero referente anecdótico al lado de lo que le queda a Díaz-Canel", afirma irónico el especialista de Elcano. Sobre todo, claro, si quiere sacar el país adelante. "Otra cosa es que sea capaz de hacerlo", advierte. "Si quiere, va a tener que poner mucho empeño e invertir mucho capital político y, sobre todo, que es algo que de momento se desconoce, tener una clara vocación reformista y transformadora. Es algo que aún no se ve", indica.
Pone por ejemplo los intentos de que la iniciativa privada empiece a "sacar la cabeza", que cuando parecen avanzar son retrasados por la Administración, o la sombra que se cierne sobre el país por una serie de reclamaciones por el impago de la deuda en tribunales británicos, "que podrían complicar todavía mucho más las cosas y llevar a un segundo embargo".
¿Ve a Díaz-Canel como un verdadero reformista? ¿Le ve empeño en cambiar las cosas y es el sistema el que no le deja? "Es algo estructural, básicamente. El presidente no fue elegido por casualidad para ocupar el cargo que ocupa, sino por ser un hombre del aparato. Aquellos candidatos previos que durante mucho tiempo aspiraron a suceder ya no a Raúl, sino a Fidel, los que destacaban entonces y trataban de sacar la cabeza por encima de la melé. eran decapitados. Él llegó primero a la meta en esa larga carrera porque tampoco levantaba demasiadas ampollas. De alguna manera esto nos retrata al personaje", concluye.
Los apoyos o presiones exteriores
Una Cuba puede necesitar de sus aliados clásicos: Venezuela, China y Rusia. Malas noticias: ninguno de los dos países está ahora mismo mirando las necesidades del Caribe, por razones varias. Tienen "capacidad de incidencia", dice Malamud, pero no es el momento.
"El problema es que después de caía de la URSS y el llamado periodo especial, Cuba pudo recostarse en Venezuela para conseguir el auxilio necesario para su supervivencia. Pero la crisis ha llegado allí y se ha traslado, por correlación, también a Cuba", indica sobre lo que puede llegar de Nicolás Maduro.
China, por su parte, "que se había convertido en un importante socio comercial", se muestra actualmente "muy poco dispuesto a invertir o seguir poniendo dinero para sacar a una economía de la situación catastrófica en la que está", un dispendio a fondo perdido cuando tiene "otras inversiones más rentables en América Latina" por las que sí está apostando. En el proceso legal en Londres, incluso, hay un banco chino personado contra La Habana, lo cual es ilustrador del momento por el que atraviesan las relaciones bilaterales.
Y Rusia: su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, ha estado justo en la isla esta semana, lo cual siempre es un espaldarazo. Valoró la relación de su país con Cuba en momentos en que Occidente intenta imponer su voluntad, informó la estatal Agencia Cubana de Noticias (ACN) y recibió de La Habana el refuerzo en sus mensajes, que "la expansión de la OTAN, que continúa hasta hoy hacia las fronteras de Rusia, es la causa principal del actual conflicto en Europa". "Rusia tiene en este momento preocuopaciones mayores a las que mirar. Rusia espera más de Cuba que lo que le puede dar Rusia a Cuba", zanja Malamud.
Sobre el adversario común que es EEUU, sostiene que la relación con Washington es "muy funcional para el régimen". Cuando se ha hablado de un comercio activo o de exportaciones cubanas a suelo norteamericano, por tomar un botón, siempre se ha puesto el requisito de que no fueran realizadas por empresas públicas, del Gobierno, sino privadas. La respuesta fue "formar una cooperativa para controlar todo ese proceso". Una "impronta pública" que ha frustrado avances en esas relaciones y frenó "el despegue". Todo ha acabado "congelado".
EEUU puede influir en este nuevo mandato de Díaz-Canel, pero para que esa influencia sea positiva "necesita el aval y la cooperación del propio régimen cubano". Hay un "miedo mortal" de fondo a que "esa influencia arrase tanto la economía como la ideología de la propia sociedad cubana" que se instaló incluso en el momento más ilusionante de apertura, con Barack Obama, y así sigue.
Así que nueva legislatura, pero mismo timonel y mismos problemas.