Conocí al amor de mi vida a los 17
A los 17 lo normal es divertirse y salir con gente, a veces hasta se cambia de pareja más que de camisa. Así era yo cuando fui a la fiesta por el 18 cumpleaños de mi mejor amigo: una chica con muchas ganas de fiesta. Hasta que le vi y mi objetivo cambió. Él tenía el pelo largo y yo llevaba rastas, abalorios y trenzas de hilo. Así empezó nuestra historia.
Si me sigues en Instagram, habrás podido comprobar que hace poco mi marido y yo celebramos el 11 aniversario del día que nos conocimos. Sí, 11 años. Tengo 28 años y nos conocimos a los 17 (mis habilidades matemáticas son impresionantes, ¿verdad?).
A los 17 lo normal es divertirse y salir con gente (a veces hasta se cambia de pareja más que de camisa). En resumen: vives la vida y te sientes vivo. Así era yo cuando fui a la fiesta por el 18 cumpleaños de mi mejor amigo: una chica de 17 años con muchas ganas de fiesta. Hasta que le vi y mi objetivo cambió: ¡le necesito, sí, a ese de ahí, a él! Él tenía el pelo largo y yo llevaba rastas, abalorios y trenzas de hilo. Así empezó nuestra historia. Ingenuamente, pensábamos que sería algo de una noche, pero luego pensamos que a lo mejor duraba dos semanas. Me di cuenta de que me estaba enamorando, pero me dije a mí misma que en un mes me habría cansado de él. Pasó un año, dos, tres, cinco, diez y hoy hemos llegado a 11. Queda muy bien escrito, pero, sinceramente, al principio tuvimos que enfrentarnos a muchos problemas...
"Ten cuidado, puede que lo vuestro no dure, todavía eres muy joven". "¡Tiene que ser muy aburrido tener una relación seria siendo tan joven! ¿No crees que te estás perdiendo tu juventud?". ¿Qué se contesta a la gente que no deja de decirte frases así? Pensé muchas cosas: "¿Y si tienen razón? ¿Y si somos demasiado jóvenes?". Otras veces, simplemente me decía a mí misma: "Tranquila, lo acabarán entendiendo". Nuestros amigos siguieron de cerca nuestra relación y, cuando nos casamos, proclamaron: "¡Estaba claro que acabaríais así!". Sonreímos y asentimos. No le guardo rencor a nadie. Yo habría pensado lo mismo con 17 años.
Decidimos confiar en el otro y ver cómo evolucionábamos. El tiempo nos lo ha recompensado y ahora tenemos un hijo. Después de mi experiencia, he aprendido que sólo tienes que escucharte a ti mismo, a tu instinto, a tus creencias y a tu corazón. Por haberlo hecho así me he llevado el mejor regalo posible. Conocer al amor de tu vida a una edad temprana no supone ningún problema. No siempre es fácil: hay que avanzar juntos en una etapa de la vida en la que las elecciones son vitales. Pero nos escuchamos, reflexionamos, hicimos planes e incluso vivimos separados por 6000 kilómetros durante un año. Hubo ocasiones en las que sufrimos, pero nunca dejamos de querernos.
Hoy pienso que tuve mucha suerte de haber conocido al amor de mi vida siendo joven. Tengo la impresión de que hemos crecido y madurado juntos. Él es parte de mí, es una parte de mi personalidad. Me ha ayudado a la hora de tomar decisiones y me ha apoyado. Sabemos cuándo y cómo darnos el espacio que necesitamos, cada uno tiene su vida, sus amigos y sus aficiones. Hemos encontrado un equilibrio y lo que era una pareja se ha convertido en un feliz trío.
Es cierto que la vida no siempre es una fiesta, pero hay que aprender a disfrutar de los pequeños momentos de felicidad y apreciar su valor.
Felices 11 años.
Este post fue publicado originalmente en la edición francesa de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del francés por Irene de Andrés Armenteros.