Sánchez, como Felipe II: "Yo y el tiempo contra todos"
Aliarse con el tiempo o, como decía Felipe II, "yo y el tiempo contra todos". Esta parece ser la lección aprendida por Pedro Sánchez en su denodada lucha por mantener el liderazgo de su partido. Tan cuestionado dentro como fuera, el secretario general del PSOE ha decidido parapetarse tras el calendario para hacer frente al embate de propios y ajenos.
Aliarse con el tiempo o, como decía Felipe II, "yo y el tiempo contra todos". Esta parece ser la lección aprendida por Pedro Sánchez en su denodada lucha por mantener el liderazgo de su partido. Tan cuestionado dentro como fuera, el secretario general del PSOE ha decidido parapetarse tras el calendario para hacer frente al embate de propios y ajenos. Ni derrotas electorales, ni críticos, ni comités federales, ni reprimendas de los tótem de la socialdemocracia española... Aguantar y esperar. Esa es toda su estrategia y esa también es toda su sapiencia política.
Vueltas y más vueltas a lo mismo. Todos sus movimientos desprenden el mismo aroma: sobrevivir como secretario general del PSOE. Lo mismo le da invocar a las bases del partido que le eligieron en voto directo, que jalear contra sus propios compañeros a un ejército de tuiteros, que autoenmendar sus propios discursos.
Lean, si tienen ganas y tiempo, sus palabras desde la tribuna del Congreso de los Diputados el día que pidió a la Cámara la confianza para ser investido presidente del gobierno el pasado 29 de febrero:
"No hay una suma posible sólo con partidos de la misma ideología. Sencillamente no suma, no da. Estamos obligados a mezclarnos. Tenemos que hacer mestizaje ideológico. Tenemos que hacerlo bien. Y descubriremos que el mestizaje enriquece; mientras la uniformidad, empobrece. Que el diálogo abre la mente; mientras que la obcecación, la cierra. Y que el acuerdo, gratifica, mientras que la imposición, empequeñece".
Dijo más: "Si creemos realmente en la democracia, si somos auténticamente demócratas, las diferencias entre ideologías no pueden ser nunca un problema. La diferencia, en democracia, debe ser objeto de debate, de diálogo, pero nunca de confrontación. Nunca de ruptura. (...) Esto no significa renunciar a nada. No significa traicionar a nadie. No significa arrodillarse ante nadie. Significa que sabemos vivir en una sociedad democrática. Que sabemos entender el valor de las diferencias. Que consideramos que el contraste de pareceres es enriquecedor".
Si no hay político que aguante la hemeroteca, muchos menos las actas taquigráficas del Congreso. Donde dije digo... Nada queda en Sánchez de todo aquello. Ni mestizaje ideológico, ni aperturas de mente, ni acuerdos... El secretario general del PSOE ha dicho, NO, NO y NO a lo que hace meses él mismo imploró para ser investido. Y no piensa moverse de ahí, por más que se lo pidan los tótem de su partido y su situación interna sea la más precaria que ha tenido nunca un secretario general del PSOE.
A Sánchez no le queda un puente por romper ni una barrera emocional que traspasar con el poder territorial de su partido. No hay secretario general con responsabilidad institucional al que no haya zaherido con sus palabras o sus decisiones. Tras dos años de mandato, sus únicos apoyos orgánicos son los de aquellos barones que lejos de ganar elecciones en sus territorios han llevado la marca PSOE hasta la tercera y la cuarta posición del tablero.
Y, como dice alguien que conoce bien el partido, ya no es una batalla de Susana Díaz contra Pedro Sánchez, "una simplificación que ha sido superada con creces, que es cómoda para la dirección federal y recurrente para los periódicos, pero antigua". Nada es ya binario en este PSOE que transita hacia la irrelevancia.
Y cuando el asturiano Javier Fernández se lamenta de lo que cuesta hoy explicar lo complejo en una escena pública empequeñecida por una sarta de lemas publicitarios es porque algo muy profundo se ha roto en un PSOE antaño acostumbrado al debate, la confrontación y el contraste entre iguales.
"Si el debate se achica y no se sitúa a la altura, será difícil que de él resulte una solución aceptable. Hay cuestiones que, por mínimo sentido común, deberían presidir hoy nuestro debate público", afirmó el presidente del Principado en el acto de inauguración de la 60 edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias.
Y allí mismo el principal referente emocional del PSOE se hizo una pregunta para la que él mismo halló la respuesta: "¿Sería sensato derivar por tercera vez la responsabilidad al electorado? Equivaldría a constatar una crisis de capacidad política que desacreditaría nuestras instituciones, incentivaría la desafección, multiplicaría la desconfianza internacional y, en suma, dañaría nuestra imagen de marca como país.
Fernández se alineaba así a la posición de José Luis Rodríguez Zapatero, que un día antes pedía un debate interno para resolver la crisis institucional de España y la posición que debe adoptar el PSOE. Antes lo habían hecho Alfonso Guerra, Felipe González, José Bono, José Borrell, Javier Lambán, y Javier Solana.
¿La respuesta de Sánchez? La de Felipe II: "yo y el tiempo contra todos". Si Rajoy consigue antes de septiembre sumar el "sí" de Ciudadanos y la presidenta del Congreso convoca la sesión de investidura, los críticos esperan que Ferraz convoque un Comité Federal donde someta a votación la posición del partido. Que esperen sentados porque, como dijo Antonio Hernando, quien quiera modificar la resolución política de diciembre que levante la mano y lo diga.
¿Un debate interno? Algunos han acariciado incluso la idea de que sea un congreso federal donde se dirima si el "no" a la investidura de Rajoy debe virar a la abstención para que así Sánchez tuviera la campaña por la secretaría general hecha. "Dilucidar lo interno antes que lo externo para que sea un dirección nueva, fuerte y sólida quien decida algo tan importante", defiende un partidario de que el cónclave se celebre cuanto antes y con este propósito. Un escenario que, en todo caso, no se produciría hasta que Rajoy no decida presentarse o no a la investidura, dilema que el presidente en funciones quizá decida no resolver hasta que se celebren las elecciones vascas y gallegas el próximo 25 de septiembre. Y en ese caso Sánchez volvería a ganar tiempo. En eso está. En eso ... y en el contra todos. Echen un vistazo si no a la campaña abierta en change.org bajo el título "Los que votamos PSOE pedimos a algunos barones respeto a Pedro Sánchez y abstención. No, NO."
P. D. Esto es lo que queda del PSOE.