Las claves de la semana: Letizia, como el PSOE, busca la paz interior
La primera vez que la reina visitó el Congreso de los Diputados era Letizia Ortiz, aún no estaba casada con el entonces príncipe de Asturias y vestía un traje marrón, aunque ella no lo sabía.
-"Disculpe, ¿cuál es el tono de su traje?", le preguntó una "plumilla" aquél 6 de diciembre de 2003 en el que fue su primer acto oficial junto a la Familia Real con motivo del XXV aniversario de la Constitución.
-"Solemne, como la ocasión", contestó la entonces prometida de don Felipe.
De aquella estampa han pasado 13 años. España, la monarquía y el Parlamento han cambiado, pero la gama de colores sigue sin incluir como tonalidad el "solemne". Letizia ha pasado del marrón que atribuyó a la pompa y el esplendor de un aniversario constitucional al verde esperanza. ¡Dónde va a parar! El esmeralda es perfecto para encontrar la armonía, muy adecuado cuando se precisa relajación e infalible para los que buscan paz interior.
De camisetas, banderas y Rolls Royce
Con la que estaba cayendo en el salón de plenos, no pudo elegir mejor tonalidad: que si una bandera republicana; que si unas rastas; que si una camiseta protesta; que si los diputados se pelean porque nadie les ha guardado el escaño que les pertenecía... De no ser por el Rolls Royce que entró hasta el patio de Floridablanca, aquello recordaba más a una protesta colegial que a la sede de la soberanía nacional.
Y, luego, se preguntan que qué le pasaba a la reina y que a qué venía tanta rigidez. Pues que buscaba armonía, oiga, paz interior. Igual que la izquierda. Lo mismito que el PSOE. ¿Acaso aflojó el rictus el presidente de la gestora del PSOE en la tribuna de invitados? Pues tampoco.
Otra semana horribilis para la gestora
La semana fue horribilis para la gestora. Una más. Ya lo dice el refranero, que a perro flaco todo se le vuelven pulgas. Y el socialismo no levanta cabeza, ni en las encuestas ni en el Congreso, ni en Ferraz. A punto ha estado esta semana de comerse al reprobado Jorge Fernández Díaz de presidente de la Comisión de Exteriores, como si la generosidad de Rajoy con sus ex ministros tuviera que pagarla el socialismo.
Iglesias ofreció a Madina la presidencia de Exteriores
Y eso que se lo advirtió Podemos: si sumamos nuestros votos, les quitamos la presidencia. "Te hacemos a ti presidente, Edu; lo de Fernández-Díaz es indigerible", le dijo Pablo Iglesias a Madina por teléfono la noche anterior a la mañana de marras. El secretario general de Podemos y el diputado socialista se atizan en público y se cruzan elogios en privado. La comunicación entre ambos va más allá que la que impone la cortesía parlamentaria.
Pero en este caso, para Podemos, Fernández Díaz era "casus belli". Para los socialistas, cuestión de mantener el statu quo en el reparto de las prebendas parlamentarias. Hasta que no estalló la presión interna y externa, no cayeron en la cuenta de que la jugada les saldría cara y de que el beneplácito a Fernández Díaz les sacaba de la órbita de principal partido de oposición.
La llamada de Javier Fernández a Santamaría
Una llamada de Javier Fernández a Soraya Sáenz de Santamaría el miércoles por la mañana consiguió que la derecha desistiera en su empeño de colocar al exministro de jefe de la diplomacia parlamentaria y tuviera que relegarle a la presidencia de una comisión menor que no requiere de los votos de la oposición.
Más duro que el "caso Fernández Díaz" ha resultado para el PSOE el castigo impuesto a los díscolos que rompieron la disciplina de voto en la investidura de Rajoy. Y eso que la solución final, lejos de acabar como algunos pretendieron con la suspensión de militancia, se resolverá en el ámbito parlamentario, con una multa de 600 euros y en el político, con una nueva distribución de competencias en el Congreso. Los críticos lo llaman purga o revancha; los "gestoristas", la consecuencia lógica de una indisciplina.
Objetivo: que el PSC salga del "sanchismo"
La fractura interna entre "sanchistas" y "susanistas" sigue abierta, y sólo así se entiende que la gestora que preside Fernández haya optado por una decisión salomónica en función de si los disidentes -votaran no o abstención- tenían cargo institucional (en las Mesas de las comisiones) o político (portavoces y portavoces adjuntos).
La represalia contra el PSC se ha rebajado notablemente en busca de una entente con el socialismo catalán. Hace una semana la relación organizativa y política era prácticamente irrecuperable, y ahora es imprescindible reconstruirla. Algo se está moviendo, y no es el coche con el que Pedro Sánchez prensaba recorrer España en busca de apoyos para la Reconquista. De lo contrario, no se explica que Meritxell Battet haya salido de la dirección del Grupo Socialista, pero se le haya compensado con la vicepresidencia de la Comisión Constitucional o que José Zaragoza, que el miércoles no era apto para ser portavoz de la UE, ahora lo sea para vicepresidir la comisión de Exteriores.
Todo sea por la paz interior... o por sacar del "sanchismo" al PSC, la única federación que otorgaba dosis de credibilidad al apoyo orgánico con el que el ex secretario general cuenta entre los territorios.
Díaz rompe su silencio, pero no su secreto
Todo la misma semana en que la presidenta de Andalucía rompió su silencio, pero no su secreto. Se dejó ver en El programa de Ana Rosa, de Telecinco, y en Al Rojo Vivo, de LaSexta, el mismo día. Hasta ocho veces le preguntó Antonio García Ferreras si se iba a presentar a la secretaría general del PSOE para que dijera a toda España lo que ya ha dicho a todo el PSOE. Una, dos, tres, cuatro, cinco.... hasta ocho evasivas dio por respuesta: que si el refranero de su abuela, que si en la cabeza o en la cola, que si ya se verá...
Las batallas de Errejón
Para verse, lo que esta semana sí hemos visto ha sido la voluntad de Iñigo Errejón de dar la batalla por un Podemos distinto al que quiere Pablo Iglesias. Lejos de darse por derrotado tras las primarias de Madrid, donde el candidato oficialista Ramón Espinar se impuso a Rita Maestre, el secretario político de los morados sigue empeñado en tejer un partido más transversal que radical y así lo defenderá en Vistalegre II.
Sus diferencias con Iglesias no son sólo de proyecto, sino también de cómo debe ser la estrategia de oposición en el Congreso. Cada semana que pasa se acentúan las difierencias. En esta que acaba, a Errejón no le gustó la consigna de la dirección de no aplaudir ni saludar a los reyes tras el discurso de Felipe VI en la solemne apertura de la Legislatura, pero tampoco la de quienes defendieron en la polémica sobre Fernández Díaz que se facilitara el nombramiento y que cargara con el coste el PSOE. Esta batalla, al menos, sí la ganó, porque se impuso su tesis de doblar el pulso tanto al PP como al PSOE. Vendrán muchas más...