La clave está en González
Esperanza Aguirre ocultó a Cifuentes -y a todo el partido- la carta de renuncia a la secretaría general que para entonces González ya le había enviado. Hace más de un mes que los populares de Madrid no tienen 'número dos', y nadie lo sabía. Es como si en el PP nacional dimitiera Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy lo mantuviera en secreto. Todo el mundo pensaría que hay razones espurias para el ocultismo. ¿Las hay?
"Nos ha faltado cercanía, humildad, sensibilidad social, proximidad... Y nos ha sobrado corrupción". La frase es de Cristina Cifuentes el pasado 22 de enero ante la Junta Directiva Regional del PP. Una cita a la que acudió, claro, Esperanza Aguirre como presidenta del partido, pero no su secretario general, Ignacio González. La presidenta de la Comunidad de Madrid preguntó a su colega por la ausencia de quien le había precedido en el sillón de la Puerta del Sol. La respuesta: "Está de viaje".
Aguirre ocultó a Cifuentes -y a todo el partido- la carta de renuncia a la secretaría general que para entonces González ya le había enviado. Hace más de un mes que los populares de Madrid no tienen 'número dos', y nadie lo sabía. Es como si en el PP nacional dimitiera Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy lo mantuviera en secreto. Todo el mundo pensaría que hay razones espurias para el ocultismo. ¿Las hay? A saber.
El PP de Madrid es un polvorín a punto de estallar. Ya no es que la UCO registrara el pasado jueves la primera planta de la calle Génova en busca de pruebas de financiación ilegal; tampoco que David Marjaliza, el cabecilla de la trama Púnica -en libertad bajo fianza- esté cantando La Traviata; ni que Francisco Granados desde prisión filtre documentos comprometidos contra quien fuera su eterno rival en el Gobierno de Aguirre; ni que bajo las alfombras de la Puerta del Sol haya pruebas como para "enchironar" a la mitad de los colaboradores de la dama de hierro... Demasiados años y demasiada impunidad mientras la prensa capitalana subvencionada, callaba. Durante años, Aguirre ponía y quitaba rey, aquí y acullá, y no pasaba nada.
El PP está tan putrefacto que ellos mismos anuncian un cataclismo para los próximos días: que si habrá nuevas imputaciones; que si la Guardia Civil prepara detenciones sonadas; que si Aguirre no se marcha por la puerta falsa y de forma preventiva un domingo a la hora de la comida si no es porque algo gordo está a punto de ocurrir en la política madrileña; que si dónde está González... La clave no está en Rebeca, como escribió Ken Follet, sino en Ignacio González.
Como si fuera Wally, al ex presidente de la Comunidad de Madrid se le busca con denuedo, y no sólo en el PP. El caso es que hay quien dice que el adiós de una Aguirre que anuncia a medias su marcha -mantiene su posición en el Ayuntamiento- y deja a los populares en una situación insostenible no es sólo una dimisión, sino que presagia algo más.
Y no sólo porque trate de mostrar el camino a Rajoy por el "Ritaleaks" o porque quiera dar ejemplo de subordinación al interés general para enterrar años de autocracia... Algo gordo está a punto de pasar en el PP, y esta vez ni Rajoy, ni Soraya, ni Cospedal podrán decir que "ni una más", que respetan las decisiones judiciales o que su olfato nunca detectó el hedor de sus propias alcantarillas.
Se les acabó el amor, precisamente, el día de San Valentín. Aguirre ha abierto la veda, y dicen que antes de que la dirección nacional le impusiera una gestora como han hecho en Valencia, ha decidido adelantarse ella a los acontecimientos, y de paso redoblar la presión sobre Mariano Rajoy que, aun acorralado por los escándalos de corrupción, estaba dispuesto a sumar apoyos para una investidura como presidente del Gobierno en el caso de que Pedro Sánchez fallara en su intento.
Difícil lo tiene el presidente del PP y del Gobierno en funciones. Además de los efectos que la renuncia de Aguirre tendrá sobre su partido a nivel nacional, habrá que ver cómo impacta la decisión en Ciudadanos y en su empeño de hacer de fuerza auxiliar de PP y PSOE. De momento, Rajoy queda excluido de la carrera. Ya lo dijo Cifuentes: "Nos ha sobrado corrupción". Y tanto.