El "sanchismo" sin Sánchez

El "sanchismo" sin Sánchez

El anuncio de Patxi López de que se presentará a las primarias ha vuelto a remover lo peor de las entrañas del socialismo entre los últimos del "sanchismo". Ni de un minuto de gloria han dejado que disfrute el ex presidente del Congreso, a quien consideran el último traidor a Pedro Sánchez, quien augura corta vida a la candidatura de López porque sospecha que antes de la votación pactará con Susana Díaz.

Recordaba Javier Fernández el sábado ante el Comité Federal del PSOE los versos de Luis Cernuda sobre el viento del olvido, "que cuando sopla mata", para negar que la reflexión sea otro nombre de la manipulación y que lo que pretende la gestora hasta el congreso de junio sea dilatar para que el tiempo haga su trabajo y elimine la memoria.

Lo que dijo buscar el presidente de la dirección interina es un debate profundo, y no de brocha gorda. Sobre identidades, sobre ciudadanía, sobre igualdad, sobre compromisos, sobre lo que exigen los principios, sobre empleo, sobre Estado social, sobre calidad del espacio público, sobre la planta política del país, sobre la construcción europea... Sobre todo lo que hace demasiado tiempo desapareció de las discusiones internas por un exceso de ombliguismo y una eterna lucha nominalista.

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Nadie antes habló con tanta sinceridad ni contenido autocrítico sobre lo vivido: "Al día siguiente de las elecciones de junio la inmensa mayoría de los dirigentes de este partido sabíamos lo que había que hacer, lo que no sabíamos era cómo ganar el congreso federal después de hacerlo. Callarlo sería insultar a la verdad".

Pues todos callaron. Y ese "todos" que pronunció el líder provisional del PSOE en un reproche global al tacticismo, también incluye a quienes luego impulsaron la abstención en la investidura de Mariano Rajoy y se rasgaron las vestiduras ante los "autores intelectuales" del "No es No". Sólo hubo dos excepciones: la del propio Fernández, que advirtió en el Comité Federal posterior a aquellas elecciones del riesgo de que el partido se adentrara en un laberinto de difícil salida, y la del extremeño Fernández Vara, a quien le llovieron chuzos de punta por defender desde el primer momento que su partido debía dejar gobernar al PP.

Nadie antes habló con tanta sinceridad ni contenido autocrítico sobre lo vivido

El resto jugó al equilibrismo y al cálculo. De aquellos polvos, estos lodos, aunque no todos. Hoy el PSOE es un partido dividido, y no sólo por aquella decisión ni el silencio cómplice que la precedió. La fractura empezó mucho antes, y seguirá abierta cuando menos hasta el próximo congreso de junio. El debate que se libre hasta entonces no parece que vaya a ser el de la hondura intelectual por la que transita casi huérfano el presidente de la gestora.

Y eso que la intervención con la que Patxi López anunciaba ayer su candidatura a las primarias que elegirán al próximo secretario general prometía. Cuatro guiños (a la militancia, a la historia y los referentes del partido, al feminismo y al PSC), la promesa de un liderazgo colectivo que no prescinda de nadie, así como el compromiso de impulsar una reflexión profunda sobre lo que le ocurre al socialismo y que recupere el papel y el valor imprescindible de la política...

Ni por esas. El anuncio de Patxi López de que se presentará a las primarias cuando sean convocadas ha vuelto a remover lo peor de las entrañas del socialismo entre los últimos del "sanchismo". Basta con echar un vistazo a la "creación literaria" que algunos han dejado para la posteridad en sus perfiles de las redes sociales. Ni de un minuto de gloria han dejado que disfrute el ex presidente del Congreso, a quien consideran el último traidor a Pedro Sánchez, quien augura corta vida a la candidatura de López porque sospecha que antes de la votación pactará con Susana Díaz. Claro que eso será si la de Triana pasa de la gira sobre sí misma por Castilla y León sin ser aspirante a nada a oficializar una candidatura.

Todos los secretarios regionales que apoyaron al ex líder del PSOE se han pasado ya al "patximo

Felonía o no, todos los secretarios regionales que apoyaron al ex líder del PSOE se han pasado ya al "patximo". López se aseguró el apoyo de Miquel Iceta (Cataluña), Francina Armengol (Baleares), Madrid (Sara Hernández) y La Rioja (César Luena), entre otros, además de la complicidad de algunos dirigentes que, como Óscar López, acompañaron a Sánchez hasta el último día de su agónico mandato. Tanto es así que a la candidatura del ex secretario general ya se la conoce como la del "sanchismo sin Sánchez". Alguno de ellos exigió a López para sumarse a su proyecto el compromiso firme de llegar a la votación el día de las primarias y rechazar cualquier acuerdo con la presidenta de Andalucía.

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En el otro "ismo", el que acompaña el nombre Susana Díaz, tampoco han ahorrado críticas con el ex lehendakari, si bien en este lado no ha habido una reacción coral al anuncio. Unos creen que la presencia de López en la carrera por el liderazgo es garantía de disputa civilizada y de que gane quien gane, el PSOE saldrá unido tras el congreso. Y otros, que ha precipitado el anuncio para romper la estrategia de la gestora que, tras el Comité Federal, había conseguido bajar la inflamación en el partido y demostrar que se puede hacer oposición sin agresión. Todos, eso sí, convergen en que no conviene tampoco el olvido. La memoria en este caso les recuerda que López y quienes le acompañan en su candidatura llevaron al extremo el "no es no" de Sánchez y fueron quienes colocaron, tras una cortina, la urna clandestina que se instaló en la sala Ramón Rubial el día del desgarrador Comité Federal que precedió a la dimisión de Sánchez. No olvida quien finge el olvido, sino el que puede olvidar.

El anuncio de Patxi López ha vuelto a remover lo peor de las entrañas del socialismo entre los últimos del "sanchismo"

Y aunque López pretende dejar atrás el pasado más reciente y abrir un nuevo tiempo para que el PSOE vuelva a ser un partido unido, tendrá a unos cuantos dispuestos a recordarle que él estuvo también en el "cálculo de poder", al lado de Sánchez hasta el último suspiro.

La batalla no ha hecho más que empezar. Y, a tenor de los primeros movimientos, el PSOE parece dispuesto a repetir una historia de brocha gorda, de canibalismo y de política con minúsculas.

El reino de Javier Fernández no parece, pues, de este mundo, en el que la tendencia a olvidar y la vertiginosa velocidad del olvido, como dijo Bauman, son "marcas aparentemente indelebles de la cultura moderna líquida" por las que tendemos a ir dando tumbos.

O cambia el rumbo o el PSOE transita hacia su enésima sacudida.