Claves de la semana: Iglesias abre un cisma en el PSOE y Rajoy gana tiempo
La conversación entre el rey y Pablo Iglesias, de hora y media, fue tan distendida que dio para la política, la historia y la cultura. Hablaron hasta de Alfonso XIII y Primo de Rivera, pero también de Cataluña, de Francia, de Europa, e incluso del ritmo impuesto por Bruselas para la reducción del déficit público. Hubo feeling. Puede estar tranquila la Monarquía con Podemos: su líder defiende con vehemencia que es hoy la única institución del Estado que no precisa cambios.
¿Querían emociones? Aquí están. Todas el mismo día. Olvídense del lunes, del martes, del miércoles y del jueves. La semana sólo tuvo viernes. Cambien ya la dirección de la mirada porque el foco ha virado tanto en las últimas 24 horas que a punto ha estado de cegarnos. ¿La culpa? De Pablo Iglesias. El líder de Podemos ha cambiado el paso porque como él mismo dice "la política es también manejar los tiempos". ¡Menudo dominio! Regresa al centro de la escena. Aceleró por la mañana para poner contra las cuerdas a Pedro Sánchez, y por la tarde arrastró a Rajoy a dar un paso atrás, si bien parece que es sólo para ganar tiempo y tomar impulso mientras el socialismo se cuece en su propia salsa . El caso es que este señor de Pontevedra que presume de previsibilidad se plantó en La Zarzuela y le soltó a Felipe VI: "Aparta de mí este cáliz". "De momento, señor de momento", aclaró. Se va, pero se queda.
Por partes. Primero Pablo, después Pedro y por último Mariano. Para entender el movimiento del primero hay que partir de una premisa, que es que en toda carrera que se precie uno ha de romper los ritmos del adversario. Y eso es lo que hizo el líder de Podemos con el del PSOE cuando comunicó a Felipe VI que estaba dispuesto a apoyar un Gobierno presidido por Pedro Sánchez. En el Congreso, después, daría los detalles de un Ejecutivo, en el que tendría cabida IU y en el que él mismo ocuparía la vicepresidencia. El reparto de las carteras estaba hecho.
Hablar con Felipe VI de Primo de Rivera
Felipe VI agradeció a Iglesias la deferencia de ser el primero al que comunicara sus intenciones. La conversación entre ambos, de hora y media, fue tan distendida que dio para la política, la historia y la cultura. Hablaron hasta de Alfonso XIII y Primo de Rivera, pero también de Cataluña, de Francia, de Europa, e incluso del ritmo impuesto por Bruselas para la reducción del déficit público. Hubo "feeling". Puede estar tranquila la Monarquía con Podemos, que su líder defiende con vehemencia que es hoy la única institución del Estado que no precisa cambios.
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Pablo Iglesias y Felipe VI durante la ronda de consultas
Pero, vayamos al asunto, al de la astucia con la que Iglesias rompió los ritmos del ya de por sí diabólico escenario político. La decisión de formar parte de un Gobierno de coalición se adoptó el lunes a mediodía en la Ejecutiva de Podemos, tras hacer algunas consultas muy concretas, entre ellas a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Todos se conjuraron, después, para que no trascendiera a los medios antes de la audiencia con Felipe VI y pillar al PSOE con el paso cambiado.
Los barones no quieren una coalición de izquierdas
En Podemos no gustó que a mitad de semana, algunos sectores del PSOE dieran prácticamente por hecho un pacto de izquierdas para investir a Pedro Sánchez con la abstención de los independentistas. No había habido ninguna conversación al respecto. Iglesias y Sánchez sólo habían cruzado en el último mes un Whatsapp y una llamada telefónica para hablar de la configuración de la Mesa del Congreso. Así que si lo que buscaba el socialista con su estrategia era responsabilizar a Iglesias de la convocatoria de unas nuevas elecciones, el líder de Podemos le devolvía la pelota y de paso le abría un nuevo cisma en el PSOE. Los barones no quieren ni locos un gobierno con Podemos, aunque no se atrevan a decirlo en público. Así que o dan un paso al frente o tendrán que callar para siempre porque en el ánimo de la dirección federal está abrir la negociación y abrirla ya porque "explicar el no pacto es muy difícil".
Pedro Sánchez y Felipe VI durante la ronda de consultas
En en el fondo Podemos sabe que sus condiciones son inasumibles. Tanto que poco tardaron algunos como Rubalcaba o Eduardo Madina en escribir que la propuesta de los chicos de Iglesias era una jugada "insultante" y "humillante" para un partido con más de 130 años de historia. Claro que el primero que puso en pista un acuerdo de izquierdas fue Sánchez la misma noche del 20-D y unos días más tarde con su viaje a Lisboa para reclamar un "pacto a la portuguesa".
¿Una nueva resolución política?
Al secretario general del PSOE le da igual lo que digan los suyos. Está dispuesto a explorar y explorará, salvo que en el Comité Federal del próximo día 30 los barones logren doblarle el pulso. Después de la intentona fallida del último, nadie apuesta a fijo. Pero ya se especula con una nueva resolución política que limite aún más la capacidad negociadora del secretario general para que no tenga más salida que ocupar el banco de la oposición.
El caso es que iba el viernes del órdago de Iglesias al PSOE y en estas llegó Rajoy y convirtió en realidad lo que durante la semana había sido una simple especulación. El presidente en funciones comunicó al Rey que no tenía apoyos para la investidura, de momento, y que pasara el siguiente, que él ya volvería. Maquiavélica jugada para ganar tiempo y generar un clarísimo vacío de poder que redoble la presión para que se deje gobernar al PP en minoría y con una hoja de ruta condicionada.
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Mariano Rajoy y Felipe VI durante la ronda de consultas
Empieza otra partida
El balón ahora lo tiene Sánchez, que tendrá que negociar contrarreloj, no sólo el gobierno de coalición con Podemos e IU, sino convencer al PNV para que vote a favor y a los independentistas para que se abstengan. Y lo que parece más difícil aún, convencer a barones y tótem del PSOE de que se puede gobernar con estos mimbres y hacer el viaje con semejantes compañeros. Esta es ya otra partida, y las cartas las ha repartido un señor de Pontevedra que sabe que si Sánchez es el primero en perder un debate de investidura , estará "out" y él habrá ganado tiempo. Entonces Rajoy tendrá abiertas todas las opciones, incluida la de ceder el paso a otro candidato. Si esta es la escena final, habrá sido el PP, y no los críticos del PSOE, los que hayan apartado a Sánchez de la carrera para la Presidencia del Gobierno.