Un experto explica todo lo que simboliza este gesto entre el papa y Yolanda Díaz
El análisis de José Luis Martín Ovejero, especialista en comunicación no verbal.
Aparte de hablar sobre la reforma laboral y la dignidad en el empleo, también fue importante lo que Yolanda Díaz y el papa Francisco comunicaron sin palabras en su encuentro en El Vaticano. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo calificó el encuentro a su salida como “muy emocionante” y mucha emoción ha detectado también José Luis Martín Ovejero, experto en análisis de la comunicación no verbal y formado en detección de la mentira por los responsables de las unidades de Análisis de Conducta de Policía Nacional y Guardia Civil.
Para el autor de Tú habla que yo te leo y de Miénteme... si te atreves, Díaz “conquistó” al pontífice “desde el punto de vista emocional y de ganarse el aprecio de la otra persona”, como cuenta a El HuffPost. Ya el saludo entre ambos no fue el habitual, sino que fue el que se denomina mano en guante: “Ese que da Yolanda Díaz es como un abrazo. Es el saludo que mayor cariño y afecto transmite. Es propio de personas muy emocionales y Yolanda Díaz sin duda lo es”. En un post lo compara con los saludos de otras autoridades, como la reina Letizia, que estrecharon la mano del papa de la manera habitual, simplemente con la mano derecha.
El experto subraya que ese estrechamiento de manos tan peculiar suele darse en otro contexto muy distinto, en los funerales para dar el pésame, precisamente porque sirve cuando “deseas transmitir mucho aprecio pero te cortas de dar un abrazo”.
Otro detalle en el que se fija es en la colocación en la mesa de ambos, que tampoco fue al uso. Como expone, hay tres maneras de sentarse: enfrentados con la mesa como barrera —así fue en el encuentro de Francisco con Donald Trump—, de manera cooperativa con las dos personas al lado —para lo que hay que ser “muy coleguitas”— o en esquina, “que aleja un poco a los protagonistas pero transmite afecto”.
Martín Ovejero recalca que esa colocación tuvo que ser iniciativa del papa, quien debió ofrecerle a la vicepresidenta sentarse así. Como señala, el papa también se mostró “encantado” durante el encuentro y el afecto “fue recíproco”. Así, llama la atención sobre otro detalle que muestra su iniciativa: “Cuando ella entra en la estancia, el primero que sube la mano para saludar es el papa”.
En algunos momentos, el experto notó a Díaz conteniendo su gestualidad, cogiéndose las manos y en una posición más retraída: “Las personas muy emocionales y extrovertidas somos, como suelo decir, muy bailones, muy gestuales. A la mínima de cambio estamos moviendo las manos, los brazos, la cabeza... Nos cuesta verdadero esfuerzo controlar la gestualidad”.
Como destaca, en un momento dado incluso a Díaz “se le escapa y lanza la mano al cuerpo del papa, ella misma se da cuenta y la retira. Es un instante en el que se ve su verdadera naturaleza”.
En la despedida, tras unos 40 minutos de charla, se “cerró el círculo” con otro apretón de manos en guante que recalca esa idea de sintonía entre ambos. “Si durante el encuentro algo hubiera cambiado entre ellos, si Yolanda Díaz hubiera notado algo de frialdad, seguramente le hubiera dado solo una mano”, advierte Martín Ovejero.