Yolanda Díaz - Pablo Iglesias: el día que "la niña del PCE" decidió seguir su propio camino
Hace diez años, Iglesias asesoraba a Yolanda Díaz en Galicia. Después, él la hizo ministra y 'sucesora natural'. Han pasado de ser grandes amigos a enemigos íntimos
En la fase más crítica de la negociación de la coalición PSOE - Unidas Podemos, cuando Pedro Sánchez exigió a Pablo Iglesias que cejara en su empeño de formar parte del hipotético nuevo Ejecutivo, Yolanda Díaz envió un mensaje al entonces líder de los ‘morados’: “No pienso ser nada si tú no estás en esto. ¿Te enteras? Jamás”.
Pablo Iglesias y Yolanda Díaz han sido durante muchos años un binomio perfecto, el encaje certero dentro de una maquinaria bien engrasada. Eran amigos, muy amigos. Colaboraban desde hacía tiempo y siempre se habían mostrado muy próximos en sus ideas y en la estrategia política que debía llevarse a cabo.
Una fuerte coalición que ahora se ha hecho añicos ante las aspiraciones presidencialistas de Díaz y un Pablo Iglesias temeroso de perder desde fuera el control de su propia criatura. El divorcio de una ‘pareja’ bien avenida que forjó su cómplice relación trabajando en una ‘candidatura popular’ en Galicia y que ahora azuza de nuevo el fantasma de la fragmentación en el espectro de la izquierda.
Pocos lo saben, pero su historia de amistad comenzó cuando Pablo Iglesias ejerció de asesor de Yolanda Díaz hace una década. El futuro líder de Unidas Podemos ayudaba por entonces a la dirigente gallega a sacar adelante Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), una coalición electoral que nació gracias a una facción del nacionalismo gallego e Izquierda Unida con Xosé Manuel Beirás. Y juntos lograron ese primer éxito: en las elecciones al Parlamento gallego de 2012, AGE se convirtió en la tercera fuerza política gallega con 9 diputados (5 de EU y 4 de Anova) y el 14% de los votos.
Después, llegaron las tertulias televisivas, los mensajes en redes sociales y los discursos asertivos en mitad de una enorme crisis económica que auparon a Iglesias a líder de un proyecto político que rompió por primera vez el bipartidismo y transformó la izquierda española. Podemos irrumpió en el Congreso de los Diputados con 69 escaños y más de cinco millones de votos. El nuevo partido impuso su marca en todas las confluencias, salvo en las gallegas, donde se mantuvo “En Marea”. Una circunstancia que también se entiende gracias a la buena sintonía que Díaz e Iglesias guardaban por entonces.
Yolanda siempre ha tenido ciertas dudas y recelos ante la postura vehemente y por momentos agresiva de Iglesias. Un exceso de ‘testosterona’ que disgustaba a la gallega, pero que no influyó para que tomara partido en la guerra abierta que libraron Iglesias y Errejón en Vistalegre 2 y que acabó con el mejor amigo del líder fuera del partido.
Yolanda se encontraba cómoda con su papel y guardó lealtad a la persona que había revolucionado la política española. De hecho, tal como aseguraba en una posterior entrevista de 2019, Díaz nunca había tenido ambición política. Por eso, tampoco dudó en respaldar a Iglesias cuando Sánchez le apretó para que se olvidara de ser vicepresidente en un futuro gobierno tras las elecciones de abril de 2019. Algo con lo que, finalmente, el socialista tuvo que tragar tras la nueva convocatoria de comicios.
Con la coalición formada, Iglesias propuso a Yolanda Díaz como ministra de Trabajo. Ella, al principio, dudó. No quería asumir dicha responsabilidad en un Ejecutivo que iba a sufrir el hostigamiento constante de la derecha. Iglesias la convenció “por responsabilidad” para asumir la cartera que, finalmente, la ha propulsado como nueva líder de la izquierda.
El ‘dedazo’ que rompe una amistad
El ‘divorcio’ de ambos llegó el día que Iglesias decidió abandonar la vicepresidencia del Gobierno para plantar cara a Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. En su vídeo de despedida, el hasta entonces líder de Podemos nombra a Yolanda Díaz como su sucesora, pero deja todo el poder orgánico del partido a Ione Belarra.
Una decisión de la que Díaz no era consciente y que condiciona su liderazgo en el caso de que quisiera aceptar la propuesta pública de Iglesias. Ella lo ve así: Podemos pretende apropiarse de su influencia y su buen bagaje en el ministerio de Trabajo para sumar votos en las elecciones, pero el motor del partido seguirá quedando en manos de Belarra y de Irene Moreno.
Díaz se rebeló ante este destino y unos meses después comenzó a trabajar en el proyecto ‘Sumar’, que ahora mismo se encuentra en fase de construcción pero que llegará a tiempo para las generales del próximo año.
Con esta “plataforma política”, Díaz comienza a evadirse de la influencia de Unidas Podemos. En noviembre de 2021, por ejemplo, se citó con Ada Colau, Mónica García o Mónica Oltra para evidenciar esa capacidad de unión de las diferentes izquierdas a través de la “colectividad” y el “feminismo”. Eso sí, ni Ione Belarra ni Irene Montero fueron invitadas.
Conforme el nombre de Yolanda Díaz gana peso en la política española, gracias en parte a la reforma laboral que la ministra llega a pactar con la patronal, Díaz consuma su distanciamiento con Unidas Podemos. El riesgo de que la titular de Trabajo siga el camino por su cuenta es cada vez más factible e Iglesias se ha visto finalmente obligado a intervenir.
“Te hemos hecho ministra. Respétanos”
El pasado fin de semana, Iglesias recordaba a Díaz que “Podemos debe ser respetado”. “Ay de aquel o de aquella que se atreva a faltarle al respeto a la militancia de Podemos”, dijo sin mencionar expresamente a la ministra y a su proyecto. Una advertencia a la que después sí puso nombres y apellidos en Hora 25 de la Cadena Ser. “Cuidado con las tentaciones de los cantos de sirena. Podemos se va a hacer respetar. Nos parece bien Yolanda como candidata. La propuso Podemos, aunque ella tenía carnet del PCE. La propusimos nosotros, pero cuidado con faltar el respeto a los militantes de Podemos. Te hemos hecho ministra, vicepresidenta. Respétanos”, dijo.
Unas palabras que Díaz rebatió recordando que su carrera comenzó incluso antes que Podemos y que ella fue la artífice de la primera confluencia de izquierdas con AGE, para quien Iglesias asesoraba. Así, la vicepresidenta sostuvo que Iglesias aprendió ahí “ese renacer o esa idea que después trasladó muy exitosamente a Podemos”. Algo que, paradójicamente, Iglesias refrendó unos años antes al decir: “La primera traducción electoral del 15M no fue Podemos, fue AGE y Xosé Manuel Beiras (...) Sin la experiencia de AGE, probablemente no existiría Podemos”.
Iglesias quiere a Díaz como candidata a la Moncloa, pero con una marca que no diluya la de Podemos y con Irene Montero y Ione Belarra en los puestos altos de la lista del partido por Madrid. Si eso no se cumple, el exvicepresidente está dispuesto a la fragmentación confiando en la fuerza de la marca Podemos.
De hecho, esta semana se ha valido de los datos del CIS para advertir a Díaz de que su proyecto no tiene suficiente solidez. “La humildad, la generosidad y el respeto por los aliados es condición de posibilidad para el éxito de la izquierda. Estos números deberían hacer reflexionar a quien piense que basta con el apoyo de la progresía mediática para avanzar”, escribió en un tuit. Según los datos de Tezanos, el 41% de los votantes a la izquierda del PSOE se declara de Podemos, el 34% de UP, el 17% de Sumar y el 6% de IU.
La confrontación ya ha pasado factura, porque el diálogo entre los dos viejos amigos es inexistente. Según subraya EFE, Pablo y Yolanda se reunieron en marzo para limar las asperezas derivadas del apoyo de Díaz al envío directo de armas a Ucrania. Pero desde el 4 de octubre de 2021, no ha vuelto a reunirse la mesa confederal.
Lo que es evidente es que “la niña del PCE”, como así mencionó Iglesias a Yolanda Díaz de forma cariñosa hace nueve años en redes sociales, ya se ha hecho mayor y vuela sola ante el temor de la izquierda a que eso suponga una fractura insalvable en las próximas elecciones generales.